El soplido ha sido vida. Pero hoy no. Es un presente donde no se alienta, no se suspira, no se besa.

El soplido ha sido magia. Pero hoy no. No se chista, no se silba, no se sopla.

El soplido ha sido cura. Pero hoy no. No se exhala, no se inspira, no se susurra.

El soplido ha sido movimiento. Pero hoy no. Estamos quietos. No hay velas hinchadas, no hay deseos. Si hasta es literal que no hay oxígeno.

El soplido ha sido espera. Y hoy sí. La semilla insiste, desde la intimidad, en ser llevada por el viento a otras tierras. Ella aguarda, cándida e ilesa, el soplo de aire nuevo.

Soplido