El programa TVR graficaba muy bien esto con la canción que advertía parecidos entre famosos. De hecho, en las redes sociales existen buscadores y aplicaciones que nos permiten acceder a nuestro doble en el mundo.

Pero no sólo hay personas que se parecen, también hay actividades que resultan, en ocasiones, similares y confunden a los que estamos fuera de ellas. Por ejemplo, arquitectos e ingenieros civiles o contadores y licenciados en Administración o psicólogos y psiquiatras.

Por supuesto, estas profesiones son diferentes entre sí pero actúan en zonas de contacto, lo que desorienta al entorno, haciéndolas parecidas.

En los partidos políticos argentinos siempre estuvo presente la militancia. El militante es aquel que brinda su esfuerzo a una gran causa. Se suma a los actos partidarios, difunde propuestas, discute posiciones y trata de que otros integrantes del partido o ellos mismos ocupen cargos de poder público. Los peronistas hacen del 17 de noviembre el día de su militancia por el arribo de Perón en 1972, mientras los radicales erigieron el 12 de marzo, día del nacimiento de Alfonsín.

Hasta aquí todo claro, pero aportemos confusión: con la crisis de los partidos políticos y con la creciente irrupción de organizaciones de la sociedad civil, ha proliferado la figura del voluntario.

El voluntario es aquel que colabora dentro de una organización sin fines de lucro, dedicada a fines benéficos para intervenir en situaciones que vulneren derechos o que impidan alcanzar una mejor calidad de vida.

Este impulso de las ONG, con objetivos que cada vez se hacen más específicos, ha llegado para entreverarse con las metas inmediatas de los partidos, lo que en la práctica conlleva a que se crucen los voluntarios y los militantes.

Partidos y ONGs pretenden una ciudadanía activa y organizada, los militantes van por las grandes causas, por el poder público y por la utopía. Los voluntarios van por las causas cercanas y posibles.

Los partidos tienen, o deberían tener, elecciones internas para elegir autoridades y se nutren de fondos públicos y privados. Las ONG ya vienen con sus propios dirigentes y se sostienen con recursos privados y algunas se financian con dinero público. Justo es indicar que se cuestiona mucho más el origen de los fondos de los partidos que el de las organizaciones civiles.

La forma de hacer política en la Argentina desde los 90 trae una discusión: unos entienden que “hacer política” es concretarla con actores de los partidos, mientras que otros interpretan que el accionar de un gobierno ya es político y no importa si en esa acción obran empresarios, miembros de ONGs o personas cuya notoriedad deriva de actividades ajenas a los partidos.

Los que mejor parecen adaptarse a los tiempos políticos que vivimos son los voluntarios, que se ven atraídos por fines cercanos. A estos miembros de ONGs les puede caer la sospecha de que sus intervenciones sólo resulten simples plataformas para posicionar a sus autoridades en cargos de diversos gobiernos, provocando la decepción de los voluntarios bien intencionados.

Por otra parte, los militantes ven en los virajes ideológicos de sus cabezas de partido un hecho que los desilusiona, dudando de sus ideales y de los métodos para alcanzarlos. No es sano para cualquier sociedad oponer militancia y voluntariado, sí es saludable enfrentar compromiso con indiferencia.

Hay alguien parecido a nosotros caminando alguna calle del mundo pero, si hurgamos un poco, ese doble poco o nada tendrá que ver con lo que somos, más allá de la semejanza física. Busquemos coincidencias en nuestras ganas, en la ética, en ideales y en causas, vayamos al encuentro de las semejanzas en nuestros partidos, nuestras ONG, nuestros sindicatos y organizaciones profesionales. Ciudadanos activos, siendo militantes, voluntarios, notables y dirigentes, para mejorar nuestras entidades y nuestra sociedad.


*Secretario adjunto de la Asociación del Personal de los Organismos de Control. (APOC) y Secretario de Fundación Éforo.