La vista, los ojos, pueden ser alcanzados por distintas enfermedades: las cataratas, el glaucoma, la hipermetropía, el astigmatismo.
Sin embargo, hay dos dificultades de la visión que son las más comunes: a) La miopía, en donde los objetos cercanos se ven con claridad y los lejanos borrosos y b) La presbicia, en la que la capacidad de enfocar de cerca se torna dificultosa.

Pero hay una enfermedad ocular que ataca, particularmente, a los argentinos por tandas y alternadamente. Es aquella que, mientras los que gobiernan tienen presbicia (les cuesta percibir lo cercano), los que no gobiernan son miopes (ven de cerca y no reconocen nada de lo lejano).

Los expertos, ante esta dolencia, no encuentran explicación, sobre todo cuando les toca gobernar a los circunstanciales miopes se curan esa miopía y adquieren la presbicia, mientras que los que abandonan el gobierno dejan de ver lo lejano, lo pasado, para observar en detalle lo inmediato, lo cercano.

El caso del Correo Argentino es un potente ejemplo de esta dificultad visual nacional.

El correo se privatiza por decreto 840/97 durante el gobierno de Menem, dando inicio a todos los reclamos y contrademandas que se fueron sucediendo del lado del estado y los privados de todos los gobiernos desde el año ’97.

Fue adjudicado al grupo Macri a través de varias sociedades con un canon a pagar por estos de $51 600 000, de entonces, semestrales.
Existen informes de la SIGEN y de la AGN, desde el ’97 a la fecha, que llegaron a manos de diversos funcionarios y legisladores de los gobiernos de turno, dando cuenta de las exigencias mutuas entre el estado y la empresa.

Lo que no hicieron los organismos de control es porque no tenían, ni tienen, las facultades para hacerlo. La no intervención en este acuerdo no es una falla del ente de contralor sino que no estaba a su alcance.

Existen en el parlamento nacional numerosos proyectos de reformas en cuanto a ampliar el radio de acción de los organismos citados, el de la diputada Carla Pitiot, de APOC, referido a la AGN, facultándola, entre otras tareas, a intervenir especialmente en actos y/o contratos de significación económica. En el mismo sentido presentaron proyectos la diputada Carla Carrizo, el ex diputado Manuel Garrido y el, hoy, senador Federico Pinedo.

Una vez más los argentinos, en este caso los funcionarios activos, pretenden recurrir a los entes de control cuando el daño ya está hecho. Como triste ejemplo señalemos que el miércoles pasado se cumplieron 5 años de la tragedia de Once, en la que perdieron la vida 52 personas en un choque ferroviario. Esta posibilidad fue advertida previamente por la AGN en numerosos informes ante la “presbicia” de varios funcionarios. La tragedia estaba ahí y no la quisieron ver.

No deja de llamar la atención por estos días el hecho de que mientras los ex funcionarios del gobierno saliente tienen que explicar en la justicia las sociedades privadas que crearon en su mandato, el actual parece enfrascado en ver como cierran las sociedades creadas antes de su asunción en un juego de espejos perversos.

No deja de ser saludable el intento del gobierno de regresar a “foja 0” el tema del correo, lo que es una fortaleza y no una debilidad, pero es útil indicar que la “foja 0” es la primera página de un expediente que, en este caso se inició en 1997, interviniendo actores que hoy opinan desde la vereda que parece convenirles.

Una vez más nos ha atacado la miopía o la presbicia, según convenga, la lupa en el pasado o el presente, la visión de cerca o lejos.
Pongámonos cada uno los lentes adecuados para que podamos ver todos lo mismo y dejemos de mirar para otro lado.

*Secretario adjunto de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC).