En estos años, se están dando discusiones sobre las energías renovables, la necesidad de migrar la matriz de generación de energía eléctrica que sea más sustentable ambiental y económicamente hablando. Pero, ¿qué hace que algunos tipos de energía sean “limpias” y otras sean contaminantes? 

Las energías contaminantes son aquellas que necesitan de la quema de hidrocarburos para la producción de electricidad. Las centrales termoeléctricas de carbón, gas o derivados del petróleo generan una enorme cantidad de gases de efecto invernadero, cuyas consecuencias son contraproducentes en el medio ambiente. Por el contrario, las energías “limpias” o “verdes” no emiten dichos gases. 

A veces, los debates pierden profundidad por ganar popularidad y la cuestión con las energías no es la excepción. Cuando se piensa en la sustentabilidad de los modelos energéticos, se excluye del análisis el impacto de la construcción o el mantenimiento de estas formas más sustentables de generar electricidad.

Por ejemplo, para construir una represa hidroeléctrica -catalogada dentro de las energías renovables- es necesario inundar gran cantidad de hectáreas además de alterar el flujo de río, haciendo que la migración de peces y el transporte de sedimentos se vea afectado. Es decir, impacta y afecta el ecosistema.

Esto no quiere decir que las centrales termoeléctricas sean más limpias, más sustentables o mejores que las represas, sino que toda forma de transformación de recursos en energía paga un costo ambiental y es importante tener presente el impacto de cada una para no idolatrar o demonizar sin ponderar qué se gana y qué se pierde. 

Otro tema central para dotar de profundidad al debate es la necesidad de que el flujo de electricidad sea constante, tanto para el uso doméstico o industrial; es decir, que su producción debe otorgar siempre el mismo suministro necesario. En este sentido, las energías de origen solar o eólica que dependen fuertemente de las condiciones climáticas del lugar donde se ubiquen los parques no pueden asegurarlo.

Para ser más gráficos: instalar aerogeneradores en la Ciudad de Buenos Aires no sería posible debido a la gran superficie que estos parques necesitan para funcionar correctamente, pero también por la inconstancia de los vientos y la falta de fuerza de estos. El caso contrario por antonomasia es la Patagonia, donde las condiciones son ideales, por el espacio y por sus fuertes vientos como muestra el mapa de las velocidades promedio del viento en Argentina.

Enciclopedia de Ciencias y Tecnologías en Argentina (ECYT-AR)

Lo mismo aplica para la energía solar en nuestro país, donde encontramos las mejores condiciones en el norte, en la Puna por ejemplo, consecuentemente con el mapa de radiación solar en el territorio.

Fuente: Ministerio de Economía

En Argentina, la forma de transformación en energía eléctrica está basada mayoritariamente en gas natural (58 %), petróleo y derivados (28 %), hidráulica (5 %), nuclear (2 %), eólica y solar (0,3 %), biocombustibles (2 %) y carbón (2 %). 

Fuente: Secretaría de Energía

De la matriz energética que tenemos en nuestro país se desprenden múltiples problemas: la emisión de gases de efecto invernadero es alta, la inversión inicial para migrar a otras maneras de producción es elevada y las fuentes de financiación son limitadas, el costo de generación es muy alto y encarece el valor de la electricidad en hogares e industrias.

Es necesario buscar una nueva matriz donde las energías menos contaminantes (solar, eólica, hidroeléctrica y nuclear, por ejemplo) sean las predominantes.

Pese a que las que se creen a partir de la quema de gas natural o carbón son altamente contaminantes, seguirán siendo necesarias por su capacidad rápida de respuesta frente a picos de demanda, es decir, si en algún determinado momento se necesita producir más electricidad, como solución se puede quemar más combustible pero no se puede generar más viento o hacer que los rayos del sol impacten de una manera más óptima sobre los paneles.

También se puede aumentar la capacidad de producción de las centrales hidroeléctricas, pero esto tiene sus limitantes con respecto al nivel del dique dado que en épocas de sequía esta no es una salida segura ante una demanda superior.

Por su parte, la energía de origen nuclear sí podría responder ante un incremento en la demanda de manera satisfactoria. Los principales escollos de este tipo son el costo de construcción de estas centrales (Atucha III, reanudará su construcción con un préstamo del ICBC de 7000 millones de dólares) y el tiempo que demora su instalación por los altos niveles de seguridad que requieren.

Para concluir la generación de energía eléctrica hoy en día deja mucho que desear si el objetivo es la eliminación de los gases de efecto invernadero. Pero nuestro país está desplegando una serie de obras de ingeniería que nos permiten creer que en una década esta dependencia tan fuerte de la quema de gas disminuirá, y mutará a formas más sustentables y renovables de producción.