Aranguren, tarifazo y después
Por Facundo Martínez. Las idas y vueltas de la semana pasada han dejado sobre relieve los problemas que el Gobierno tiene en su plan de suba extremadamente fuerte de tarifas y sus intenciones de al mismo tiempo bajar la inflación que se dispara.
El juego de los aciertos y errores, que se repite y hasta parece convertirse si se quiere en sistema, preocupa por estas horas tanto como el cansancio, la extenuación manifiesta del presidente Mauricio Macri cuando apenas han pasado siete meses de su gobierno. El desgaste que has producido los tarifazos, principalmente el del gas en este invierno que se presente bastante crudo y las recomendaciones del Presidente de no andar en patas y en remerita ha colmado la paciencia de los opositores, pero también la de algunos de los oficialistas, como el diputado radical Ricardo Alfonsín.
Aliado de Macri en la carrera hacia la presidencia, el hijo del ex presidente Raúl Alfonsín, apuntó sus cañones contra el ministro de Energía, Juan José Aranguren -un gradualista que parece no comprender bien el concepto de gradualismo-, y advirtió al Gobierno que busque entre los radicales técnicos más probos que el ex CEO de la compañía Shell para la cuestión de la energía y la relación que esta debe guardar con los aspectos políticos. Alfonsín (h) manifestó que desde el PRO debieron haberles preguntado antes de implementar el tarifazo que ha provocado gran malestar entre propios y ajenos. El ministro no tiene experiencia en la gestión y por sus propias decisiones ha quedado debilitado.
A la falla en el cálculo del impacto de los tarifazos en el combate contra la inflación, Alfonsín le agrega otra cuestión de fondo no menos importante: el conflicto de intereses entre Aranguren, que mantiene acciones de la petrolera multinacional, y la función política. No parece la mejor condición para estar al frente del Ministerio de Energía, apuntó el radical.
La intervención de Alfonsín expresa la dificultad que atraviesa el macrismo en este tema tan sensible, que afecta el bolsillo de los trabajadores de manera directa, y expresa también el comienzo de una separación entre dos fuerzas que si bien no son una coalición de gobierno, como llegó a decir el propio Macri, han caminado juntas un largo trecho.
Y así como el radicalismo expresa la necesidad de un espacio de discusión entre su partido y el PRO, los opositores aprovechan el yerro del Gobierno para recomponer filas.
El senador por Chubut del Frente para la Victoria, Mario Pais, reclamó el tratamiento de un proyecto para declarar nulos los aumentos en los servicios públicos, aumentos que por otra parte están dando vueltas por los Tribunales y, a pesar del esfuerzo de los medios por explicar qué es lo que está sucediendo, los usuarios no saben por estas horas en qué está el asunto, si deben o no pagar, si con un tope de 400 por ciento sobre las vieja o la nueva tarifa, etc… La improvisación es sorprendente, tanto como la decisión del Gobierno de disponer que los jueces de la Corte Suprema viajen gratis en primera clase al tiempo que les pide que convaliden los tarifazos en los servicios que han encontrado freno en otras instancias menores de la Justicia. Por otra parte, Pais remarcó las palabras del ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, quien había manifestado que no tenían proyecciones de que los aumentos llegarían al mil por ciento como sucedió. La falta de previsión política es también un problema del que el Gobierno debería tomar nota, para evitar que su imagen tan perfectamente construida comience a derrumbarse frente al electorado.
Otra cuestión que debería preocupar al Gobierno es la unión de la oposición que a raíz del tarifazo consiguió unirse por primera vez desde que Macri asumió la presidencia, a propósito de la aprobación de cuatro proyectos en contra del tarifazo. Esas iniciativas se aprobaron con 42 votos a favor, del Frente para la Victoria-PJ, el Peronismo Federal y el resto de los bloques opositores, que superaron ampliamente los tres tercios para habilitar el tratamiento sobre tablas, y sólo 13 en contra, del bloque Cambiemos.
El reclamo de los senadores es que se cumpla el fallo de la Cámara Federal de La Plata, que suspendió el aumento del gas hasta tanto se realicen las audiencias públicas y se expida la Corte Suprema. Así, en la jornada en la que sólo se pensaba tratar el programa de fomento para pymes y la ley de autopartes, que ya venían consensuadas desde las Cámara de Diputados, se coló la discusión de las tarifas.
El senador por Rio Negro Miguel Picheto, jefe del bloque del FpV-PJ, pronunció un duro discurso contra las medidas de Aranguren y Macri y advirtió que el tarifazo pegó fuerte en el sector de salarios de clase media, sectores que no pueden pedir la tarifa social, y también advirtió al macrismo sobre la peligrosidad de la judicialización de los conflictos políticos. No se puede tener a Aranguren suelto metiendo aumentos de 1800 por ciento. Nuestro nivel de adaptación como oposición se acota mucho, cuestionó Pichetto.
Mientras el pedido de renuncia de Aranguren va ganando fuerza entre los opositores y mientras algunos aliados también ven en la remoción del ministro una posibilidad para descomprimir tensiones, buena parte de los afectados por el rumbo que ha tomado la economía y por el incumplimiento de lo propuesto en campaña, comienzan a manifestarse en las calle. El ruido del cacerolazo de la semana pasada ha sido acaso la primera muestra de hartazgo. La inflación desmadrada, la suba indiscriminada de las tarifas, sumadas a los acuerdos paritarios cerrados mayoritariamente a la baja, colman rápidamente la paciencia. El Gobierno tiene por delante tres años y medio de mandato. Tiempo suficiente para encarrilar el rumbo y dejar de pensar, actuar y justificar que la política se reduce a un inocente juego de aciertos y errores, de los que se efectivamente se aprende a costilla de los que más sufren, los sectores medios y bajos.
*Sociólogo y periodista.