Carrera de colectivos
Carreras de colectivos. La idea se la escuché hace varios años al hoy presidente del Banco Nación, Javier González Fraga.
Sugería crear en la Ciudad de Buenos Aires una suerte de “colectivódromo” en donde las diferentes líneas de transporte compitieran, cual automovilismo, en un campeonato anual.
Quien más, quien menos, la mayoría de los porteños y vecinos bonaerenses tenemos un colectivo con el que simpatizamos por historia personal.
En mi caso, poblador de Chacarita, sería hincha de la línea 39 como para otros será la 60, 168, 112 o la que gusten.
Un campeonato de “bondis”, más allá del atractivo de la competencia para propios y turistas, resultaría una forma de afianzar nuestra argentinidad. Quiénes mejores que los argentinos, inventores del colectivo, para generar carreras que refuercen esta identidad de origen.
De algún modo las sociedades, no solo las locales, presentan carreras de colectivos, ya no en la línea de transporte, sino en la coincidencia de necesidades y reclamos sociales. Un colectivo, generado con potencia en nuestro país en 2015 y replicado bajo distintas formas en el resto del mundo, es NiUnaMenos. Las estadísticas son escalofriantes, nos dicen que, prácticamente, una mujer por día muere víctima de femicidio en nuestro territorio. Vaya a saber cuántos varones estarán planeando, en este mismo instante, matar a su pareja.
El próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se ha convocado nuevamente a un paro internacional de mujeres y asoman, por ende, con fuerza nuevas disquisiciones, posturas y discusiones.
El feminismo es un colectivo masivo y creciente, y como tal está claro que se encuentra ante el desafío de conciliar posiciones y reclamos de diversa índole e intereses. Incluye, además de los señalados femicidios y violencia de género, la notoria brecha salarial entre hombres y mujeres, el acceso a posiciones de poder tanto públicas como privadas, el acoso sexual y laboral, y los controvertidos discursos frente al aborto, la prostitución, la relación con otros colectivos (ejemplo Lgbta) y sus derechos. Todos estos enunciados, y tantos más, representan cuestiones a resolver. Incluso algunos desafíos provenientes de la radicalización a la que se arriesgan todos los movimientos sociales. Aquellos extremistas que nos exigen coincidir 100%, o si no, nos colocan del otro lado de la frontera.
Los hombres con el feminismo también tenemos tarea para el hogar (literal) y para la sociedad. En nuestro fuero íntimo los varones tenemos que comprender que estos movimientos no van en contra nuestro, sino que están haciendo palpable un mundo subterráneo y oculto que las mujeres padecían en silencio, y que va desde el roce traidor en el transporte público y el acoso verbal y callejero llegando al asesinato por la sola idea de creer “Ya no sos mía, vas a ver”.
Está claro que no es lo mismo un femicidio que un piropo y también que habrá oportunistas (en femenino) que por dos segundos más de pantalla o dos líneas de más en un medio tirarán acusaciones que después resulta difícil levantar socialmente. Creer que por ser mujer se está exento de la maldad es un error.
La paridad, la equidad, la igualdad, son valores a arribar por toda la sociedad, tanto hombres como mujeres. Tienen las mujeres que alcanzar espacios de crecimiento con los hombres y a pesar de los hombres, y los varones tenemos oportunidades de llegar a nuevos lugares de crecimiento con las mujeres y a pesar de las mujeres.
Se viene un nuevo paro de mujeres el 8 de marzo, se viene un nuevo hito en el andar de este colectivo que no debe detenerse. Agarremos la SUBE y sumémonos, el colectivo tiene buen destino, aunque haya alguna parada dudosa en la que tengamos ganas de bajarnos.