Entrelazamientos de causas de diversos orígenes obstaculizan el logro de un hábitat seguro y funcional en la Ciudad de Buenos Aires. Nos acotamos a los espacios públicos destinados al tránsito de peatones, dada su alta incidencia en la calidad de vida de quienes habitan o concurren a diario a la Ciudad.

En líneas generales, los estudios científicos muestran que la mayor parte de las caídas están descriptas como dentro de la casa, mientras que nosotros, en la población del Hospital, vemos que la mayoría de los adultos mayores sufren caídas en la calle. Esto lo dijo Fabiana Giber, Coordinadora del Área Evaluación de caídas en Adulto Mayor del Hospital Italiano.

El envejecimiento poblacional generó un notorio incremento de adultos mayores, portadores de problemas visuales y andar claudicante, cuando no discapacidad motora. Sus caídas presentan alto riesgo de generar traumas con secuelas discapacitantes. A su vez, debido a los múltiples avances tanto científicos y técnicos como legales y en materia de derechos humanos, se incrementó el número de personas con discapacidad en condiciones de vida activa, con su consiguiente circulación cotidiana por las calles de Buenos Aires.

Para el conjunto de la población, y especialmente para estos dos grupos poblacionales, se ponen de relieve los obstáculos y las riesgosas condiciones físicas que ofrecen veredas y cruces peatonales. Una reciente visitante expresaba con pena que, pese a recorrer calles de una gran belleza, no se animaba a quitar la vista del piso, paso a paso, por el temor que le inspiraba el deterioro de sus veredas.

Según una nota publicada en el diario PERFIL, el Gobierno porteño recibió 18.334 reclamos a lo largo del año pasado por aceras en mal estado, a través de los 15 centros comunales y el número telefónico 147, según información de la Secretaría de Atención Ciudadana y Gestión Comunal.

Síntesis de causas: 

  • La poco feliz elección, hace décadas, de especies para el arbolado de las veredas de Buenos Aires, dio lugar a la eclosión de una masiva explosión de las veredas, presionadas por las raíces.  
  • La red de infraestructura urbana, con su traza subterránea, demanda permanentes tareas de ampliación y mantenimiento que implican roturas y reparaciones de veredas. No obstante, las reparaciones a cargo de las empresas privadas prestadoras de servicios se concretan a menudo luego de largas semanas o meses, o nunca; y son de dudosa calidad, reflejada en las irregularidades de la superficie de vereda y en el rápido desprendimiento de las baldosas de un también irregular contrapiso.
  • Obras en la vía pública o en predios particulares no proveen de una senda alternativa segura y accesible: veredas invadidas por materiales u obradores obligan a los peatones a circular por calles saturadas de vehículos.  Reparaciones a cargo de entes del GCABA, con remoción de baldosas, se realizan sin cercos ni avisos de advertencia, generando situaciones de mayor peligrosidad que las que se procurar evitar.

Las veredas, que deben asegurar una única superficie continua y regular, se generan en Buenos Aires mediante segmentos que dependen de cada frentista y, además, no existe por parte del GCABA un monitoreo de su calidad constructiva, ni la exigencia de su reparación.

Por su rol esencialmente público, las veredas no debieran depender de particulares, sino del Estado. Éste debiera ser el responsable directo de las condiciones de las veredas, espacio de incidencia directa en la salud de habitantes y visitantes. La situación actual expone a graves riesgos al conjunto de los peatones.

Rol del Estado:

  • Incrementar significativamente el presupuesto asignado a reparación de veredas.
  • Asegurar las condiciones de las veredas modificadas por empresas de servicios, ya sea mediante un férreo control y penalidades, o por intervención directa en las reparaciones. Pero sin dejar de ser el responsable directo.
  • Rever métodos constructivos de veredas, reemplazando el uso de baldosas por estructuras con terminación superficial continua; con diseño y calidad acordes a su función.
  • Asegurar una franja peatonal continua, libre de elementos invasivos originados por obras o por equipamientos urbanos o privados.   

Accesibilidad y cruces peatonales:

  • Los lechos rebajados (canaletas adyacentes al cordón de la vereda), en su intersección con el cruce peatonal, son causa de graves accidentes para usuarios de silla de ruedas o de bastones.
  • La colocación de asfalto en la calzada, capa sobre capa, alcanza espesores equivalentes a un escalón.
  • Los vados (rampas de la vereda), en su encuentro con la calzada no debieran tener diferencias de nivel, que alcanzan hasta 5 cm. en construcciones recientes.
  • Sobre la vereda, a todo el ancho del cruce peatonal, próxima al borde que limita con la calle, es imprescindible colocar señalización de advertencia para ciegos, tanto donde hay  vados, como en las veredas en las que la calle se eleva hasta el nivel de la acera.

Brigada Baldosa

La carrera de Comunicación de la UBA creó una llamativa campaña. Bajo el nombre Brigada Baldosa, buscan involucrar a los peatones para terminar con el mal estado de las calles porteñas. Es que, según datos oficiales de 2010, de los 16 millones de m2 de vereda que había en la Capital Federal un 37,5% estaba deteriorado.

La iniciativa incluye la distribución de un calco para que el peatón señalice aquellas baldosas sueltas y así evitar posibles accidentes. Además, se entregan datos de contacto para hacer el reclamo ante el Gobierno porteño, si son roturas producto de empresas de servicios públicos, y una carta pre escrita para solicitar la reparación ante un frentista. 

*Arquitecta de la Fundación Rumbos