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Publicado: 19-06-2013

C.A.B.A.- Por Daniel Muchnik*. En los últimos años se ha acentuado una patología argentina: la sospecha. Todo político, todo economista, todo escritor o periodista, todo dirigente sindical que se asome y lance críticas contra el poder puede ser víctima de una presentación pública de un supuesto prontuario, casi siempre mal elaborado, o hecho con mala fe. 

Todo se mezcla allí. Su adscripción a un partido político cuando, como un adolescente despistado, se incorporó a algún movimiento político que no era de “centro” civilizado. Hay prontuario para todos. Conocidos o desconocidos. Durante los últimos diez años se utilizó la tribuna de la Casa Rosada y de otros ámbitos para poner al desnudo antecedentes de periodistas, sus notas, sus vinculaciones, su modo de trabajar. Lo mismo ha pasado con políticos que no adhieren a las consignas oficiales. Gran parte de las sospechas no pudieron ser contrastadas con la realidad de los hechos.

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