A mediados del mes septiembre, los vecinos del barrio porteño de Palermo verán finalizada la primera etapa de una obra que comenzó hace ya dos años, y que promete traer un importante desarrollo a la zona: el nuevo polo científico y tecnológico que albergará, entre otras cosas, al Ministerio de Ciencia y Tecnología y al CONICET.

Abandonado por más de 20 años, en 2005 se confirmó el destino final que tendría el predio, ubicado entre las calles Soler, Paraguay, Godoy Cruz y Avenida Juan B. Justo, de las ex bodegas GIOL (ver aparte), cuando, a través de un convenio entre el Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado (ONABE) y el entonces Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, se decidió hacer efectiva la entrega del terreno a la cartera. La idea del polo surgió como respuesta a la descentralización que tenían las instituciones relacionadas al ámbito de la ciencia, que se encontraban distribuidas en varios edificios viejos, lo que hacia muy ineficiente todo el trabajo de gestión y administración, aseguró a gestionpublica.info Eduardo Arzt, investigador del Conicet y director del futuro Instituto que se llamará Max Planck, en referencia al científico alemán que ganó en Nobel de Física en 1918. 

Se pensó en un lugar que conglomerara todo, después fue tomando forma y consideramos que al mismo tiempo era importante crear institutos que generaran ciencia. De esta manera, nació el proyecto del polo, afirmó Arzt. Puntualmente, se llevarán a cabo tareas de investigación vinculadas al campo de la salud, la biotecnología y nanotecnología, entre otras cosas. Se planea construir también un museo interactivo, diversos bares y restaurantes, salas de conferencias y un auditorio para 500 personas donde se dictaran cursos y seminarios de alto nivel científico.

El proyecto abarca la creación de cuatro edificios que albergarán las nuevas sedes del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que conduce Lino Barañao (ver Es la metáfora arquitectónica de la ciencia argentina), el CONICET y la Agencia Nacional de Promoción Científica Tecnológica. Además, se construirán tres institutos de investigación; uno enfocado en las Ciencias Biomédicas y Biotecnológicas, otro destinado a las Ciencias Sociales y Humanas, y un tercero sobre Ciencias Exactas y Tecnológicas. Tanto el Ministerio como la Agencia e institutos estarán listos dentro de unos meses, y se estima poder concluir el resto en una segunda etapa que tendrá una duración de 1 año y medio más. 

A fines de 2007, y luego de ganar el proyecto por concurso, los estudios Parysow-Schargrodsky y Hauser-Ziblat y Asociados, presentaron los pliegos de licitación de las obras, y un año después se puso en marcha la construcción. En cuanto al financiamiento del proyecto, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) otorgo créditos para una parte de la construcción y el resto proviene del Tesoro Nacional. El presupuesto para la primera etapa se calculó en 100 millones de pesos y otros 85 millones para la segunda.

Arquitectura sustentable

Consultado por gestionpublica.info, el arquitecto Emilio Schargrodsky destacó el aspecto sustentable de la obra. Según señaló, el proyecto se pensó con la idea de mantener y adaptar la fachada de los edificios existentes pertenecientes a las bodegas GIOL, y explicó: Demoler para construir es un derroche de energía; mantenerlos y adecuarlos es sustentable.

El edificio contará con gran cantidad de ventanales para que tenga luz natural y ahorrar energía, además de lograr una mejor ventilación que evite el uso excesivo de aire acondicionado. Todo el edificio está usando un sistema que se llama fachada ventilada, que es un revestimiento cerámico que mejora muchísimo la cuestión térmica y la incidencia del clima exterior, detalló.

Por otra parte, se instalarán termotanques eléctricos con paneles solares, y un circuito de aguas grises, que es un sistema de desagüe de los lavatorios y duchas donde el agua se junta de manera separada al resto, se filtra, se pone colorante, y se reutiliza para los depósitos de inodoros o mingitorios.

Según afirmó el arquitecto, tanto el museo, el auditorio, como los bares y restaurantes se distribuyeron en el edificio en las plantas bajas, de manera tal que sean de fácil acceso para uso publico. La idea es que el vecino de Palermo pueda compartir un mismo espacio con un investigador, es una forma de acercarlos, remarcó.

Schargrodsky, añadió que en el barrio están muy entusiasmados con la obra, Godoy cruz era una calle con un paredón donde nadie caminaba. De alguna manera, el Polo va a extender Palermo. En todos los barrios de las ciudades importantes la obra pública mejora su situación y genera desarrollo, insistió.

La noticia de la creación del Polo despertó el interés de muchos científicos argentinos que se encuentran trabajando en el exterior. Según comentó Arzt, se trata por un lado de investigadores jóvenes que se fueron en los últimos 10 años para hacer un doctorado y, como las condiciones en nuestro país eran totalmente desfavorables, no volvieron. Ahora, en una etapa donde la ciencia esta siendo valorada, este proyecto atrae mucho, tenemos una gran requisitoria de investigadores jóvenes, otros ya consolidados y también extranjeros, a quienes les interesa mucho venir a trabajar a la Argentina, en general son de países latinoamericanos aunque también recibimos consultas de ingleses y alemanes, destacó el futuro director del Instituto Max Planck.

Ex Bodegas GIOL

El predio, que según describió Arzt será sede del conjunto de edificios públicos más importante construido en los últimos 30 años, funcionó durante mucho tiempo como deposito de vino y uvas de la Bodega Giol, fundada por Juan Giol y Juan Bautista Gargantini en 1896, pionera en el desarrollo de la industria vinícola en Argentina. Su ubicación era estratégica, al borde de la vía del ex ferrocarril San Martín, los trenes depositaban grandes barriles de vino y desde ahí se distribuían.

Luego de la quiebra de la bodega, en 1989, el edificio quedó abandonado y en pésimas condiciones. Fue allí cuando unas 200 familias ocuparon el predio y se alojaron hasta octubre de 1994, año en que se produjo un violento desalojo y la Justicia dejó el edificio en manos del Estado Nacional.

Para Arzt, uno de los motivos que se tuvo en cuenta para elegir el terreno fue el gran valor simbólico que tiene: representa el auge argentino de un país agro exportador. Después viene toda la etapa de la decadencia, con ocupas y desalojos, y ahora se recicla en este polo científico, más acorde a lo que es el país actual, concluyó.

Es la metáfora arquitectónica de la ciencia argentina

Lino Barañao*

El Polo Científico Tecnológico es la metáfora arquitectónica que muestra el pasado y el futuro de la ciencia en Argentina. También implica innovaciones trascendentes en lo edilicio y en lo institucional. En lo edilicio porque incorpora las últimas tecnologías en materia de sustentabilidad pero también institucional, porque mas allá de contener la administración de la ciencia, este espacio albergará un centro de investigación que denominamos Institutos internacionales Interdisciplinarios para la Innovación (i 4). Los hallazgos más trascendentes se producen en las interfases de las distintas áreas del conocimiento que involucran las cooperaciones internacionales. El Polo significa una nueva etapa en donde el conocimiento generado en el ámbito público contribuirá efectivamente a la solución de problemas nacionales y al desarrollo de actividades productivas. Se trata de un edificio que simboliza el inicio de un nuevo rol para la ciencia y la tecnología del país: ser protagonista del engrandecimiento nacional a través de la innovación inclusiva.

*Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.