La felicidad y las risas
En una reunión, en una obra de teatro, en tantos lugares podemos reírnos en común, compartir y contagiarnos de las risas.
Pero, en el conteo final, no hay dos personas que, cada vez, se rían de las mismas cosas.
Incluso, las situaciones que nos han hecho reír en algún momento pasado, pueden no causarnos gracia en el presente o viceversa.
La risa es el símbolo de la felicidad como las lágrimas lo son de la tristeza, aunque haya verdades diferentes detrás de cada sonrisa o cada llanto.
Hace poco tiempo se dio a conocer el “Índice Mundial de la Felicidad” y, por séptimo año consecutivo, Finlandia encabeza este dichoso ranking.
El informe de la felicidad es una encuesta de Naciones Unidas sobre 156 países. En él, puntúan 1.000 ciudadanos de cada país y se le agregan 6 indicadores: niveles de PBI, esperanza de vida, generosidad, apoyo social, corrupción, y libertad.
Argentina ocupa el puesto 52, Finlandia, dijimos, el primero, seguido por los otros nórdicos, Dinamarca e Islandia, se cuela Israel en el cuarto y le siguen Países Bajos, Suecia y Noruega.
Entonces, salvo Israel, ¿el frío hace la felicidad?, ¿las noches largas? ¿Tendrá la felicidad algo que ver con la oscuridad?
Israel 2023 está en el cuarto lugar, pero hoy, 2024, está en guerra, ¿puede la felicidad, en tan poco tiempo, tener un vaivén tan brusco?
El PBI es uno de los indicadores de la felicidad. Parece que la pregunta de cuánto influye el dinero en nuestra dicha encuentra una respuesta afirmativa a la hora de elaborar el ranking.
Costa Rica es el país más feliz de Latinoamérica y 23° en el mundo; Uruguay, 28°; Chile, 35°; México, 36°; y Brasil, 49°, delante de nuestro lugar, 52°.
¿Se puede poner en una escala un valor tan profundo y abstracto, tan íntimo y personal como la felicidad?
Esta pregunta nos da pie para el “otro índice”, el que se le puede ocurrir a cada uno en una sobremesa, en un café, en algún tiempo compartido y ligero.
Me tomo el permiso de elaborar un ranking caprichoso, el de la risa, las sonrisas y el buen humor.
Los brasileños (primeros), por un tema entre genético y climático, son más alegres que los finlandeses (71°). Si a los asiáticos les avisas, los prevenís, de que les vas a contar un chiste ya se empiezan a reír antes del comienzo del chascarrillo, un poco por cortesía y, otro poco, porque son así.
Por ende, ubicamos a los mongoles segundos, a los japoneses, terceros, y a los chinos, cuartos, y descienden bastante los suecos (63°), los noruegos (64°) y los daneses (50°).
Los filipinos están quintos y los serbios, sextos. Los italianos van séptimos porque tienen la tarantela, la exageración y la picardía; octavos, los croatas. Los argentinos nos reímos de todos pero también de nosotros mismos, además somos campeones del mundo y el fútbol es el deporte más feliz del planeta (compensa la nostalgia del tango), por eso vamos novenos, y Costa Rica va 10°.
Los españoles inventaron el ¡Ole!, tienen el jamón, el aceite de oliva y la jota y, a pesar del ceño fruncido, están 15° detrás de Grecia (14°). Uruguay por su forma redonda y la murga, está 21°, Chile es un país largo y estrecho (54°).
Los ingleses tienen mucho sentido del humor pero están convencidos de que encabezan todos los rankings positivos, están 41°, después de los escoceses (34°) e irlandeses (38°).
Los alemanes toman mucha cerveza y tienen las mejillas rozagantes, van 16°. Los neozelandeses hacen el Haka (17°). Los mexicanos en el puesto 18° por sus mariachis, los tambores de Zambia (98°), los bailes del Congo, Corea del Sur, los turcos, los polacos, los rusos, los armenios, y así podríamos seguir.
No nos reímos de las mismas cosas. Están los que se ríen pese a la adversidad, los que encuentran humor para salir adelante, los que son como chicos a la hora de las sonrisas y los que nunca reirán. Los que quieren el “mundo feliz” de la novela de Huxley y los que buscan la felicidad de otro modo, en la entrega, en el ánimo, en el afecto.
Está dicho (¿y aceptado?) que la felicidad son momentos. Haciendo cálculos, fui feliz unos 24.388 momentos. No sé cuántos me esperan, pero voy por el próximo. Estate cerca.