Publicado: 22-05-2011 
  
El agua acompaña, generalmente en silencio, la vida de la mayoría de las personas.

Está en el mar, en los ríos y lagos, en los glaciares, bajo la tierra y en la lluvia.

Hay agua bendita, agua potable, agua mineral, termal, estancada, dulce, podrida, salada, pesada.

El agua está en la naturaleza, pero también en el arte, en la pintura, en la música, en la literatura, en el cine, en los juegos y en los deportes. El agua está en las lágrimas, en los bautismos. El cuerpo humano está conformado por agua.

Y tenemos agua en el habla cotidiana: "Nos tapó el agua", "Se me hace agua la boca", "Como pez en el agua", "Mucha agua bajo el puente", "… que el agua de los fideos".
Precisamente una vieja frase dice: "Más claro, echale agua"; se le atribuye al agua un poder purificador. Además de representar la vida, el agua es la transparencia. El agua no mancha, no ensucia.

Pero hoy, con la caída de estatuas y mitos, descubrimos que el agua ya no alcanza para aclarar las cosas, y un paso más, las aguas son cada vez menos cristalinas, potables y alcanzables.

Acá cerca, a pocas cuadras, el Riachuelo nos mira desde su oscuridad, como una herida infectada, para decirnos que si no somos capaces de crear conciencia y tomar acciones concretas, "se nos v iene el agua".

Doctor HUGO B. QUINTANA, PRESIDENTE FUNDACION EFORO *


*Fundación Eforo: es la Fundación de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC). Su misión es promover el control ciudadano sobre la gestión pública a partir de la capacitación y la participación.
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