A pesar de haber estado involucrada en la función pública durante casi 20 años, Irma Roy no se califica como política sino como una actriz devenida en política. Egresada del Conservatorio Nacional de Arte Escénico, su carrera artística comenzó en los años 40’, y ya para 1950 debutó en la pantalla grande con Cinco grandes y una chica, de Augusto César Vatteone.

Luego de varias y exitosas participaciones en el mundo televisivo y radial, su llegada a la política se la debe a la amistad que construyó con Antonio Cafiero y a una propuesta que sintió como un desafío. Según relata la actriz, con una envidiable y minuciosa memoria, en 1987 cuando el justicialista gana la gobernación de la provincia de Buenos Aires (campaña que apoyó y siguió desde muy cerca) en una de las tantas caminatas por las calles bonaerenses, comienza a anunciarla, mitad en broma y mitad verdad, como la candidata a diputada. A mí no me desafías, porque si lo haces perdiste; voy a pelear por obtenerlo, reconoce Irma Roy. Y así fue. Ese mismo año ingresó a la cámara Baja, y obtuvo la presidencia de la comisión de Familia, Mujer y menor.

Fui tan honesta que deje mi carrera artística, no quería hacer las dos cosas juntas. Soy muy apasionada y sobre exigida; si soy diputada no puedo dedicarme también a otra faz de mi vida que es el teatro o la televisión, afirma. Ahora, ya desde la vereda de enfrente, reconoce que muchas veces se pregunta por qué lo hizo?, y la respuesta llega sola: fue el destino.

A lo largo de su gestión en el Congreso Nacional, la actriz argentina destaca que descubrió un mundo que hasta aquel entonces ignoraba: Las sesiones eran una maravilla, una clase de cultura general que recibía cada semana. Llegaba primera y me iba última. Pero esa misma clase de cultura general que tanto aprovechaba, también le hizo dar cuenta que precisaba otra mirada y conocimientos para estar sentada dentro de ese ámbito. Entonces, por recomendación de sus asesores, estudió psicología social, y a los cuatro años de cursada se recibió. Me cambio hasta mi propia vida, empecé a mirar todo desde otra perspectiva, a valorarme, porque yo nunca me había querido, confiesa. 

De su paso por la cámara Baja, se destacan las leyes de Violencia Familiar, la modificación de la Ley de adopción y el impulso a la Ley de Cupo femenino. Yo estaba al servicio de la gente, todo lo que hice fue para beneficiar a la mujer y la familia. Los proyectos me los dictaban los vecinos que venían a mi oficina y me hablaban de sus problemas, afirma Irma Roy y recuerda también que su relación con el resto de los diputados era muy buena. Había entrado en sus casas, me amaban sus madres y tías. Es muy difícil atacar a alguien que ya forma parte de tu familia, reflexiona.

Finalizado su mandato y alejada de la política, Irma Roy no se priva de hablar de la actualidad del país y destaca: los argentinos somos seres apasionados, votamos por simpatías, no por condiciones del candidato. Hay que renovar, cambiar las caras, hoy los funcionarios se desacreditan todo el tiempo. ¿A nadie se le ocurre hacer alguna cosa buena para la gente?. No hay un afán de colaborar, nos merecemos un país mejor, tenemos mucha gente inteligente y capaz. Los jóvenes nuestros son inquietos, deberían tener la posibilidad de prepararse, afirma.   

Ante la consulta de si volvería a postularse en algún cargo político, la actriz duda por unos instantes y luego confiesa: No sé. Siempre digo que no soy muy normal, no tengo idea. Yo creo que en mi vida volvería muy pocos pasos atrás, ya están pasados, incluyendo los dolores y las pérdidas. ¿Por qué voy a volver a vivirlo? Siempre pienso para adelante. Igualmente, admite que le encantó ser diputada y agrega: Me cultivo horrores. Fue una buena experiencia y etapa, pero ya pasó. Ahora estoy en otra, hago teatro y me divierto, estoy con gente joven. Tengo otra lucha. A modo de finalizar la charla, una Irma Roy distendida y reflexiva, afirma: Creo que no pase en vano por este mundo. Siempre digo que aunque una sola persona te recuerde, no te fuiste del todo.