“Tenemos mucha energía, ganas de transformarlo todo”
Flor del Alba Cruz es presidenta de la Federación Universitaria de Rosario. En charla con El Auditor.info habla sobre militancia, su carrera y el reclamo por el presupuesto universitario.
Flor del Alba Cruz nació en República Dominicana y a sus ocho años vino a vivir a Argentina. Comenzó a estudiar la carrera de Comunicación Social en la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario y hoy es la presidenta de la Federación Universitaria de Rosario. En una entrevista con El Auditor.info habla de sus primeros pasos como militante universitaria, repasa cómo siguió su carrera y cómo vivió estos meses en que el reclamo por presupuesto universitario fue protagonista en la agenda pública.
- Siendo una persona que vino desde otro país, que tuviste tu adaptación acá, pasando tu infancia y adolescencia en Pergamino para luego decir “me voy a Rosario a estudiar”. ¿Cómo fue tu llegada a la Facultad? ¿Cómo y por qué te convertiste en una militante política?
Empiezo a tener la idea de vivir en Argentina cuando mi padrastro y mi mamá empiezan a buscar donde radicarse entre República Dominicana y Argentina. En eso decidimos venir a Pergamino, provincia de Buenos Aires. A lo largo de mi vida en Pergamino fui a instituciones públicas: a la Escuela Secundaria Joaquín V. González, la Escuela Normal, y en la primaria estuve en la Escuela 4, que era la escuela de mi barrio. Una vez que decidí estudiar una carrera universitaria me incliné por Comunicación Social, influenciada por la materia de comunicación de 5° de la secundaria y una profesora que me recomendó estudiar en la Universidad Nacional de Rosario.
Todos los que vivimos en Junín, en Pergamino, en Rojas o en Salto tenemos mucho más cercana la UNR que la UBA. Ahora está la UNNOBA, pero para quienes no tenemos nuestras carreras o disciplinas en esa Universidad optamos por estudiar en Rosario y porque además, en mi caso particular, venía no solamente a estudiar una carrera universitaria, sino también a vivir una experiencia. Era empezar a vivir sola sin la "custodia" de papá y mamá cuando tenía 17 años. En ese momento –cuando decidí estudiar Comunicación– vine a una charla del ingreso donde hablaban los directores de las diferentes escuelas de la Facultad de Ciencias Políticas (Educación, Relaciones Internacionales, Comunicación) y ahí me encuentro con la Franja Morada en nuestra Facultad. Yo no venía de la militancia política ni sabía lo que era, no tenía mucho conocimiento de los partidos de turno ni nada.
- Vos llegaste como una chica que quería estudiar y ahí te encontraste con la Franja Morada en la puerta de la Facultad
Claro, me empiezo a vincular con la política recién cuando empiezo a estudiar en la Universidad. Anterior a eso no había tenido ninguna experiencia previa de ningún tipo, en ningún partido. Entonces mi primer acercamiento con la militancia fue con la política universitaria.
- ¿Y por qué hacés esa distinción?
Creo que más allá de que hay objetivos y estrategias comunes con la política por fuera de la universidad, también hay distinciones en estrategias que tenemos y en la idiosincrasia, la institución universitaria es diferente. Mi primer vinculación con la política fue la militancia universitaria. Conocí a chicos del Centro de Estudiantes (en ese momento la Franja conducía el Centro) y empiezo a interiorizarme un poco más. Les pasé mi número de teléfono para estar en contacto y enterarme de las charlas para ingresantes, actividades, fiestas, reuniones y demás. Esto fue entre septiembre y octubre de 2015.
