Desde varias entidades se insta a la población a interesarse en los mecanismos de control del Estado, para hacer más eficiente la gestión y disminuir la incidencia de los actos de corrupción.

"El control de los organismos de Estado tiene directa relación con la calidad de vida de la comunidad. En épocas de crisis, un país como Argentina no puede darse el lujo de dilapidar dinero y la falta de control contribuye a ello", sentenció Hugo Quintana, secretario general de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC), un gremio independiente de empleados estatales que se dedica a difundir los informes de los organismos para instar a la población a ejercer su derecho al conocimiento del funcionamiento de cada estamento de gobierno.

Quintana estuvo recientemente en Mar del Plata para promocionar un libro sobre cuentos de fútbol que el gremio elaboró a partir de relatos de sus afiliados, que fue presentado en un balneario de Punta Mogotes con la presencia del ex futbolista Sergio Goycochea y el periodista Roberto Leto.

La presencia de Quintana en la ciudad sirvió de excusa para dialogar sobre un tema que lo apasiona y que, de alguna manera es su objetivo en APOC: cambiar la cultura ciudadana, para acostumbrar a la gente a entrometerse en los asuntos de Estado y ejercer el rol de controladores de los funcionarios y organismos públicos.

"En el siglo XXI el mundo va hacia el control del los gobiernos. En los países centrales ya es parte de la cultura ciudadana. Acá, nosotros queremos modificar la cultura para instar a que la gente controle. En épocas de crisis hay que ser consciente que cada centavo debe ser bien gastado; ahí es donde intervienen los ciudadanos", señaló Hugo Quintana. Y agregó: "No se pueden dilapidar recursos por la falta de control".

Quintana sumó un dato estadístico preocupante: "De América latina, Argentina es el país que menos dinero gasta en el control de los organismos estatales: apenas 20 millones de dólares por año; que es muy poco al lado de los 400 millones que destina Brasil, por citar sólo un caso. Hasta los países más pobres gastan más".

Cambiar la cultura

Para el secretario general de APOC, hay dos posturas bien definidas en la clase política argentina. "Por un lado, los que tienen miedo al control por las travesuras que ejecutan (actos de corrupción); y por otro lado, los que (no sin algo de razón) consideran que el control obstaculiza la gestión".

Quintana tiene en claro un pensamiento que define la estrategia de acciones de APOC: "Al control no hay que tenerle miedo porque guarda directa relación con la calidad de vida de una comunidad".

Desde APOC se edita la revista "Todo Control", que publica notas sobre este tema. Además, está el espacio www.elauditor.info, que también difunde informes de los organismos estatales.

"Proponemos modificaciones: puntualmente, control con sanción pecuniaria y también dentro del derecho penal por delitos donde deba actuar la justicia", señaló Hugo Quintana.

El titular de APOC hace una aclaración necesaria: "Por ejemplo, la Auditoría General de la Nación ejerce el control técnico, pero el control social es diferente. Por citar un ejemplo, en los pueblos y comunidades pequeñas, de 50 mil habitantes, un concejal es conocido. Entonces, si repentinamente cambia su estatus recibirá la condena de la comunidad. En cambio, en las ciudades grandes pueden actuar las ONG, que toman ese rol de contralor".

Educar desde las aulas

Quintana tiene en claro que la cultura no se modifica con decretos, sino mediante iniciativas que se vinculen con la educación, tanto en los ámbitos más formales y curriculares (escuelas) como los informales. "Nosotros tenemos una colección de libros llamada "Educar al soberano", donde hablamos de este tema. Somos conscientes que los mejores clientes son los chicos, que todavía creen; en cambio, los grandes son más escépticos, están ´quemados´".

Para Quintana es clave "enseñarle a la gente que el sistema democrático es el único posible, el mejor; porque con las dictaduras lo primero que se pierde es la posibilidad de controlar. Hay que enseñar la voluntad de involucrarse en la política, que no es necesariamente (ni la única) la partidaria. En la escuela, en el barrio, en la cooperadora, en el consorcio, en la ONG se puede hacer política para cambiar un estado de situación".

"Hay varias razones por las cuales somos diferentes a chilenos, uruguayos o brasileños: han pasado cosas como dictaduras que han modificado la cultura enormemente. La moral de nuestros padres no es la misma que la nuestra. Mi padre no podía dormir si no pagaba los impuestos antes del vencimiento", remarcó Hugo Quintana, de APOC.

Control ignorado

"La política no le hace caso al control. En Estados Unidos, el GAO advirtió hace tres años que el sistema de préstamos bancarios podía derivar en una crisis financiera de enormes proporciones. El poder político no lo escuchó y todos sabemos lo que pasó", recordó Quintana, quien siguió brindando ejemplos: "En Ciudad de Buenos Aires un informe de la Auditoría prevenía sobre las condiciones de los boliches y bares y luego ocurrió ´el caso Cromañón´. Otro informe, de la Auditoría General de la Nación, del 99 ó 2000, advertía que la deuda externa (tal como estaba) no se podía pagar. Finalmente, hubo que refinanciarla y el famoso Megacanje costó 70 mil millones de dólares por no hacer caso".

Inclaudicable en su tarea, Quintana asume: "Yo trabajo todo el día para incentivar a la participación en el control. Que alguien me diga cuál es la solución, si no. Muchas veces, la gente se queja de los políticos, pero me pregunto: ¿de dónde vienen? Los políticos no son ajenos a la gente, no son diferentes. No es que ellos son malos y la gente buena. Tenemos en claro que la moral media de la ciudadanía está representada por los políticos. Es un mito la frase: ´Lo mejor que tenemos es el pueblo´, eso es demagogia".