De hecho, el Frente para la Victoria se alineó detrás de la fórmula que sepultó las aspiraciones del ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, quien intentó disimular su malestar con una carta de lealtad hacia la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, aunque rechazó el pedido de la Jefa de candidatearse como gobernador de la provincia de Buenos Aires, donde el actual jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, tiene las más altas chances de vencer internamente a Julián Domínguez y Fernando Espinoza.

Contra todo tipo de especulaciones, la Presidenta no integrará ninguna lista y su hijo Máximo, a quien en los días previos se lo situó como un posible candidato a vicepresidente en alguna de las entonces listas oficialistas, irá por una banca de diputado en la provincia de Santa Cruz; y otro de los referentes del FpV, el ministro de economía Axel Kicillof encabezará la lista de diputados nacionales por la Ciudad de Buenos Aires, mientras que también camporista Eduardo Wado de Pedro hará lo propio en la provincia de Buenos Aires. La estrategia es clara, el kirchnerismo duro y La Cámpora tendrá una fuerte presencia en el Poder Legislativo.

El efecto que la conformación de la fórmula Scioli-Zannini provocó en la oposición, sobre todo en sus voceros dentro de la prensa, pareciera ser devastador. El enojo del periodista Nelson Castro frente a la pantalla, al que se le puede sumar el de Jorge Lanata en la radio, no deja lugar a otra interpretación. La oposición no parece encontrar respuestas contundentes al nuevo armado y la idea de fin de ciclo como nunca antes en los últimos meses se presenta a las claras debilitada. Ambos periodistas han tomado un tono apocalíptico sobre el resultado de las elecciones y hasta han adelantado un nuevo triunfo del oficialismo, sin dejar de acusar a los opositores por sus incapacidades y ambiciones personalistas para formar una gran alianza antikirchnerista. 

Cuánto tiene que ver con esto la aparición de Zannini, actual secretario de Legal y Técnica, es algo que se irá revelando de aquí a las elecciones de octubre. Ahora, con apenas unos días en la escena política, lo cierto es que la apuesta ha sacudido las estructuras de propios y ajenos. Zannini, maoísta en su Juventud como tambi{en los fueron los franceses Michel Foucault, Jacques Lacan, Gilles Deuleze- y kircherista acérrimo desde 1983, cuando luego de abandonar la cárcel donde permaneció como preso político entre 1979 y 1983, e 1979 y 1983, es quizás el hombre que goza de la mayor confianza de la Presidenta y es un claro referente dentro del núcleo de kirchnerismo puro. Verlo detrás del enfático joven Néstor Kirchner en el ya famoso acto de la Unidad Básica de Caleta Olivia en el 83, es un indicador de la importancia que el flamante candidato tiene en el trazado del Proyecto Nacional y Popular que ahora Scioli, con estricto control, viene prometiendo defender.

Es probable que, en este marco, tanto el Gobernador como la Presidenta ya hayan pactado ciertos mecanismos de funcionamiento para el caso de que la fórmula del FpV resulte otra vez ganadora. Por ahora, todo parece marchar  sobre ruedas, como suele ocurrir en las nuevas relaciones. Eso sí, habrá que prestar especial atención al desarrollo de los primeros meses de esta convivencia para apreciar el verdadero alcance político de esta flamante alianza que, a priori, se presenta sólida y difícil de superar en las urnas. De resultar vencedor, Scioli tendrá libertad para elegir a los integrantes de su gabinete, pero no podrá desatender el poder que el kirchnerismo duro tendrá dentro de las cámaras, desde donde podrá ejercer una suerte de control del rumbo que pueda tomar el País.

Más allá de las dudas acerca de si fue Scioli o Cristina Fernández de Kirchner quien eligió a Zannini como compañero de fórmula en la lista del Gobernador, si fue por convicción o simplemente porque Randazzo no medía en las encuestas frente a un hipotético ballotage ante el candidato del PRO, Mauricio Macri, de lo que no caben dudas es de que con este gesto contundente la Presidenta reafirmó una vez más su liderazgo dentro del FpV y, en principio, consiguió así garantizar que el nuevo gobierno surgido de sus propias filas no desande el camino que inició Néstor Kirchner después de jurarse no traicionar sus convicciones políticas al atravesar por primera vez como presidente el umbral de la Casa de Gobierno.

Mientras que el oficialismo concentrará sus energías en una única fórmula presidencial, la oposición multiplicará sus alternativas. Por caso, el Frente Cambiemos oficializó tres listas. La que tiene más chances de imponerse es la de Macri y la senadora Gabriel Michetti, ganadora hace ocho años en la Ciudad de Buenos Aires, y ya recompuesta después de una serie de cortocircuitos previos a las últimas PASO porteñas; la lista de la UCR que llevará como candidato a Ernesto Sanz y al economista Lucas Llach, hijo del ex ministro de Educación de la Alianza, Juan Llach; y la de la candidatura de la líder de la Coalición Cívica-ARI, Elisa Carrió, quien eligió como compañero al dirigente social Héctor Flores. En la C.A.B.A. habrá también tres listas para diputados nacionales que tendrán como principales exponentes a Patricia Bullrich, por el PRO; Mariano Genovesi, por el radicalismo; y a Hernán Reyes, por la Coalición Cívica. En cambio, para la provincia de Buenos Aires, tanto el PRO como la UCR cerrarán filas detrás del relator deportivo Fernando Niembro. Y para la gobernación, habrá también acuerdo entre el PRO y la UCR con la fórmula compuesta por la ministra porteña María Eugenia Vidal y el radical Daniel Salvador, quien reemplazará al arrepentido Cristian Ritondo. Está más que claro que la idea del PRO de armar también una lista única con Macri-Sanz y Carrió como candidata al Parlasur, fracasó como fracasaron los intentos de acercamiento entre el PRO y el Frente Renovador de Sergio Massa, la fuerza que mayores deserciones ha sufrido los últimos tiempos.  

Justamente, el ex intendente de Tigre ejemplo de ascenso y descenso político vertiginoso-, se presentará en las PASO dentro de la alianza Una Nueva Alternativa (UNA), en las que tendrá como contendiente interno al gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota. Felipe Solá no acompañará finalmente a Massa, sino que irá por la Provincia de Buenos Aires, mientras que el precandidato a vice será el intendente electo de Salta, Gustavo Sáenz. Para las cámaras, Facundo Moyano, hijo del camionero y líder de la CGT opositora Hugo Moyano, irá como ariete en la boleta de diputados bonaerenses, seguido por Graciela Camaño, esposa del líder de la CGT Azul, Luis Barrionuevo; en tanto que, para la Ciudad, la cabeza de lista será Marco Lavagna, hijo del ex ministro de Economía Roberto Lavagna.

Por su parte, la diputada y precandidata a presidenta por la alianza Progresistas, Margarita Stolbizer, llevará como compañero al dirigente del mutualismo cordobés Miguel Angel Olaviaga. Para la ciudad presentará la candidatura de ex fiscal y actual diputado por la UCR Manuel Garrido y el candidato principal para diputados por la provincia de Buenos Aires será el ex intendente de Azul y actual diputado del GEN, Omar Duclos.

Por último, la fórmula de Compromiso Federal, que promueve la candidatura del puntano Adolfo Rodríguez Saá y Lilana Negre de Alonso, llevará como candidato a diputado por Buenos Aires al piquetero Raúl Castells, y en la ciudad el primer candidato será Luis Lusquiños.

Donde no hubo grandes movimientos a lo que se venía previendo fue en los partidos de izquierda, quienes confirmaron las listas que se venían barajando. El Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) ratificó las precandidaturas de Jorge Altamira y Juan Carlos Giordano por el Partido Obrero e Izquierda Socialista, y de Nicolás del Caño y Miriam Bregman, por el Partido de los Trabajadores Socialistas. Mientras que, Néstor Pitrola (PO) y el gremialista ferroviario Rubén Pollo Sobrero (IS) pelearan por la candidatura para la gobernación de Buenos Aires con el diputado Cristian Castillo y Javier Hermosilla (PTS).

Cerradas el último sábado las listas de candidatos, los argentinos quedaremos durante los próximos días como meros espectadores de una lluvia de encuestas electorales algunas de ellas claramente tendenciosas- a través de las cuales se buscará no sólo informar sino también influir sobre las urnas. El foco estará puesto en las ideas de continuidad o ruptura del rumbo que ha tomado la Argentina desde 2003. Habrá también una espectadora de lujo: la Presidenta, quien luego de ocho años de gestión propia dejará el poder con imagen positiva, aunque, eso sí, con el sabor semiamargo de no haber podido encontrar, en estos doce años de gobierno kirchnerista, un sucesor que no le genere desconfianza.

*Sociólogo y periodista.