El lenguaje de la política -en contra de sus propias intenciones- suele ser impreciso y ambiguo, de ahí el riesgo de su transformación, por pereza mental o por motivos utilitarios, en etiquetas o fórmulas estereotipadas, en eslóganes publicitarios o simples estribillos que no dicen nada.

Así comienza Juan José Sebreli este libro, que por un lado se inscribe en una tradición de entomología maldita encarnada por el autor, haciendo foco en esos males que de tan naturalizados ya no parecen males, y por otro resulta un análisis de una rabiosa modernidad. Mirar hacia atráspara poder mirar hacia adelante, eso hace, una vez más, Sebreli, para detectar el modo en el que el lenguaje político se aleja de la política, se aleja de las ideas y de los argumentos, para atrincherarse en la vulgaridad o la demagogia, o en una jerga académica completamente hueca.

«El malestar de la política» logra trazar un nuevo diccionario ideológico (lo que equivale a decir que recalibra la idea misma de «política»), una nueva normativa, a la vez que nos recuerda que el diálogo, la discusión y la controversia son insustituibles en la persistencia de la vida democrática.

El autor

Juan José Sebreli nació en el barrio Sur, poco después del golpe del treinta. Estudió en Filosofía y Letras de la UBA, es doctor honoris causa por la universidad CAESE, pero se considera un autodidacta. Lo distinguieron algunas entidades privadas- Premio Konex entre otros-, en cambio, no ha sido reconocido por las instituciones oficiales y es ajeno a los círculos académicos. No desdeña intervenir en los medios masivos, sin hacer concesiones.

Su notoriedad como escritor la adquirió con Buenos Aires vida cotidiana y alienación (1964) donde ensayaba una sociología de la vida cotidiana, cuando este subgénero o rama de la sociología aun no existía. Entre sus obras se destacan Martínez Estrada, una rebelión inútil (1960). Mar del Plata, el ocio represivo (1979), Los deseos imaginarios del peronismo (1983), La saga de los Anchorena (1985), Las señales de la memoria (1987), El asedio a la modernidad (1991), El vacilar de las cosas (1994), Escritos sobre escritos, ciudades bajo ciudades (1997), La era del fútbol (1998), Las aventuras de la vanguardia (2000).

En su obra se interrelacionan la sociología, la teoría política, la historia contemporánea y la filosofía; más que a una disciplina especializada prefiere adscribirse al género ambiguo y más libre del ensayo. Sus posiciones heterodoxas y su desdén por las jergas en boga, han generado polémicas. La variedad de temas y problemas, aspira alcanzar la universalidad y unidad del conocimiento.