Las plagas bíblicas, entre ellas la del ataque de mosquitos, no fueron acontecimientos imprevisibles ni inevitables. El faraón fue avisado por Moisés y Aarón de que Dios castigaría a los egipcios si no liberaba al pueblo de Israel. Como el faraón ignoró las advertencias, signos y señales se sucedieron 10 plagas.

Tampoco era imprevisible e inevitable la actual epidemia de dengue en la Argentina. Ahora, la enfermedad ya está instalada en 16 provincias y la cifra de las personas afectadas ronda los 13.000; es, por lejos, el mayor registro en los últimos 10 años.

En noviembre de 2008, los medios de comunicación daban cuenta de numerosos casos de dengue en el Departamento boliviano de Santa Cruz de la Sierra. Los últimos cómputos de Bolivia son de 22 muertos y más de 50.000 infectados.

El dengue no se cura, se previene. “Cuando se desencadenó en Bolivia, era previsible que afectara a la Argentina, pero el sistema de salud falló al no reaccionar a tiempo”, dijo el doctor Tomás Orduña, jefe de la Unidad de Patologías Regionales y Medicina Tropical del Hospital Muñiz (Clarín, 2 de abril de 2009).

Una de las capacidades que se le exige al gobierno moderno es que sea previsor, porque –como todos sabemos- “más vale prevenir que curar”. Un gobierno con esa capacidad aplica criterios de planificación estratégica para visualizar el futuro, identificar los problemas más urgentes o prioritarios y adoptar las decisiones y acciones necesarias. Por el contrario, el gobierno típicamente burocrático se centra en suministrar servicios para combatir los problemas, una vez que éstos se han declarado, antes que en desarrollar estrategias para anticiparlos.

La utilización de la planificación estratégica en la salud pública no es desconocida para la Argentina. La conocía y la aplicó el Doctor Ramón Carrillo, Ministro de Salud Pública entre 1946 y 1954, lo cual se pone de manifiesto con el enfoque sistémico que le acordó a la organización hospitalaria y con el desarrollo que le imprimió a la medicina preventiva. Su intercambio epistolar con el matemático estadounidense Norbert Wiener, considerado el fundador de la cibernética, le sirvió para impulsar la creación, en 1951, de la Dirección de Cibernología.

Carrillo sabía perfectamente que la prevención es ilusoria si la pobreza y las condiciones de vida indignas están extendidas. Si el objetivo de la medicina del Estado es evitar que el hombre se enferme, la política sanitaria necesita el soporte de una contundente política social.
Hugo Quintana