Ingresé a la Facultad en 2016 y, ya en enero y febrero, empecé a coordinar con algunos de mis compañeros para que nos encontremos a charlar. Uno de los chicos de la Franja me invita a participar en el Congreso sobre Democracia que se iba a realizar ese mismo año. Este Congreso fue motorizado por los jóvenes militantes de la Franja Morada en los `90 para poner en agenda pública y visibilizar la situación de las Universidades Públicas en torno al financiamiento y la búsqueda del arancelamiento por parte del Gobierno de Menem. Esa historia a mí me conmovió mucho, porque muchas de las actividades que se proponen en las facultades son organizadas y realizadas en torno a las autoridades institucionales o de gestión. Este Congreso lo más valioso que tiene es que viene de un grupo de pibes y pibas que intentaron que se posicione la problemática que estaban atravesando en ese momento las universidades.
Decido sumarme y empiezo a acercarme mucho más. Me empieza a gustar mucho más no solo la política, sino también el grupo humano que estaba en ese momento. Como yo, se suman otros compañeros con los que empezamos a hacer política en la Franja y con una idea humilde de aportar un poco a los y las estudiantes de la Facultad. Después, en 2017 y ya sumada a la organización, perdemos el Centro de Estudiantes. La noticia en los diarios era que la Franja Morada se había quedado sin el único Centro de Estudiantes que seguía sosteniendo –que era el de nuestra Facultad–, y creo que más allá de sentir culpa, esto fue una manera de motivarnos para que nunca más tengamos que escuchar o ver una noticia tan triste como que nosotros nos quedamos sin ninguna herramienta gremial, porque eso quiere decir que no estábamos interpelando al estudiantado.
Interpelar y representar al estudiantado es lo más importante y creo que es lo que también nos hace seguir permaneciendo año tras año.
Para mí, que soy de la Franja, interpelar y representar al estudiantado es lo más importante y creo que es lo que también nos hace seguir permaneciendo año tras año mientras organizaciones estudiantiles se rompen o mientras organizaciones estudiantiles son condescendientes con los Gobiernos de turno. Entonces la noticia me chocó mucho, porque venía con la expectativa de seguir conduciendo el Centro de Estudiantes. Pero uno cuando empieza estos desafíos tiene mucha incertidumbre y necesita una motivación para continuar en el ejercicio de la tarea. En ese momento la tarea era volver a ganar el Centro. Así pasamos el 2017 y llegamos al 2018 con un panorama político donde había una agenda feminista muy marcada –impulsada desde el Ni Una Menos en 2015– en la que, quizás, no éramos protagonistas las mujeres que veníamos del radicalismo o de la Franja Morada, sino que habían otras protagonistas de otros partidos políticos en la agenda pública o mediática nacional. Sin embargo eso no impidió que tengamos discusiones a nivel nacional y para dentro de nuestra estructura universitaria. Y ahí eso me impulsó muchísimo a seguir en la militancia. Creo que la mayoría de quienes nos encontrábamos en organizaciones estudiantiles éramos muy críticas: previo a esto no se discutía mucho en profundidad el feminismo en las organizaciones –sean cuales sean– y que al poner la sociedad en agenda pública el tema del aborto legal, seguro y gratuito (que era una lucha que ya venía desde los '90 con otras mujeres protagonistas) teníamos que empezar a visibilizarlo. Y creo que la Universidad pública lo tocó mucho, porque toda la comunidad universitaria, incluso con sus diferencias –como sucede ahora– fueron a bancar una causa justa, que tenía la legitimidad de muchos sectores de la sociedad. Para jóvenes como yo –que empezaban a militar– fue bastante definitorio el debate político del feminismo, para continuar motivándome, tener una causa para defender y por la cual luchar.
