Encuestas y opinión pública
Por Facundo Martínez*. El sociólogo francés Pierre Bourdieu, en una conferencia que dictó a comienzos de los ’90, se preguntaba sobre el mecanismo que hacía que la opinión de una minoría se convirtiera en la opinión pública.
Decía Bourdieu algo así como que la opinión pública no existe, o más precisamente que lo que existen son opiniones y que la opinión pública vendría a ser algo así como la opinión de aquellos que son dignos de tener una opinión. Así, la opinión pública es una especie de opinión ilustrada y es también una especie de doble realidad.
Las encuestas vendrían a ser el instrumento del que se valen las fuerzas políticas y los medios de comunicación para sostener lo que ellos quieren disfrazado como cuestiones de opinión pública. ‘Las encuestas están de nuestra parte’, equivale a decir ‘Dios está de nuestra parte’, decía Bourdieu, y alertaba sobre el problema que puede ocurrir cuando los encuestados no dicen lo que pretenden los interesados. Y eso es común que suceda.
La guerra de los encuestadores a propósito de las PASO del 13 de agosto próximo y las elecciones de medio término de octubre, traen a colación esta polémica. Es sabido que los sondeos de opinión pública en épocas eleccionarias persiguen como objetivo el apuntalamiento de las fuerzas políticas más que el mapeo probable de lo que finalmente terminará ocurriendo en las urnas. Los márgenes de error en las últimas elecciones presidenciales estuvieron muy encima de lo aceptable, y a nadie le preocupó demasiado la cuestión. Los consultores abren su juego.
Veamos, por caso, los números optimistas de la consultora Managment & Fit, que produce este tipo de contenidos para el diario Clarín a partir de la buena relación entablada entre su dueño, el ex funcionario de medios menemista Guillermo Seita y el CEO del Grupo Héctor Magnetto (fuente: Letra P).
A principios de mes, Managment & FIT dejó atrás un sondeo que daba como ganadora a Unidad Ciudadana con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza con un 35,3 por ciento; contra un 34,3 del frente 1País de Sergio Massa y un 19,5 de la lista de Cambiemos que lidera Esteban Bullrich. En esta nueva encuesta publicada por el diario Clarín, se presentó como vencedor al ministro de Educación, con un 28,5 por ciento de los votos; y se adjudicaba un también hipotético segundo puesto a CFK, que sumaba un 27,8; el tercer lugar quedaba para Massa con un 24,1 por ciento; mientras que los números de Florencio Randazzo apenas superaban el 5 por ciento y los partidos de izquierda se repartirían otro 5 por ciento y algo más.
Todavía más optimista fue un sondeo que los funcionarios de Cambiemos miraron con alegría y cautela. En este informe, su candidato trepaba entre un 32 y 34 por ciento; mientras que la ex presidenta opositora se mantenía entre los 27 y 28 puntos.
Ni hablar de las diferencias en la listas para diputados, donde Cambiemos y Graciela Ocaña arañaban un 30 por ciento y Unidad Ciudadana con la economista Fernanda Vallejos a la cabeza apenas alcanzaba un 15,9 por ciento; y 1País, con el ex Gobernador Felipe Solá contaba con un 11,2 por ciento de los votos. En este rubro, los que deberían ocupar, según M&F, la segunda posición son los indecisos, que contabilizan el 16,3 por ciento.
En otra encuesta publicada el último domingo en Página 12 los números aparecen curiosamente invertidos. En este caso, la consultora que brinda la información es el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), de Roberto Bacman. Aquí, es Unidad Ciudadana la que lidera la intención de voto con el 33,5 por ciento; detrás se sitúa Bullrich, con un 27 por ciento; mientras que Massa alcanza un 19 por ciento; y Florencio Randazzo baja a un 4,7 por ciento.
Volviendo a Bourdieu, lo que el francés trataba de alertar a la sociedad es sobre el trabajo muchas veces ruin que cumplen las empresas que miden la opinión pública, decididas a difundir datos que ayuden a los interesados a influir en el comportamiento de los ciudadanos.
La proyección que presentan ante los lectores, televidentes y oyentes puede no tener correlato en la realidad, pero eso no parece ser importante en materia de construcciones mediáticas. No muy distintas deben ser las encuestas que el Gobierno consulta a diario para tomar sus decisiones políticas. No es algo nuevo en la política, ni mucho menos en Cambiemos. Ya utilizaba ese mecanismo Mauricio Macri cuando era presidente de Boca.
Creer que las encuestas pueden cambiar realmente la percepción de los votantes sobre su propia realidad, bien podría ser otra de las zonceras argentinas. Influir, manipular, ese el rol que cumplen las encuestas que nos alcanzan los medios. Y eso explica la guerra de encuestas y consultores que resurge en los meses previos a las elecciones. Hay, por supuesto, otras encuestas de opinión cuyos resultados no se hacen públicos. Por lo general las encargan los políticos para conocer algo sobre la percepción que los ciudadanos tienen sobre decisiones políticas específicas, o sobre la marcha de la economía. Sus números pueden ser duros, e incluso contrarios a lo que esperan quiénes las encargan y pagan. Estas quedan afuera de la guerra pública de las encuestas, ya que sólo circulan dentro de los pequeños círculos del poder.
*Sociólogo y periodista.