Tras analizar el funcionamiento de las dos Aduanas de Tierra del Fuego, la Auditoría General de la Nación (AGN) descubrió que “las Alertas de Control General se reciben vía correo electrónico y dependen de que los agentes revisen periódicamente (sus mails) a los efectos de tomar recaudos especiales”.

El hallazgo toma relevancia si se tiene en cuenta que esos mails no son los que podrían recibirse diariamente en cualquier oficina, recordando por ejemplo los cumpleaños de los compañeros de trabajo: se trata de avisos emitidos por la Subdirección General de Control Aduanero que sirven para enfocar tareas de fiscalización ante operaciones que suponen un alto riesgo.

Pero eso no es todo: los auditores remarcaron además que tanto en la dependencia de Ushuaia como en la de Río Grande “no se ha tomado conocimiento de la utilización de un registro de las alertas de control recibidas y de las acciones vinculadas”, lo que significa, en pocas palabras, que las bandejas de entrada de los agentes terminan siendo el único archivo de aquellas advertencias y también de las medidas que se toman en consecuencia.

Algo parecido ocurre con otras advertencias, las “Alertas de Control Relacionadas con Operaciones Específicas”, que en el sur también se reciben vía correo electrónico y “no generan un bloqueo en el Sistema Informático María (SIM)”, dice la AGN, en referencia al software específico que usan las aduanas del país.

De buques y camiones

El informe de la Auditoría fue aprobado este año sobre datos de 2012 e incluye un tramo dedicado a los controles que se realizan (o deberían realizarse) a medios de transporte, como buques y camiones de carga, y los instrumentos usados para esas labores.

En cuando a los barcos, la investigación explica que el tipo de control específico es el “fondeo”, usado para buscar mercadería oculta, prohibida o ilegal y que también incluye la revisión de documentos que se lleven a bordo.

No obstante, los técnicos “no obtuvieron evidencia sobre los criterios que debían considerarse en las Aduanas para la selección del método de control a aplicarse”. De hecho, “en la división Rio Grande, como no se trata de un puerto de gran calado, no hay antecedentes relacionados a controles de fondeo. Mientras que en la división Ushuaia informaron que no se realizan fondeos en todos los buques sino que se determinan, en función a ciertos parámetros, los (que son) de más riesgo”, completa el relevamiento.

Así expresado, pareciera que esas fiscalizaciones quedaran sujetas a las corazonadas o intuiciones de los agentes. Y un panorama similar es el que se advirtió en cuanto al uso de escáner en las aduanas australes: es que, según la AGN, “la selección aplicada para controlar mercaderías no se determinaba por medio de un sistema informático, no se informó sobre lineamientos aplicados para seleccionar las cargas a ser escaneadas, ni existe política de resguardo de las imágenes captadas por los escáneres”.

El escáner como herramienta de control es un tema recurrente en los informes que la Auditoría le dedicó a la Aduana.

Puntualmente en la dependencia de Ushuaia se observó que “no había escáneres para el control de camiones con carga en contenedores, y el que se utilizaba en el aeropuerto (de la ciudad) para el chequeo de equipajes y mercaderías presentaba fallas frecuentes debido al tiempo de su uso”, ya que el aparato data del año 2001, por eso la AGN se tomó la atribución de “solicitar su reemplazo”.  

La oficina de Río Grande, por su parte, “no aportó antecedentes del funcionamiento del escáner móvil utilizado en el paso San Sebastián que permita diferenciar sustancias orgánicas e inorgánicas”, y para completar: “No hay procedimientos estandarizados a aplicar en caso de condiciones climáticas adversas que no permitan el uso del escáner”.

Y, si de herramientas se trata, el informe sostiene que al momento de la revisión, las 17 balanzas de la Aduana de Ushuaia tenían vencidos los certificados de habilitación que -por reglamento- emite el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).

Mientras que en Río Grande, 19 balanzas tenían su habilitación vencida sobre las 20 disponibles. En ambos casos se observó que estos aparatos “no emitían tickets”.

Otro tema recurrente en estas investigaciones es el de los perros que prestan servicios en las aduanas. Dice la AGN que la propia dependencia de Ushuaia informó que “no se utilizan canes en el control de operaciones de importación”, y que en la división de Río Grande “cuentan sólo con un can para ser empleado en operativos de control de mercaderías, y de equipajes al momento del arribo de pasajeros de vuelos comerciales de frecuencia regular al aeropuerto de la ciudad y en el paso San Sebastián”.

Y, con respecto a los circuitos cerrados de televisión, los técnicos remarcaron que “no se obtuvo evidencia sobre la existencia de procedimientos de revisión de las imágenes captadas”. En cuanto a esto, la AGN señaló que después de sus tareas de campo, la Dirección General de Aduanas, que depende de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), “emitió una instrucción general sobre las políticas de back up de las imágenes obtenidas”.

“En su visita a la Aduana de Ushuaia, los auditores verificaron que el sistema utilizado permitía almacenar las imágenes por 45 días y luego se graban encima de manera automática, sin que se lleve a cabo ningún back up de lo anterior. Además se observó la existencia de dos cámaras de la firma Multistore SA, una ubicada en el recinto de verificaciones, sobre la cual la imagen no abarcaba la totalidad del espacio. Y la segunda cámara, ubicada en el depósito fiscal de la firma DEFASA S.A., que no se encontraba operativa”, agrega la investigación.

Para completar la cuestión de las herramientas de trabajo, los técnicos relataron que ninguna de las Aduanas revisadas usa precintos en los sectores donde controlan y almacenan mercaderías.

En ese sentido, el informe explica que “es responsabilidad de la Aduana la custodia de las mercaderías de rezago y secuestro hasta su disposición final”. No obstante, en la dependencia de Ushuaia se detectaron “contenedores de rezago estibados junto al resto, sin distinción alguna y, para conocer la ubicación correcta (de cada uno), los agentes debían realizar consultas a la empresa permisionaria”.

Por su parte, en Rio Grande usan un aplicativo denominado ALOT, que es de uso obligatorio para todas aquellas mercaderías ingresadas a depósito procedentes de secuestros. Este programa es complementario de los registros manuales que conforman el inventario. No obstante, “el equipo de auditores ha detectado en su relevamiento que un lote de televisores LED ubicado en el depósito correspondiente, no figuraba en el inventario provisto por la entidad”, en referencia a la propia dependencia aduanera.

Como telón de fondo de todas estas observaciones, la Auditoría General de la Nación reveló que “en ambas aduanas no contaban con manuales de procedimientos normatizados para la ejecución de sus funciones”. Y además, “se evidenció la existencia de actividades sobre las que no se tuvo un marco regulatorio específico, quedando su desarrollo al arbitrio del funcionario actuante”