Después viene el 2019 y lo que pasó a nivel nacional no es desconocido para los que estamos en el ámbito político: una victoria contundente de Alberto Fernández. Ahí nuestra organización empieza (a medida que va pasando ese tiempo y ese Gobierno) a discutir lo que estamos discutiendo también ahora, que era la política pública específica para la educación y por supuesto para la Universidad, no sólo en términos materiales, sino también en términos políticos. Y en el 2022 –después de la pandemia– salimos muy fortalecidos como Franja, sostuvimos un mismo discurso criticando muchísimo el Centro de Estudiantes de ese momento en nuestra Facultad porque entendíamos que todo lo que pregonaban sobre independencia política, sobre transparencia, sobre su accionar, sobre pilares democráticos, muy poco se notaba en su manera de actuar y de hacer, y bueno eso llevó a que en el 2022 –una vez pasado el proceso de pandemia y ya de vuelta en la Facultad– ganamos las elecciones y recuperemos el Centro de Estudiantes de la Facultad de Política. A su vez también se dio un proceso muy interesante a nivel regional: recuperamos centros como Derecho y como Psicología, y también crecimos en Facultades donde no teníamos una gran participación.
- Mencionaste que la militancia en la universidad tiene una idiosincrasia diferente, ¿de qué se trata esta diferencia?¿Qué nos podés decir de la política universitaria para que aquel que no la conoce pueda entenderla un poco mejor?
Las luchas universitarias son el motivo por el cual –no solo este gobierno sino gobiernos anteriores– nos intentan desprestigiar.
La militancia universitaria tiene un valor trascendental en nuestro país y también forma parte de las discusiones que se dan en otras instituciones de la política y en otros territorios o espacios. Primero que nada porque es formadora. La Universidad es formadora de personas a las cuales se les intenta promover un pensamiento crítico, entendiendo a la educación como una herramienta, como una manera de ser un poquito más libre. Después el valor de la militancia universitaria se lo da la historia y, para quienes no conocen, no hace falta más que buscar un libro o ver un vídeo de todo lo que hemos hecho: como la Reforma Universitaria en 1918, como la conquista de la gratuidad en 1949, como las disputas a todos los gobiernos autoritarios de turno. Creo las luchas universitarias son el motivo por el cual –no solo este gobierno sino gobiernos anteriores nos intentan desprestigiar. Si hablamos de gobiernos pasados, hubo muchos que tuvieron la intención directa de intervenir las universidades y destruir su autonomía, no solamente los dictatoriales sino algunos elegidos por el pueblo.
Muchos gobiernos han querido acallar o cercenar lo muy rico y valioso que sale de esos lugares. Porque muchos después queremos continuar con una carrera política. Por ejemplo, estaba revisando los diarios de los '90 y en aquel entonces hubo una marcha similar a la marcha del 23 de abril: con la misma idea, el mismo sentido con el que hoy estamos luchando, pero con distintas caras. Los de aquel momento eran jóvenes universitarios que hoy en día ocupan cargos de decisión y gestión como rectores, decanos y otras autoridades importantes dentro de la universidad, y también personas que forman parte de la Cámara de Diputados, de Senadores, incluso Intendentes o Gobernadores: todos atravesados por la Universidad Pública. Ahí está el valor más preciado que tenemos, somos creadores de personas con un gran conocimiento y espíritu crítico, que tienen mucho para ofrecer a la ciudadanía. Ver en una marcha como la del 23 de abril a rectores y rectoras de todo el país, a representantes estudiantiles y a los propios estudiantes de la Universidad Pública, compañeros y compañeras, todos embanderados por un mismo motivo, con una misma consigna y una misma idea le da mucha potencia a un movimiento.
No podemos dejar de decir que la política le ha fallado a la gente –o lo que la gente entiende por política– porque hoy en una encuesta de Zuban Córdoba y Asociados se veía cómo la Universidad tenía un 61% de legitimidad, mientras que los partidos políticos estaban últimos con un 5%. Hoy los y las militantes universitarias encontramos nuestra legitimidad en que estamos todos los días, todo el día con los estudiantes. Es muy difícil que un estudiante no crea que es una causa justa pedir un aumento en los gastos de funcionamiento ante un presupuesto congelado, cuando vos sos el mismo que lo acompaña a cursar, cuando sos el mismo que le ofrece actividades a la par de su currícula académica para que se pueda seguir profesionalizando, cuando sos el mismo que presentas un proyecto al Consejo Directivo o al Consejo Superior para la apertura de residencias o para la apertura de comedores. Creo que hay una gran reivindicación de los estudiantes en torno al trabajo que hacemos los militantes. Creo que nuestro compromiso, nuestra responsabilidad y el hecho de priorizar lo colectivo por encima de lo individual hace que nuestras organizaciones no se encuentren viciadas por lógicas que hoy siguen siendo parte de los sindicatos e incluso de partidos políticos.
