Es mucha la literatura acerca de cuáles son los aspectos que influyen más en el vínculo de un dirigente con la opinión pública. Y en contraste de lo que la mayoría supone, a la hora de planificar una campaña son más relevantes los aspectos emocionales que los racionales.

Los que trabajamos a diario en campañas electorales o de gobierno sabemos de lo importante que es cuando alguien manifiesta de nuestro candidato un comentario tal como …me gusta…, sin casi poder explicar por qué.

Esto es lo que comúnmente llamamos carisma de un candidato. Implica lo intangible, lo no mensurable, y que conduce casi directamente a la proyección de confianza. Lo importante de tener un buen enlace emocional/carisma con la opinión pública, es que aún sin conocer profundamente la historia o haber tomado contacto con la experiencia del dirigente o candidato, la opinión pública tiende a aceptarlo.

¿Lo expresado hasta ahora sugeriría que lo racional no juega, no incide en la elección de un candidato? Por supuesto que sí, pero tiendo a relativizar su importancia y a diferenciar algunos aspectos de otros en el marco de lo racional.

Los aspectos racionales menos convincentes, menos persuasivos, o de menor impacto son las autodefiniciones de un candidato aludiendo por ejemplo a que es un buen administrador, o una candidata con empuje, o que tiene firmeza.

Similar destino tiene los atributos que se relacionan con el saber, la expertisse y/o la especialización en un tema; es un atributo, una capacidad, pero no es de gran impacto para un dirigente que se postule a un cargo ejecutivo (intendente-gobernador-presidente). La demanda, el requerimiento hacia un político que aspire a estas posiciones es que sea generalista inteligente, capaz, hábil y que pueda desempeñarse, lidiar y manejar temas variados.

La gestión, en cambio, es -entre los aspectos racionales- lo que presenta mayor nivel de impacto a la hora del relato de presentación de un dirigente/candidato. También, por supuesto lo más peligroso o riesgoso, ya que es tangible y presenta alta visibilidad para la opinión pública.

También podemos diferenciar niveles de impacto en la mirada del electorado. Si se trata de una re-elección la gestión es altamente trascendente, está a la vista y si el nivel de satisfacción por parte de la opinión pública es positivo, se constituye en la base de un nuevo período.

Si el candidato aspira a un cargo ejecutivo diferente del que ejerce, esta experiencia en gestión pasa a ser su  background, implica un relato hacia el nuevo electorado que se quiere captar. Ahora bien, la opinión pública puede darle crédito o no, puede identificarse o no con su experiencia y logros de gestión.

El efecto positivo y de fortaleza que sí produce el tener una buena gestión para mostrar es, por supuesto, sobre el candidato.

Podemos citar muchos casos de gobernadores e intendentes re-electos por haber hecho una buena gestión en su distrito, y no tantos presidentes o gobernadores que hayan llegado con experiencia de gestión, trasladable a una provincia o al país en su conjunto.

La buena gestión es parte del componente natural que debe tener un candidato según la mirada de la opinión pública, el enlace emocional es lo que sorprende y es el plus. 

Con buena gestión y sin carisma es más complicado llegar al electorado, con ambos atributos, ni dudar del éxito.

La idea no es relativizar la gestión, sino no subestimar el enlace emocional.

Analía del Franco

Sociologa

Directora Analogias SRL