La Auditoria General de la Nación (AGN) realizó un informe sobre la Administración de Parques Nacionales (APN), dependiente del Ministerio de Turismo de la Nación, con el objeto de verificar la implementación de los Planes de Manejo de Áreas Naturales Protegidas de la Eco-Región Bosque Patagónico-Patagonia Sur. Entre otras cosas, detectó serias falencias a la hora de conservar los sitios arqueológicos en el Parque Nacional Tierra del Fuego y remarcó que una de sus principales causas es la presencia, sin control, de los conejos.

El informe del organismo de control, dado a conocer recientemente por el portal ElAuditor.info, detalla que en los sitios arqueológicos el mayor factor de pérdida, aun sin subsanar, se da por la presencia de conejos. No hay un proyecto previsto para el control de esta especie, a pesar de que viene reiterándose el problema, sentenciaron los auditores que analizaron el periodo 2011-2013.

En el caso concreto del conejo europeo, existe un reclamo permanente de diversos sectores productivos y conservacionistas que se han sido afectados de manera negativa por esta especie exótica. Sin embargo, pese a la existencia de varias iniciativas oficiales, ninguna llegó a concretarse.

Según un informe del especialista del INTA Bariloche, Doctor Never Bonino, es importante tener en cuenta que, mientras más tiempo se demora en encarar una estrategia de manejo, mayor será la magnitud del problema y más compleja su solución en términos de estrategia y de costos. Pensar en la erradicación de esta especie en la provincia es una tarea prácticamente imposible dada la magnitud y características de su área de distribución actual, explicó Bonino.

GestionPublica.Info se comunicó con la Administración de Parques Nacionales para consultar por las medidas tomadas para controlar esta plaga, pero luego de una serie de llamadas telefónicas e intercambios de e-mails no dieron ninguna respuesta.

Castores invasores

Sumado a las bajas temperaturas y la presencia de los conejos, los habitantes de Tierra del Fuego tienen otra preocupación: los castores. Es que este roedor, introducido en nuestro país en 1946, ya supera en número a los seres humanos 150.000 sobre 136.000-.

En diálogo con GestionPublica.info, la directora del laboratorio del Centro Austral de Investigaciones Científicas e investigadora del CADIC-CONICET, Marta Lizarralde aseguró que estamos preocupados hace mucho tiempo, los estamos estudiando desde 1988 y tenemos mucha información sobre el impacto. Son una especie invasora que se va expandiendo por las características que tiene.

Se introduce en el año 1946 con la idea de suplir la falta de fauna nativa a través de una decisión política que terminó saliéndose de control, sentenció Lizarralde. La idea de fomentar la industria peletera no contaba con que,  por la falta de depredadores, el castor iba a tomar dominio absoluto del archipiélago.

Según la investigadora de CADIC, desde hace muchos años se ha intentado controlarlo a través de distintas alternativas. Luego de un estudio de factibilidad, desde el 2007 hay algunos proyectos de erradicación y otros de control pero los fondos no llegan porque todavía no hay una decisión determinada, continuó.

El castor está afectando al medioambiente pero es el propio ecosistema el que equilibra las falencias que este genera. Las principales desestabilizaciones que ha generado son la desaparición de árboles en los bosques de rivera y los desbordes de lagos, arroyos y ríos, recordó Marta Lizarralde.

Palomas porteñas

Las palomas no son plaga, pero son una parte del paisaje. Según le informó a este medio el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires (MAyEP), pese a que infinidad de científicos concuerdan en que la paloma es un claro vector de enfermedades, en nuestra ciudad no está considerada plaga por norma alguna. Es por eso que no se las puede combatir ni exterminarlas. El Estado no efectúa ningún tipo de acción en su contra, por no ser legal, remarcaron.

En la ciudad existen dos ordenanzas de 1940 y 1960 que prohíben la caza y la destrucción de los nidos de palomas y nunca se buscó alguna reforma de las mismas. Esto ha llevado a que se genere una superpoblación de la especie.

Los particulares pueden ahuyentarlas con  la utilización de químicos en forma de gel, aerosoles y/o repelentes que las mantiene alejadas de los lugares donde se rocía con ellos por lo menos por 6 u 8 meses, también por la contratación de empresas especializadas, que son habilitadas por la Agencia de Protección Ambiental, y también mediante el empleo de cerramientos que les impida posarse o anidar en balcones y/o ventanas, concluyó el MAyEP en diálogo con GestionPublica.info.