- Pasaste de ser presidenta del Centro de Estudiantes a ser presidenta de la Federación Universitaria de Rosario. ¿Qué cambio implicó eso para vos? ¿Qué dimensiones empezaste a ver desde ese lugar y a qué mundo te enfrentaste cuando te tocó hacerte cargo de esa responsabilidad que todavía seguís ejerciendo?
A quienes estamos dentro de la militancia universitaria muchas veces nos tildan de cerrados, incluso muchas veces se ha planteado que por un lado, está el territorio y, por otro lado, la Universidad. Sin embargo, la Universidad también es un territorio, que tiene su lógica, tiene sus dinámicas. En sus estructuras hay una cuota de desigualdad y, por lo tanto, es importante que sigan existiendo personas con el espíritu de acercar la universidad a la gente y embarcarse en proyectos que trascienden las paredes y los pasillos de la Facultad. Por ende, en principio, como militante universitario uno hace actividades "base" como los grupos de estudio, de acompañamiento pedagógico, de conseguir y poner a disposición el material de estudio para que los estudiantes puedan rendir y aprobar materias, pero también hay proyectos muy ambiciosos. Nosotros, además de trabajar en todas esas dinámicas, tenemos proyectos vinculados a la Universidad y a la Ciudad, donde tratamos de vincular un poco más a la universidad con la realidad social.
Creo que también los Centros de Estudiantes tienen una política muy centralizada en la cotidianidad de las diferentes facultades.El presidente de un Centro tiene que pensar políticas direccionadas a la Facultad, pero cuando se empiezan a tener responsabilidades por fuera de lo que es la casa común, del espacio cotidiano, claramente significa un desafío: no es lo mismo conversar con las mismas agrupaciones, con los mismos estudiantes, con las mismas personas que día a día militan con vos hace muchísimos años, que empezar a tener diálogo y vinculación con sectores y actores políticos de toda la universidad y con actores políticos de la Ciudad. Hoy la Federación Universitaria es un actor político de importancia para Rosario, y eso es mérito de muchos compañeros y compañeras que ponen una mesita en una facultad y que encuentran en el proyecto que tenemos como FUR la posibilidad de desplegar una idea y verla materializada en un montón de proyectos.
Entonces lo primero que significó ese cambio del Centro a la Federación fue un desafío, y lo segundo, fue la posibilidad de que eso por lo cual militábamos, buscábamos tener representación estudiantil desde 2017, se logre y se concrete. Siempre dijimos que nuestro objetivo era intentar transformar muchas de las realidades en la cual vivían los estudiantes como nosotros, pero también el de un proyecto de ciudad o de universidad que sea más adaptativo.
En la Federación, en términos concretos, firmamos un convenio con el Banco Municipal y bancarizamos a más de 3.000 estudiantes de la UNR. Después continuamos con proyectos de extensión y realizamos trabajo barrial sostenido. Ahora estamos con un convenio con muchísimos espacios y comercios de la Ciudad e intentando que los estudiantes puedan llegar con menos problemas a fin de mes. Para eso, lanzamos Comunidad FUR, que es una manera de hacer conocer a la Federación. La Federación llega a estos estudiantes con una medida que tiene una acción directa: buscamos que tengan una obra social, descuentos y promociones para las necesidades básicas como el alimento, pero también pensamos en el esparcimiento de las juventudes, que hace muchísimo no existe un Gobierno que tenga una política o proyectos direccionados a las juventudes y que los interpele de manera directa, no solamente cuando hay procesos electorales cercanos.
