Congreso Nacional: la búsqueda por recuperar su esplendor original
Es uno de los palacios más importantes del país y el escenario de momentos claves de los últimos 100 años de la historia argentina. Un equipo interdisciplinario de arquitectos, artistas visuales, vitralistas y restauradores realizó trabajos para que el edificio vuelva a ser como el inaugurado en 1906.
El Congreso de la Nación Argentina, con 117 años de historia, fue testigo de innumerables hechos históricos, tanto en las Cámaras de Diputados y Senadores, como en los distintos salones.
El edificio se inauguró en el centenario de la patria y, desde sus comienzos, fue uno de los más imponentes de la Ciudad de Buenos Aires. Por su arquitectura italiana neoclásica es hermano del Teatro Colón, así como también por su excelente acústica para que puedan llevarse a cabo las sesiones de los legisladores.
Sin embargo, la construcción no fue ajena al paso del tiempo y sufrió un profundo desgaste que se empezó a evidenciar en 1993 cuando fue declarado monumento artístico nacional. Por este motivo, se encararon restauraciones, el trabajo integral comenzó en 2019 hasta las últimas refacciones en 2023. Más allá de haber concluido con esta tarea, constantemente se realizan trabajos de mantenimiento debido al deterioro cotidiano.
La construcción de un nuevo Congreso
El Congreso como institución en Argentina tiene origen en 1862, cuando se dio la “organización nacional” durante la presidencia de Bartolomé Mitre. En ese entonces funcionó frente a la Plaza de Mayo, en las calles Victoria y Defensa. Posteriormente, el edificio pasó a ser el Banco Hipotecario y, en la actualidad, se encuentra la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
Luego de varias décadas de discusiones y debates sobre distintos proyectos, se aprobó la Ley 3.187 (1894) que establece la creación de un nuevo Palacio del Congreso en los terrenos que comprenden la manzana de Entre Ríos, Victoria (actual Hipólito Yrigoyen), Riobamba y Rivadavia, donde se encuentra actualmente.
La arquitectura del nuevo recinto fue neoclásica, en sintonía con edificios que se estaban levantando en toda la Ciudad. El Estado destinó seis millones de pesos de la moneda nacional para la construcción del Congreso.
En 1897 la obra fue adjudicada al arquitecto italiano Vittorio Meano, luego de que se analizaran 28 proyectos. Meano también trabajó en la construcción del Teatro Colón. El estilo de Vittorio se caracteriza por ser neoclásico grecorromano, combinaba el academicismo, eclecticismo y clasicismo.
Durante los inicios, el arquitecto tenía un seguimiento diario de la edificación, ya que vivía a pocas cuadras del Congreso hasta que fue asesinado en 1904 a los 44 años sin llegar a ver culminada su obra.
Finalmente, durante el gobierno de José Figueroa Alcorta se aceleró la terminación de los trabajos y en 1906, en el marco del festejo del bicentenario, se concluyó. El mundo pudo observar una “Buenos Aires europea” en constante desarrollo con éste y otros edificios que se inauguraron en esas fechas, como el nuevo Teatro Colón.
El Congreso de la Nación, además, se destacaba por ser vanguardista para la tecnología de la época: debía tener instalación eléctrica, sanitaria y otras comodidades para los legisladores, como barbería, peluquería y, a principios del siglo XX, se fueron instalando las comunicaciones.
Preservar la historia
“Que en 1993 haya sido declarado monumento artístico nacional hace que se preste un mayor cuidado al edificio y no se pueda modificar su estructura original, algo que hace que se necesite la aprobación nacional de monumentos para hacer algún cambio”, indicó Marina Dasso, parte del equipo de restauración del Congreso, en comunicación con El Auditor.info.
Varias modificaciones se fueron dando a lo largo de la vida del monumento como los vitrales, que, según los planos originales, proporcionaban mayor luminosidad. En la restauración de la cúpula se buscó que el edificio tenga iluminación led por la noche para que brille como muchos de los otros monumentos de la Ciudad de Buenos Aires. El color del Salón Rosado, por su parte, se relaciona con la pintura de la época. Era un sitio pensado para las mujeres senadoras del momento, conserva ese nombre por respeto a la historia y los vitrales fueron intervenidos para hacer una adecuación de la luz.
El Salón Azul está debajo de la cúpula y es central. Allí se encuentra la araña que, para Marina Dasso, “es el mejor objeto del país”. Esta luminaria fue bajada y las tulipas fueron alargadas con espigas de trigo mostrando la producción del campo en ese momento. A su vez, hay referencias a la Revolución de Mayo y también a las provincias.
“Para que pueda llevarse a cabo la restauración se necesita de un equipo interdisciplinario que no solo se componga de arquitectos, sino también de artistas visuales, expertos en restauración, albañiles y vitralistas. Se puede aprender de la disciplina de cada uno. Por ejemplo, en el Salón de las Provincias, los restauradores trabajan codo a codo con los vitralistas para que los vitrales del suelo puedan reflejar la luz de los vitrales del techo. También se busca estudiar cuáles fueron los colores de principio del siglo XX, para que el palacio vuelva a esa época a través del color. A lo largo del tiempo, se usaban distintos materiales que hoy fueron retirados por ser tóxicos como el asbesto”, aclaró la restauradora.
Es preciso resaltar que la restauración de los monumentos históricos se basa en estándares internacionales y no se puede agregar nada nuevo que haya sido pensado por el arquitecto. “Hay que estudiar constantemente el deterioro”, concluyó.
Cabe destacar que la restauración de la Cámara de Senadores demoró 15 años. Las obras comenzaron en 2006 y finalizaron en 2021, en medio de las medidas de aislamiento dispuestas por el gobierno.
Desafíos hacía el futuro para preservar el patrimonio
“El patrimonio histórico presenta varios desafíos y dificultades para su preservación en el tiempo, debido al constante tránsito en las avenidas, el subterráneo, las constantes manifestaciones, y actos de vandalismo, el edificio no está preparado para esto”, afirmó Javier Vitali Mayor, arquitecto y jefe de restauración del Congreso, ante la consulta de este medio.
“El edificio cuenta un momento de Argentina de prosperidad y esperanza. Hoy, lamentablemente, todo cambió y el patrimonio no se respeta como se debe. El Congreso no solo es un palacio, es parte de la historia argentina. Buscamos que el edificio tenga el esplendor de cuando Buenos Aires fue la ciudad de oro”, desarrolló Vitali.
“Las tareas a futuro son arduas, pero el trabajo de restauración del recinto legislativo está por encima de los estándares internacionales en comparación con otros monumentos europeos, así que vamos por el buen camino”, concluyó el restaurador.