"Creemos que hay que desburocratizar el Estado"
El titular de la AGN afirma que el desafío es introducir a ese organismo de control en la era digital. Y que sus informes deben ser comprensibles hasta para "Doña Rosa". Cuenta que hay 450 causas penales basadas en informes de la Auditoría. Su relación con el PEN.
Oscar Lamberto es el titular de la Auditoría General de la Nación (AGN) desde hace un año, cargo que ocupa por pedido expreso del PJ, al que le corresponde la titularidad del cuerpo en condición de primera minoría parlamentaria.
"Estaba mejorando mi handicap en el golf y me vinieron a buscar", simula quejarse, en un mano a mano con 3Días.
Según declara este contador santafesino, con extensa trayectoria parlamentaria y como auditor, el actual desafío es desburocratizar el principal organismo de control e introducirlo a la era digital.
¿Algo está cambiando en la Auditoría?
-El problema es cómo nos posicionamos frente al control que viene. O adaptamos la casa a un Estado sin papel o nuestros auditores se van a sentar en la plaza. Tenemos que subirnos al tren e incorporar nuevas formas de evidencias: fotos, videos, drones… Hay que hacer tarea de inteligencia con el uso de redes y convocar a las organizaciones no gubernamentales especializadas para que te cuenten qué ven. Y sacar un producto más cercano a la gente. Doña Rosa debe entender nuestros informes.
¿Y la Auditoría General está cerca de eso?
-Lo intentamos. Hicimos una aplicación para ver desde el teléfono una síntesis de los informes; trajimos de Chile el concepto de auditoría en red, que facilita la redacción de los trabajos y vamos a adoptar la firma digital. Definitivamente, va a desaparecer el papel de la casa. Tenemos un gran atraso conceptual, en particular por los abogados que adoran los expedientes cosidos con hilo…
¿Y habrá cambios operativos? ¿Hacer controles ex post no recorta demasiado las atribuciones de la Auditoría?
- El control posterior está pensado para no poner palos en la rueda a la gestión. El que tiene que tomar decisiones no puede estar esperando seis meses con una obra parada para que lo auditen. Pero no por eso es ineficiente: la Justicia puede ir a buscar a un ex funcionario que incumplió su deber y condenarlo. Siempre se asume un riesgo.
n Pero los análisis son tan lentos que ese riesgo pueda que se licúe…
-Con los nuevos métodos de trabajo pensamos tener una auditoría a lo sumo en nueve meses. Ahora demora más que un elefante en parir (27 meses). El burócrata sabe que un informe tardío y de 400 hojas no se lee y eso atenúa su responsabilidad. Por eso hay que desburocratizar al Estado. Darle eficiencia y dinamismo.
¿El principal hallazgo de los auditores son hechos de corrupción?
-Nosotros tenemos un plan que aprueba el Congreso, lo que garantiza un trabajo serio. Si no, al plan te lo hacen la tapa de los diarios. Si alguien cobró una coima en un banco suizo no se encuentra. Pero salta si una obra resultó ajena a sus costos. Cuando hay delito hay falla administrativa: eso es lo que nosotros buscamos.
¿Y ahí informan a la Justicia?
-No hay tiempo de hacerlo. Apenas se produce un informe los jueces nos lo piden. Inmediatamente. Hay 450 causas penales basadas en informes de la Auditoría. Si hay presunción de un delito podemos informar a un juez. O al Congreso que, a su vez, puede dar parte a la Oficina Anticorrupción, la Procuración o la Fiscalía.
¿Tienen resistencia para conseguir la información que usan como insumo?
-Nadie quiere que lo controlen. Pero hay funcionarios colaborativos y otros que piden plazos largos o mandan información por partes. Hubo un funcionario del Enargas en la época de Kirchner que hasta exigía título habilitante de los auditores. Todo para ganar tiempo.
Los informes se difundieron muchas veces especulando con su impacto político.
- Ahora difundimos todo y en un triple formato. Los informes ejecutivos hasta se sintetizan en video.
¿Cómo se lleva con el Poder Ejecutivo?
-Ni bien ni mal. Mi diálogo es con (Emilio) Monzó y (Gabriela) Michetti. Una vez le pedí una audiencia al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y jamás me contestó el llamado. Pero me siento mejor, ya que estoy más independiente. Otra vez llamé a Patricia Bullrich cuando nos mandaron acá todo los originales del expediente del Correo y queríamos custodia. Me contestó a la noche y nosotros ya habíamos contratado a la Gendarmería. ¿Mire si se hubieran quemado las cajas?