Una de las provincias más complicadas hasta el momento es Córdoba, donde hace más de 120 días que no llueve. “Los cuarteles de bomberos voluntarios están cansados, y necesitan apoyo. Hoy están haciendo guardia en varios lugares en las sierras para asegurar que no se reactive ninguno de estos focos en un contexto donde no llovió. Aumentó la humedad ambiente, se nubló, se frenó el viento pero sigue la sequía”, informó Joaquín Deon, geógrafo y profesor cordobés.

“El panorama es complicado. Se juntan muchas variables, y una de ellas es el cambio climático que está haciendo, a nivel global, que todos los incendios forestales sean más intensos y frecuentes”, expresó Manuel Jaramillo, director Ejecutivo de Vida Silvestre, en diálogo con el Auditor.info

Una de las grandes consecuencias de los incendios son las emisiones de dióxido de carbono

Los incendios forestales afectan a más de 10 provincias argentinas. Catamarca, La Pampa, La Rioja, Entre Ríos, Córdoba, Corrientes, Buenos Aires, San Luis, Santiago del Estero y Misiones son algunas de las localidades con más focos. Para Jaramillo “el servicio nacional de manejo del fuego tendría que revisar cuáles son las inversiones que se están haciendo en prevención y fortalecerlas, principalmente en un contexto de cambio climático”, insistió. “Hay un desbalance en la inversión en prevención. Está demostrado que cada 8 dólares invertidos en prevenir, se ahorran 100 dólares en logística y combate del fuego”, agregó.

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“Estamos hablando de cifras muy altas”, aseguró Jaramillo. Los costos son vidas humanas, pérdida de fauna y flora, e inversión monetaria en maquinaria, logística y aviones hidrantes. “Es mucho más rentable invertir en concientización, comunicación, quemas controladas para disminuir pastizales, que representan futuro combustible. Se necesitan torres de control y sistemas de información geográfico que den respuesta temprana”, explicó.

La pandemia también aportó dificultades a la hora de combatir los focos de incendio. “Complicó mucho más la situación, haciendo que la respuesta sea mucho más lenta y que los incendios tomen escalas difíciles de controlar”, aseveró Jaramillo. Para la recuperación de estas zonas, “lo peor que se puede hacer es cambiar el uso del suelo. El artículo 40 de la Ley de Bosques lo prohibe. Si se quemó, tiene que ser restaurada y mantener su categoria. La quema de un bosque no habilita otro uso”, detalló Jaramillo.

En Córdoba, “los focos no terminaron. Se reactivaron cerca de La Calera, cerca de los barrios cerrados”, informó Deon. “Hay un proceso de desruralización serrana cada vez más fuerte. Se está perdiendo la población productiva de esas zonas. Esto se intensifica después de cada incendio, porque las familias se tienen que ir al quedarse sin territorios, sin pasturas para sus animales. Hablamos de una agricultura y ganadería de baja intensidad”, enfatizó Deon, quien agregó: “El desafío que queda es reglamentar las reservas que no están reglamentadas y se quemaron todas”.

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Mas allá de las pérdidas de vida vegetal y animal, una de las grandes consecuencias de los incendios son las emisiones de dióxido de carbono. “Se emiten millones de toneladas a la atmósfera que estaban almacenadas por cientos de años en los bosques nativos. Esto aumenta los efectos del cambio climático y retroalimenta el proceso de calentamiento global”, concluyó Jaramillo, quien expresó que aún no es posible determinar la cantidad de hectáreas quemadas en todo el pais.

Control

En 2014 la Auditoría General de la Nación (AGN) señaló que el Plan Nacional de Manejo del Fuego no tiene planificación estratégica ni sabe el estado de cada región. Pese a que el 22% de los incendios fueron causados por negligencia “no hay campañas de concientización”. Asimismo, falta un método para evaluar daños forestales.