Orfandad
Los sueños que no recordamos son huérfanos, como las hojas desprendidas del otoño o las gotas de lluvia deslizándose en los vidrios.
La locura tampoco tiene padre, ni madre. Es huérfano el último animal de una especie que se extingue, del mismo modo que los versos que ya nadie dirá porque vienen de una lengua fenecida.
La pobreza, en cambio, tiene muchos padres y madres, tantos, que al final los pobres terminan huérfanos, a la espera de una refundada y comprensiva adopción.