El país está plagado de retos y desafíos que exigen ser resueltos: desde los grandes problemas estructurales, que se agravan año a año, a cuestiones coyunturales que irrumpen en la agenda pública y demandan atención urgente. Vivimos atravesados por problemáticas que se van acumulando en la lista de pendientes, configurando una realidad tan compleja como difícil de resolver. Un informe reciente prendió la alerta sobre otro problema que atañe en forma exclusiva a la población infantojuvenil de Argentina, que padece una doble carga de malnutrición, caracterizada por la coexistencia de malnutrición por déficit (lo que implica desnutrición y carencia de nutrientes) junto con malnutrición por exceso (sobrepeso u obesidad).

El diagnóstico y la información se convierten en insumos clave para identificar los déficits y/o excesos en el patrón de consumo.

El estudio, que fue elaborado conjuntamente por UNICEF y FIC Argentina, se titula “Situación alimentaria de niños, niñas y adolescentes en Argentina. ¿Dónde estamos y a dónde vamos?” nos permite conocer el patrón de consumo de alimentos de la población infantojuvenil de nuestro país y analizar en profundidad sus inequidades. El mismo fue realizado en base a una metodología de estudio descriptivo transversal, a partir de los datos que arrojan la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNYS 2018) y la Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE 2012 - 2018).

De este modo, el diagnóstico y la información se convierten en insumos clave para identificar los déficits y/o excesos en el patrón de consumo de este segmento particular de la población y, al mismo tiempo, pone de manifiesto la necesidad de promover la implementación correcta del marco regulatorio vigente, a la vez que propone otras medidas adicionales y complementarias.

Sus resultados principales destacan, por un lado, que existe una brecha entre el patrón alimentario actual de los niños, niñas y adolescentes respecto a las recomendaciones de consumo, y por el otro, que existe una malnutrición por exceso, reflejada en elevados índices de obesidad. Respecto a la primer cuestión, es importante destacar que los parámetros de consumo recomendados están contenidos en las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA), las cuales fueron publicadas por el Ministerio de Salud de la Nación y buscan incidir positivamente en la salud alimentaria a través de recomendaciones específicas sobre cada grupo de alimentos junto a estrategias nutricionales. 

El estudio compara los consumos declarados con los estándares recomendados, evidenciando que el consumo de los niños, niñas y adolescentes está alejado de las recomendaciones diarias en la mayoría de los grupos de alimentos, principalmente en cuanto a frutas y verduras, donde el promedio es de un 22% de lo recomendado.

Asimismo, los lácteos son consumidos sólo en un 55% de lo recomendado. Las GAPA también indican evitar el consumo de “alimentos opcionales, dulces y grasas” fijando un máximo de 13% de las calorías diarias. Sin embargo el informe señala que hay un alto consumo de este grupo de alimentos, representando un 34,50% del aporte calórico promedio en la población de 2 a 17 años.

La población infantojuvenil de Argentina se alimenta principalmente a base de ultraprocesados.

Otra situación preocupante se revela al analizar el patrón de consumo infantojuvenil de acuerdo a la clasificación NOVA, que divide a los productos alimenticios según la naturaleza, grado y propósito de su procesamiento. Indagando sobre el aporte de energía en la población de 2 a 17 años según esta clasificación, se observa que el consumo de productos “ultraprocesados” es el de mayor aporte calórico, con un 36,3% del total. Es preocupante cómo la alta ingesta de productos ultraprocesados atraviesa a toda la población en estudio, constituyendo la base de su alimentación.

La otra cuestión de gravedad señalada por el informe tiene que ver con la obesidad, denominada también malnutrición por exceso, la cual, reflejada en los índices de obesidad, presenta una mayor prevalencia en el grupo de edad de 6 a 12 años (con un 24,2%, IC 22,8-25,6), seguida por el grupo de 13 a 17 años (17,2%, IC 15,7-18.7) y por último el grupo de 2 a 5 años (con 6,6%, IC 5,5-7,7). Este tipo de malnutrición está directamente asociada a la pobreza en adolescentes de 13 a 17 años, siendo que aquellos con nivel socioeconómico más bajo tienen un 58% más de probabilidades de obesidad, respecto a aquellos de nivel socioeconómico más alto. Para peor, el estudio comprobó que la malnutrición por exceso en adolescentes se encuentra en aumento en todos los grupos socioeconómicos.

Prevalencia de obesidad en Niños, Niñas y Adolescentes según grupos de edad (IC 95%).

El panorama que presenta este informe es altamente preocupante: la población infantojuvenil de Argentina se alimenta principalmente a base de ultraprocesados como bebidas azucaradas y carnes procesadas, mientras que no consume alimentos naturales y mínimamente procesados como frutas, verduras, legumbres, cereales integrales aceites y frutos secos en cantidad adecuada. En respuesta a esta problemática el documento pone de manifiesto la incidencia del costo de los alimentos nutritivos en la dieta, reclamando se incremente la disponibilidad y asequibilidad de una dieta más saludable.

Una alimentación adecuada es la base de una buena salud.

También se señala que este vínculo entre el alto consumo de ultraprocesados y la mala calidad de las dietas está vinculado a su alta disponibilidad comercial y el uso de un marketing agresivo que promueve su consumo excesivo. Un ejemplo de esto son las escuelas –tanto públicas como privadas–, en donde, según datos de la ENNYS, los niños, niñas y adolescentes están expuestos a un entorno no saludable que fomenta el consumo de alimentos y bebidas que debieran consumirse sólo esporádicamente.

Otro factor que incide en la mala alimentación de este segmento es la elevada exposición a la publicidad de productos alimenticios poco saludables, especialmente en medios digitales. Todo esto debiera ser advertido y regulado a nivel nacional y provincial, restringiendo el acceso de los niños, niñas y adolescentes a los ultraprocesados y promoviendo el consumo de frutas, verduras y otros alimentos saludables.

La situación descripta por el informe prende otra señal de alerta, que exige implementar de manera urgente  políticas públicas que promuevan un entorno alimentario saludable, contribuyan a mejorar el patrón de consumo y a cerrar las brechas alimentarias y nutricionales existentes en el país. A fin de cuentas, una alimentación adecuada es la base de una buena salud, garantizando a los niños, niñas y adolescentes de Argentina el pleno goce de sus derechos.