José Miguel Onaindia es abogado especializado en derechos culturales y gestor del rubro. Fue director del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y del Centro Cultural Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires. Desde hace varios años reside en Montevideo, donde trabaja en artes escénicas. Desde el otro lado del río dialogó con El Auditor.info sobre la actualidad del sector.

¿Cómo ves el panorama cultural hoy?

Es uno de los sectores que sufrió mayor impacto porque la presencia es indispensable para la realización de las artes. Se paralizó gran parte de los procesos creativos y la posibilidad de difusión y circulación económica de los bienes culturales. Quedó al descubierto la falta de protección laboral y seguridad social que tienen los artistas en muchos países. Es un rubro que se vio afectado fuertemente en sus ingresos y en su economía. 

Pero hay una cuestión positiva, se demostró la esencialidad de los bienes culturales. La gente, durante el aislamiento, sobrevivió en mejores condiciones de vida gracias a la enorme circulación de obras de arte y de todo lo que implica la creación humana. Hay como un juego de espejos: por un lado, se puso en evidencia la importancia de los bienes culturales y la circulación del arte; por el otro, se vio la precariedad del sector para sostenerse en momentos que se alteran, por cuestiones extraordinarias, las condiciones de trabajo.

¿Crees que las ayudas, como las líneas de financiamiento, subsidios, becas y demás, son suficientes?

En una situación de emergencia siempre las ayudas están por debajo de las expectativas del sector. Es difícil que los Estados, aún los que tienen mayor desarrollo económico, puedan subsidiar sectores de forma completa en este momento. De cualquier manera, las reacciones fueron de diferente intensidad de acuerdo a los países, regiones y ciudades. Pero hubo una respuesta del sector político, no pasó desapercibido. Dentro de los rubros que aparecen como damnificados en los estudios internacionales, el de la cultura y las artes es uno de los más golpeados y, por lo tanto, es necesaria la respuesta política a la cobertura de estas necesidades y a la continuidad de estos trabajos. 

¿Por qué es necesario proteger a la cultura?

En toda sociedad democrática la creación y la cultura forman parte de las actividades esenciales. En primer lugar, la creación artística y la actividad cultural es un campo donde se ejercen Derechos Humanos reconocidos en pactos internacionales que distintos países de Europa y América ratificaron y se comprometieron a cumplir. Por lo tanto, hay una obligatoriedad para los Estados de apoyar la cultura porque ayuda al ejercicio de los Derechos Humanos: incluye la libertad de expresión artística y estética, la posibilidad de difundir y apoyar la diversidad y la pluralidad, acceso a los bienes culturales y a la educación. Hay una cantidad de derechos en juego. El Estado debe garantizar que se ejerzan. 

Por otro lado, la cultura es un modo de singularizar a las comunidades. Les da los valores y los elementos de identidad. Hay una paleta de expresiones muy vasta que tiene que ser protegida. Asimismo, es fundamental para la producción de la riqueza material, es una actividad económica. Las llamadas industrias culturales son de gran producción de riquezas: audiovisual, fotografía, cine, libro. Por lo tanto, no solo otorga riqueza simbólica al Estado sino también material. Es un sector que en la sociedad contemporánea genera mucho empleo: el directo y muchas actividades colaterales indirectas. 

Incluso, los Estados fundamentalmente se relacionan a través de la cultura, nos reconocemos en el mundo por los elementos culturales de cada país. Si ves una imagen de la Torre Eiffel sabes que es París. Si escuchas esa música sabes de dónde viene, como el tango. Es un elemento de identidad que ayuda muchísimo en las relaciones internacionales, muchas veces se usa para mejorar sus relaciones políticas y económicas. Por lo tanto, hay un múltiple interés en apoyar la cultura de un país. 

¿Como es la situación hoy en Uruguay?

Es uno de los países que está atravesando la pandemia con la menor cantidad de contagios y víctimas. Se tomó una decisión que fue en su momento discutida, aún en el seno del gobierno y fuerzas políticas, de no decretar cuarentena obligatoria. Hubo una recomendación de quedarse en casa y la gente lo cumplió. Se apeló a la responsabilidad individual y fue un éxito. Ahora están volviendo las clases de acuerdo a determinados protocolos. No se paralizó absolutamente la actividad económica. Lo cual nos da la esperanza de que la reactivación pueda ser más rápida y no deje un impacto tan profundo. 

Hasta el momentos creo que hay una muy buena reacción. Esperamos que aparezcan los paliativos necesarios, ya sea la vacuna o remedios, para combatir esta enfermedad y poder volver nuevamente a la actividad.

Artículo realizado en colaboración con el equipo del Centro Creativo El Obrador.