Todas las conquistas que se lograron no se hicieron en soledad, con quienes son militantes, sino que hay un aval estudiantil. Nos falta muchísimo, por supuesto, pero vamos en un buen camino. Lo hacemos realmente porque tenemos una convicción y creo que eso viene de la juventud. Tenemos mucha energía, ganas de transformarlo todo. Ese espíritu creo que le hace falta a la política nacional: discutir un poco más, accionar un poco más y generar consensos.
- Tuviste un protagonismo importante como presidente de la FUR en defensa de la universidad, trajiste la voz de los y las estudiantes de Rosario a Buenos Aires para la marcha del 23 de abril,¿Cómo viviste todo este proceso?
Fueron meses muy movidos. En diciembre del año pasado sacamos un comunicado con la Federación titulado "Ni voucher ni arancel" posicionándonos en contra de las medidas que estaban contenidas dentro del programa electoral del gobierno de Milei. Luego sacaron el DNU y unas semanas después presentaron la propuesta de la Ley Bases. Lo primero que hicimos fue leer los artículos para discutir y analizar qué proponían en torno a educación y lo que veíamos no era nada nuevo. Era un gobierno que decía que iba a traer novedad y nos decepcionó. No veíamos absolutamente nada nuevo en estas propuestas, eran todas fórmulas repetidas que no lograron tener una gran incidencia en la Argentina. Se planteaban muchas restricciones, el arancelamiento para los extranjeros – algo muy mezquino y también peligroso –. Después se planteó que en las universidades argentinas no faltaba el presupuesto, sino que debían ser auditadas, cosa que ya se hacía y se hace. También desde el Gobierno insistieron con una campaña sobre "adoctrinamiento" en las aulas, desconociendo que la Universidad es un ámbito de pensamiento crítico y de libertad de cátedra.
Cada vez que se discute sobre educación es para arancelar, desprestigiar o para plantear de alguna manera que tenemos que prescindir de las instituciones educativas.
Intentaron direccionar la discusión a diferentes temas, para que no hablar sobre lo económico y la falta de presupuesto. Nadie nos venía a decir que estaba mal lo que estábamos diciendo en términos presupuestarios y respecto al congelamiento del presupuesto desde el 2022. Frente a esto, creo que todos los que fueron protagonistas de la convocatoria de esta marcha fueron desprestigiados mediante discursos de odio y politiquería barata en las redes sociales. En mi caso particular, yo decido publicar la convocatoria a la Marcha Federal Educativa y recibo miles de comentarios horribles en torno a mi persona, a mi figura y a mi procedencia, pero lo que más me enojaba era que no recibía una crítica de lo que estaba diciendo y tampoco recibía una opinión discordante en torno al pedido de presupuesto. Estábamos discutiendo sobre el presupuesto y no encontramos más que una pared. No había argumentos que demuestren que nuestro reclamo no era legítimo. Eso nos dio más potencia todavía, fuimos a la Marcha y creo que esto fue una posibilidad para que hoy en el Congreso se trabaje sobre el eje de educación, para que los representantes del pueblo trabajen en proyectos que estén cercanos a la problemática de la gente, como el tema del financiamiento de la Universidad.
Esto no es un reclamo corporativo, estamos defendiendo algo que le pertenece a toda la sociedad. Cada vez que se discute sobre educación es para arancelar, desprestigiar o para plantear de alguna manera que tenemos que prescindir de las instituciones educativas, como si eso fuera posible en un país con un gran porcentaje de pobreza. Creo que nos dio la posibilidad no solamente de discutir lo económico, sino también el compromiso ético y político que tenemos que tener con la Universidad. Lejos de despolitizarnos, de silenciarnos nos dieron más visibilidad todavía. Creo que fue un fenómeno político muy importante.
- ¿Qué significó el 23 de abril en términos políticos y cuál crees que fue el efecto concreto de la movilización?
