Cada 18 de mayo se conmemora el Día Internacional de los Museos, una fecha en la que se procura concientizar y sensibilizar sobre la relevancia que tienen en el desarrollo social y cultural. Sin embargo, no siempre los sitios que hay en la Ciudad son accesibles o están habilitados para todas las visitas. Muchos no contemplan adaptaciones en los edificios para personas con discapacidad visual, auditiva o movilidad limitada. 

La accesibilidad física para todos en edificios de la Ciudad de Buenos Aires está contemplada en la Ley 962. Pasaron 20 años de la sanción de la norma en la Legislatura, pero aún quedan muchos edificios dependientes de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico que no cumplen con las condiciones requeridas. 

Escalones sin salvar en el Museo Carlos Gardel dificultan el acceso de personas con movilidad reducida.

Según un relevamiento realizado por El Auditor.info, de los 11 museos dependientes del gobierno porteño sólo dos cumplen con la mayoría de los requisitos para poder ser visitados por todos sin tener que sortear obstáculos. Se trata del Museo de Arte Moderno de la Ciudad y del Museo de la Ciudad. Ambos tienen a disposición rampas de acceso, ascensores, espacios para poder circular en sillas de ruedas, baños adaptados y servicios de guías programados. Aunque ninguno de los dos cuenta con señalización con caracteres en braille. En el caso del Museo de Arte Moderno, fue uno de los primeros en estar acondicionado a todo tipo de público; en cuanto al Museo de la Ciudad, fue renovado en los últimos años sin alterar el diseño original que es patrimonio histórico.

Tanto el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori como el Museo de Esculturas Luis Perlotti cuentan con ingresos accesibles para todos. En el caso del Sívori, es un sitio que no requiere de rampas para poder ingresar y cada uno de sus salones tienen pasillos o espacios para circular libremente. Además cuenta con un ascensor para acceder a los distintos pisos y sistema braille sólo en la planta baja. En el caso del Perlotti, sólo cuenta con planta baja y tiene rampas para entrar al edificio sin problemas. En ambos casos hay sanitarios adaptados.

Los que tienen baja calificación en cuanto a accesibilidad en sus ingresos son el Museo de Cine Pablo Ducrós Hicken, el Museo de Arte Español Enrique Larreta y la Casa Museo Carlos Gardel. En el caso del Museo del Cine, ubicado en lo que fuera una usina en el barrio porteño de La Boca, si bien cuenta con baños adaptados y una rampa en la entrada, no cuenta con rampas en el interior, ni ascensores que permitan recorrerlo en su totalidad. 

El Museo de Cine Pablo Ducrós Hicken no es un sitio accesible ya que no hay rampas ni ascensores que permitan recorrer la totalidad de las salas.

Algo similar ocurre en el Museo de Arte Español Enrique Larreta, que se encuentra sobre la calle Juramento, en Belgrano. Al tener que subir escalones para ingresar y escaleras para poder visitar los salones de la planta alta, desde el sitio ofrecen la posibilidad de programar una visita a sus jardines y al restaurante a personas con movilidad limitada.

La Casa Museo Carlos Gardel, patrimonio histórico de la Ciudad, tiene escalones en su entrada y ninguna rampa. Tampoco cuenta con ascensores ni sistema braille, aunque sí hay baños adaptados en el edificio. En tanto, el Museo del Humor, que funcionaba en lo que fue la tradicional Cervecería Munich, permanece cerrado, lo mismo que el Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio de Saavedra, de Crisólogo Larralde 6309.

"Es importante que haya un proyecto donde se tenga en claro qué es lo que le interesa al museo ofrecer, de qué manera optimizar los recursos, cómo lograrlo y para quiénes está pensado".

¿Alcanza con rampas, sistema braille o espacios que permitan una circulación sin obstáculos para que un museo sea accesible? Para Carlos García, integrante de la Biblioteca Argentina para Ciegos, no es suficiente para alcanzar un verdadero museo con inclusión. "El colectivo es muy heterogéneo y es importante que haya un proyecto donde se tenga en claro qué es lo que le interesa al museo ofrecer, de qué manera optimizar los recursos, cómo lograrlo y para quiénes está pensado. En este diseño es importante tener en cuenta el aporte que pueden hacer los distintos colectivos y asociaciones civiles. También que haya trabajadores con discapacidad en los distintos sitios que puedan aportar su experiencia, cumplir de forma efectiva con los cupos que existen por ley y que hoy no se respetan", sostuvo.

A las limitaciones físicas o espaciales, García enumera también dificultades comunicacionales y de contenido que exceden a las cuestiones meramente técnicas. "Si exhiben una obra y la acompañan con una leyenda en sistema braille, pero no se puede tocar, no se logra transmitir como se pretende. Además, no todas las personas con discapacidad visual tiene las mismas necesidades o capacidades. Generalmente el sistema braille es utilizado por personas que nacieron ciegas pero quienes perdieron la vista con el tiempo, quizás lo desconozcan o puedan acercarse a la obra de otra manera mediante relatos u otros métodos".

"Es importante que el Estado haga políticas públicas significativas. La accesibilidad debe estar más en agenda y las asociaciones que venimos trabajando en el tema tener más participación en las iniciativas para aportar en base a nuestra experiencia. Muchas veces se realizan modificaciones o se implementan proyectos que no logran el efecto esperado porque no se trabajó desde las vivencias. Y se debe sumar como variable la accesibilidad en los concursos y presentaciones de proyectos culturales, algo que hoy no ocurre", indicó García.

El representante de Biblioteca Argentina para Ciegos destacó que desde la asociación están colaborando con el Museo de Arte Español Enrique Larreta y el Buenos Aires Museo en un proyecto llamado Pinturas Apalabradas. Se trata de la traducción de obras mediante audios grabados para que sean atesorados por los museos y puestos a disposición cuando lo consideren oportuno. 

Informes de auditoría

La Auditoria General de la Ciudad de Buenos Aires realizó dos informes sobre la accesibilidad de los museos. El primer relevamiento se hizo en 2012 y se detectaron diversas falencias en cuanto a condiciones de accesibilidad. El segundo fue cuatro años después y, pese a las observaciones realizadas en el estudio anterior, no verificaron que se haya cumplido con lo referente a rampas, cintas antideslizantes, señalética adecuada y barandas, como así tampoco ascensores diponibles o circulación libre de obstáculos. Entre una y otra auditoría, el grado de avance satisfactorio fue solo del 15%.