La mejor manera de describir a Blatter es como el jefe de una mafia (…) Una familia corrupta criará miembros corruptos. Y este es el camino por el que la familia de la FIFA está circulando. Creo que el fútbol debe volver a ser limpio y agradable, agregó el Diez, que en esta elección jugó claramente para el equipo del contendiente de Blatter, el príncipe jordano Alí Bin Al Hussein.

La FIFA no titubeó en realizar las elecciones de autoridades en la que el viejo dirigente suizo logró su cuarta reelección, pese al tremendo golpe que significó el escándalo de corrupción que involucra directamente a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y a la Confederación de Fútbol del Norte, Centroamérica y el Caribe (Concacaf), luego de conocerse la investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos a raíz de la cual fueron detenidos en Suiza para ser extraditados siete altos dirigentes el uruguayo Eugenio Figueredo (presidente de la Conmebol y vicepresidente de la FIFA); Jeffrey Webb, de las Islas Caimán; el brasileño José María Marín, el costarricense Eduardo Li, el nicaragüense Julio Rocha, el venezolano Rafael Esquivel y el británico Costas Takkas- y otras siete personas fueron imputadas en la causa, entre ellas el ex titular de la Conmebol, el paraguayo Nicolás Leoz, y tres empresarios argentinos: Alejandro Burzaco, CEO de Torneos y Competencias, y Hurgo y Mariano Jinkis, de la firma Full Play Group.

La votación que fue histórica para la AFA y sus pares de Sudamérica, ya que en bloque se decidió romper el histórico alineamiento con la FIFA que el fallecido Julio Grondona había sostenido durante 35 años. Fue el presidente de River, Rodolfo D’Onofrio, quien anunció que el voto nacional fue a parar a la cuenta del príncipe jordano, de 39 años. El también vicepresidente de la AFA, explicó así la decisión: Fijamos posición junto a la Conmebol, que votó en bloque. Decidimos que era la mejor opción. Alí hizo una muy buena elección y sacó un número importante de votos, aunque Blatter fue reelecto". D' Onofrio habló también de la necesidad de un cambio y se mostró confiado en que la propia FIFA investigue la acusación de la justicia estadounidense.

Sin embargo, el voto opositor de la AFA y el resto de los integrantes de la Conmebol no impidió el triunfo de Blatter, a quien el escándalo de corrupción podría alcanzarlo en cualquier momento, siempre que continúen avanzando las investigaciones. Por ahora, el dirigente suizo renovó su mandato luego de que su adversario, Ali Bin Al Hussein, decidiera bajarse del ballotage tras el resultado de la primera vuelta que arrojó una diferencia a favor de Blatter de 60 votos (133-73).

Pero más allá de las cuentas favorables entre los electores, y dadas las sospechas que recaen una tras otras sobre su gestión, lo más probable es que Blatter no tenga un quinto mandato fácil ni mucho menos. Las denuncias de corrupción que cayeron sobre las elecciones de las sedes de los Mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022, a las que se les suma el escándalo de corrupción en la comercialización de las próxima Copas América, incluida la Copa América Centenario, que estalló en Suiza pero cuyas consecuencias aún están por venir, han comenzado a horadar la estructura de poder del mandamás del fútbol mundial.

Por el momento, Blatter sabe que su poder se recortó. En su discurso, victorioso pero prudente Blatter expresó gratitud hacia sus pares y, para lo que será su quinto mandato consecutivo, que se extenderá hasta 2019, manifestó: Estaré durante los próximos cuatro años al comando de este barco llamado FIFA. Prometo llevarlo nuevamente a la costa y para ello debemos combatir algunas cosas que pasan. Será un desafío por resolver.

Es consciente Blatter de que los ojos del mundo estarán puestos como nunca antes en su gestión. El escándalo de corrupción le ha pasado muy cerca, mucho más de lo que hubiera deseado, al punto extremo de que líderes del mundo como el primer ministro británico, David Cameron, le hayan exigido la renuncia luego de desatado el escándalo. A Cameron le siguió la alemana Angela Merkel, quien exclamó que la corrupción debe ser combatida con urgencia.

El Departamento de Justicia estadounidense comunicó que en total fueron presentadas 47 acusaciones ante el tribunal de Brooklyn, Nueva York, por organización mafiosa, fraude masivo y blanqueo de dinero, entre otros. Según consta en los expedientes abiertos, los acusados estarían implicados en la obtención de sobornos por más de 150 millones de dólares. La fiscal general a cargo de la investigación, la estadounidense Loretta Lynch, catalog�� la causa como Corrupción rampante, sistemática y profundamente enraizada, que alcanzaría a dos generaciones de dirigentes.

Resulta difícil prever qué sucederá con la investigación y las detenciones ordenadas por la Justicia de Estados Unidos. Al menos para el caso de los empresarios argentinos, la AFIP, a través de su titular, Ricardo Echegaray, anunció el inicio de una investigación local por lavado de dinero contra Burzaco y los Jinkis.

Hace ya varios años el dirigente opositor al grondonismo en la AFA y actual presidente de Vélez, Raúl Gámez, viene pidiendo controles para el fútbol. Hace poco menos de un mes, en una entrevista publicada en el diario Página 12, Gámez señalaba la necesidad de que tanto los clubes argentinos como la asociación sean controlados por organismos especializados y que se realicen auditorías externas para analizar los números de las instituciones que reciben la mayor parte de sus ingresos por parte del Estado a través del programa Fútbol para Todos. Es obvio, a la luz de los acontecimientos, que se trata de una necesidad imperiosa. El Gobierno tiene, como socio en el negocio que es, los mecanismos para poner en marcha semejante empresa. También para investigar los orígenes del patrimonio del fallecido Julio Grondona, que también aparece inmerso en la trama de corrupción y enriquecimiento ilícito puesta sobre el tapete por la investigación del Departamento de Justicia de EE.UU., que contó con la colaboración, como espía encubierto, del ex presidente de la Concacaf entre 1990 y 2011, el estadounidense Charles Gordon Chuck Blazer, quien para evitar la cárcel como arrepentido trabajó como topo para el FBI dentro de las principales arterias de la FIFA, como el Comité Ejecutivo, de donde fue apartado en 2013.

(*) Sociólogo y periodista.