Publicado en el suplemento 

Acciones para la Participación Ciudadana, de Diario Perfil

El ser humano, casi de manera natural, tiende a encontrarse con pares. La cuestión social juega un rol muy importante en la vida de cada uno. Reuniones en bares, partidos de fútbol, espectáculos musicales, cine y teatro son solo algunas de las cuestiones recreativas que la pandemia obligó a cancelar o, en el mejor de los casos, a modificar. Las Fiestas de fin de año no serán la excepción.

¿Quién lleva el vitel toné? ¿Las bebidas? ¿Ya compraron los regalos para el arbolito? Esas preguntas se repiten los diciembres de todos los años. Es casi una parte fundamental del festejo de Nochebuena y, también, de la despedida del año que termina para dar comienzo a uno que, inevitablemente, todos desean que sea mejor que el que se va.

La pandemia alteró muchísimas cosas en 2020. El ritual del encuentro para las Fiestas, también. Pensar en mucha gente reunida en un espacio cerrado pasó a ser, prácticamente, una idea surrealista, de ciencia ficción.

Así, hay hábitos que debieron cambiarse, adaptarse a los protocolos, una de las palabras más utilizadas durante este año y que caminó casi de la mano de la pandemia desde su aparición en escena, allá por marzo.

Protocolos

En la Provincia de Buenos Aires, el Gobierno intentó incentivar un autoaislamiento de 10 días previo a los festejos. También solicitaron que los encuentros familiares fueran lo más íntimos posibles, que no superaran las 10 personas, que se realizaran al aire libre o en espacios cerrados con buena ventilación, que no se compartieran utensilios y la gente usara el tapaboca y nariz el mayor tiempo que se pudiera. Todas fueron recomendaciones, sugerencias y no están inscriptas en ningún decreto.

En Mendoza, por su parte, las autoridades apelaron a la conciencia y cuidado del ciudadano para sostener el distanciamiento. Allí solicitaron que las reuniones fueran al aire libre y de no más de 15 personas.

En Catamarca, el número permitido de gente por encuentro fue de 20, al igual que en Santiago del Estero y Chubut.

En Santa Cruz, implementaron lo que denominaron “mecanismo burbuja”, para que pudieran juntarse hasta dos familias, pero no más de 10 personas en total.

Claro está, se trató de decisiones de las autoridades sanitarias en función de la situación epidemiológica que atraviesa cada una de las jurisdicciones.

Tradición

Todos los años, Silvia prepara el vitel toné, su especialidad. Al menos, eso dicen en su familia. Su hermana, Estela, es la encargada de garantizar que no falten bebidas para la cena y el brindis. El asado corre por cuenta de Carlos, el esposo de Silvia. Son los anfitriones del festejo familiar desde hace 15 años. A las 0 horas del 25, levantan las copas y comen el pan dulce que prepara Edgardo, el papá de Carlos.

“Nunca nos juntamos menos de 25 personas hasta este año. Era probable que se sumara gente, algún amigo de la familia, pero generalmente no se bajaba nadie del festejo. Esta vez, no fue lo mismo”, contó a Acciones Silvia Carrizo.

En 2020, se juntó el grupo más íntimo. “Fuimos solo ocho. Nos dividimos para evitar contagios. Fue un año muy duro para todos y nos hubiera gustado celebrar de otra manera, pero contra el virus no podemos hacer nada”, agregó.

El cuarteto y la cumbia, música elegida para el baile que se extendía hasta la madrugada, quedarán para la próxima, como se prometieron por teléfono. “En 2021, no nos para nadie. Hace 15 años que nos juntamos y nunca se me cruzó por la cabeza que algo iba a poder alterar esa rutina tan linda que teníamos. En fin, otra cosa de la que nos privó la pandemia”, resumió Silvia, con cierta resignación.

Las restricciones no alteraron solo la tradición de quienes festejan en sus hogares. También la gente en situación de calle sintió el impacto. En el 20° aniversario de Una Navidad para Todos, que en años anteriores llegó a reunir a más de 500 voluntarios, debieron cambiar la modalidad. Esta vez, no salieron a repartir cajas navideñas. Aguardaron en la parroquia Nuestra Señora de Loreto.

“Nos parecía una imprudencia juntar a esa gente por el tema del contagio. Históricamente, no solo compartíamos el festejo con gente en situación de calles, sino que íbamos a hospitales, hogares, geriátricos, centros de día, a todo el que pudiera estar solo o sufriendo en Navidad”, comentó Jorge Vega, presidente de la Fundación.

Hasta el jueves continuarán entregando cajas con productos navideños en la parroquia ubicada en la avenida Coronel Díaz al 2200, de la Ciudad de Buenos Aires para personas de bajos recursos. Quienes deseen colaborar como voluntarios, pueden contactarse vía mail a fundacion@lumencor.org.

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