Creo que la ganancia política es muy positiva, porque se escuchó nuestro reclamo: el gobierno retrocedió en su mirada terca en torno a nuestro pedido y entendió que vivíamos una situación muy difícil con el presupuesto congelado. Creo que lo mejor que se generó es una gran concientización en torno a lo que hacemos desde las universidades. También nos dio la posibilidad para hablar acerca de lo que se hace en las universidades argentinas, que son muy pocas veces puestas en escena, en el ámbito público, mediático o en la sociedad en general. Hoy que se ponga en valor eso y que hayan estado en la marcha incluso quienes han votado la fórmula que está en el gobierno nacional también es importante.
Somos millones de universitarios en Argentina y no estamos solos, todos los padres, las madres y familias ponen en esos universitarios sus sueños y expectativas. Eso se vio en la marcha, se reveló el apoyo más allá de estudiantes o profesionales de la Universidad, graduados y graduadas. Toda la comunidad argentina defendiendo esa institución. Gente que quizás nunca pasó por ahí, pero que tiene un amigo, al hijo o al papá que estudia o estudió en la universidad. En la marcha vi un cartel que me quebró realmente, decía: "Soy la primera generación de universitarios. Debería ser la segunda, pero mi papá fue desaparecido en la última dictadura". Así también empiezan a aparecer otras reivindicaciones en el medio porque la universidad es una institución que se encuentra vinculada con todo lo que pasa alrededor, no está cerrada.
Más allá de lo que pasó en Capital Federal, es valioso que el fenómeno haya sucedido en toda la Argentina. En provincias como Córdoba, Mendoza, donde el Gobierno Nacional ganó con un gran porcentaje, que haya miles y miles de universitarios, estudiantes, jóvenes, trabajadores, docentes, profesores y gente que no tiene nada que ver con la comunidad estudiantil saliendo a bancar nuestro reclamo quiere decir que era una causa justa. Y, además, que quienes pertenecemos a diferentes espacios partidarios salgamos con una misma consigna y bajo una misma bandera, le da mucha potencia. Esto que decía Alfonsín: "Bajar la bandera partidaria y subir un poquito más la bandera argentina" parece muy romántico pero tiene un sentido cuando lo ponemos sobre la mesa.
Hay mucha gente comprometida a luchar, porque en la Argentina hay una gran tradición en defensa de la educación.
- ¿Y cómo sigue ahora la cuestión respecto al reclamo de las universidades frente al Gobierno?
Creo que hay que educar, pero no desde una posición de jerarquía, sino de par a par. Lo haremos a la vieja usanza: agarrar un volante y explicar a qué se debe este reclamo, que el aumento que nos dieron es solo para actualizar los gastos de funcionamiento. No incluye fondos para becas y bienestar universitario, no incluye obras de infraestructura, no incluyen en el salario digno para los trabajadores y trabajadoras de la Universidad... son muchas reivindicaciones que continúan hoy. Y para adelante hay que seguir posicionando a la Universidad Pública como un actor de relevancia en el país, seguir garantizando que las Facultades sigan abiertas, abogando por la permanencia de los estudiantes que hoy ya están estudiando y tienen una gran esperanza y una gran expectativa.
- ¿Qué le dirías a Javier Milei? ¿Qué planteo le harías como representante del movimiento estudiantil?
Le diría que por qué plantea a la Universidad como parte del problema y no como parte de la solución. Es la pregunta que le haría, porque no termino de entender cuál es la lógica de posicionar a las universidades como enemigas, después volver para atrás y decir que la educación es una causa justa. Dice que no hay presupuesto y después resulta que sí, tal vez es una cuestión de inexperiencia. No quiero pensar mal, pero me obligan. ¿Qué lo lleva a posicionarse como enemigo de algo tan importante como las universidades? Que además ya forma parte del Estado, se quiera o no se quiera financiar... va a seguir formando parte del Estado. Hay mucha gente comprometida a luchar, porque en la Argentina hay una gran tradición en defensa de la educación.