La Tarjeta Alimentar se consolidó en los últimos 14 años como la principal línea de acción en materia de asistencia a los hogares en situación de vulnerabilidad social y económica. Es, en resumidas cuentas, una de las herramientas públicas fundamentales y vigentes para mitigar la pobreza y, en especial, la indigencia. 

Recientemente, el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Desarrollo Social, dispuso un aumento del 35% de los montos asignados en las tarjetas. Así, la actualización de las escalas que entrarán en vigencia en mayo 2023 pasan de $12.500 a $17.000 para familias con un hijo/a de 0 a 14 años, de $19.000 a $26.000 para familias con dos hijos/as de 0 a 14 años y, por último, de $25.000 a $34.000 para familias con más de tres hijos/as de 0 a 14 años.

Pero para determinar el efecto real de cobertura alimentaria que la tarjeta logra desplegar en los hogares es necesario comparar los montos actualizados con los valores de la canasta básica alimentaria, estimada a marzo de 2023, según la reciente publicación de INDEC del Índice de Precios al Consumidor, para diferentes composiciones del hogar: hogares donde uno de los progenitores convive con sus hijos/as (monoparentales) y hogares conformados por una pareja con sus hijos/as (biparentales). 

Al momento de comparar los montos otorgados a través de la Tarjeta Alimentar y el valor de la canasta básica alimentaria (CBA), surge que el monto promedio de la Tarjeta Alimentar apenas alcanzó para cubrir un tercio de la CBA en los hogares monoparentales. Y en los hogares biparentales este monto se reduce aún más (alcanza a cubrir ¼ de la CBA). La última actualización logra cubrir el consumo de alimentos, en promedio, de 10 días del mes.

Esta situación expone el carácter de la propia política como un complemento al ingreso familiar más que una herramienta efectiva para garantizar la seguridad nutricional de la población. El aumento otorgado por la prestación sólo logra acompañar el aumento de los precios más que mejorar el poder adquisitivo de los hogares beneficiarios.

Más allá del grado efectivo de cobertura alcanzado por la Tarjeta Alimentar, según la EPH correspondiente al segundo semestre de 2022, todavía existían en Argentina 1,7 millones de menores de edad habitando hogares en los que el ingreso familiar resultó insuficiente para satisfacer sus necesidades alimentarias, lo que se reconoce como pobreza monetaria extrema o indigencia. Un universo de personas menores de edad que han quedado excluidos de la cobertura actual de la Tarjeta Alimentar.

Por eso, en el informe “Políticas Alimentarias en Argentina”, publicado por Fundación Éforo ofrecemos un panorama general acerca de las trayectorias de las políticas alimentarias: a cuántas personas alcanzan, cuáles fueron las variaciones presupuestarias en los últimos 14 años y evaluar si cumple con el objetivo de garantizar una adecuada nutrición.  

 “La niñez mal alimentada no accederá a la educación y no tendrá trabajo", indicó el presidente de Fundación Éforo Federico Recagno.

Entre los motivos que impulsaron la investigación en un área tan crítica se encuentra el íntimo vínculo entre la seguridad alimentaria, el acceso a la educación y las futuras trayectorias laborales. En este sentido, Federico Recagno, presidente de Fundación Éforo, señaló que “la niñez mal alimentada no accederá a la educación y no tendrá trabajo. Es un solo tema porque cada persona, cada infancia, es única”.

Allí destacamos, entre otros datos y conclusiones relevantes que la Tarjeta Alimentar, orientada específicamente a la población en condiciones de vulnerabilidad social y económica, ejecutada principalmente a través de transferencias directas a los titulares de las misma, representó, en 2022, un crédito presupuestario vigente equivalente al 0,42% del PBI y alcanzó a 2,6 millones de familias, distribuyéndose un 60% en hogares con un solo hijo/a, 26% con hasta dos hijos/as y 14% con tres o más hijos/as.

Y en el marco general de las políticas alimentarias, el salto más importante en relación a la cobertura se produjo en el periodo 2019 y 2022, momento en el que se pasó de 1,3 millones a 2,6 millones de beneficiarios. Y si tomamos el año 2008 como base de comparación contra el 2022, la cantidad de beneficiarios se amplió un 160% (pasó de 1 millón a 2,6 millones). Y es a partir del 2019, cuando comienza a crecer sostenidamente año tras año.

En el artículo 87 de la ley de presupuesto 2023 fue prorrogada la emergencia Alimentaria Nacional hasta el 31 de diciembre de 2025, inclusive. Esta situación significa que se han superado en Argentina los 20 años de emergencia alimentaria a nivel nacional. 

Tal como se sostiene en un reciente informe de Unicef (2023), el urgente panorama de emergencia alimentaria sería más crítico sin la protección brindada por las distintas líneas de acción y programas que se encuentran en vigencia. En concreto, la pobreza y específicamente la indigencia aumentaría considerablemente de no implementarse y fortalecer los programas de cobertura y asistencia alimentaria . 

La sensibilización ciudadana en torno a la problemática de la inseguridad alimentaria es vital al momento de emprender acciones concretas desde el Estado. “Reconocer que más de la mitad de la niñez de la Argentina es pobre y que el círculo vicioso de la pobreza genera desnutrición, ignorancia y ausencia de posibilidades laborales nos impulsa a no pensar la niñez sólo como futuro, sino como el angustiante presente”. sintetizó Recagno.

Para profundizar aún más en el tema y porque analizar la realidad es también participar, desde Fundación Éforo te invitamos a conocer los informes técnicos y ciudadanos disponibles en nuestro sitio web.