¿Quién controla al que controla?
El presente del control, más allá de nuestros propios mandatos. Los organismos de control de la hacienda pública no son un fin en sí mismo. Por su naturaleza jurídica y de conformidad con sus mandatos, los Tribunales de Cuentas actúan en interés público y, en consecuencia, tienen una mayor responsabilidad en demostrar de manera continua su credibilidad y confianza pública, procurando ser una organización modelo.
La rendición de cuentas es el mecanismo que por excelencia ordena y sustenta la confianza pública de los organismos de la administración, al tiempo que permite dar cuenta de los resultados de su gestión, contribuyendo a exponer el valor agregado en la vida de los ciudadanos.
El foco de atención es permitirnos reflexionar sobre ¿quién controla al que controla?, en particular preguntarnos cómo los organismos de control asumen los desafíos que imponen estos tiempos, los que, por vertiginosos no son menos profundos.
Es por ello que la principal motivación de ¿quién controla al que controla?, nos interpela a todos quienes desarrollamos tareas en organismos de control, para impulsarnos a ser proactivos en materia de innovación de nuestras tareas.
El punto de partida que proponemos es sentar las bases de la innovación, para luego desarrollar estrategias que nos permitan nuevas maneras de crear valor público. Tomaremos la definición de innovación pública de la Carta Iberoamericana de Innovación en la Gestión Pública, aprobada por la XIX Conferencia Iberoamericana de Ministras y Ministros de la Administración Pública y Reforma del Estado Andorra en octubre de 2020, que toma como referencia y profundiza la Declaración de Innovación Pública de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de 2019.
“La innovación en la gestión pública puede definirse como el proceso de explorar, asimilar y explotar con éxito una novedad, en las esferas institucional, organizativa y social, de forma que aporte soluciones inéditas, originales y creativas a los problemas y permita así responder de manera óptima a las nuevas y tradicionales necesidades de los ciudadanos y de la sociedad.”
Estos pronunciamientos proponen un conjunto de pilares, principios, criterios y componentes fundamentales para establecer un marco de referencia y un lenguaje común sobre la innovación inteligente para las administraciones públicas. La gestión del conocimiento es uno de los componentes donde el modelo relacional democrático, inclusivo, abierto y transparente es el que propicia la rendición de cuentas de los gobiernos y gestores públicos y su efectiva responsabilidad.
La pandemia nos expuso –a los organismos del control de la hacienda pública - a rendir cuentas sobre uno de los pilares de la innovación en tanto gestión abierta y transparente. ¿En qué medida se aceleraron los procesos y usos de las nuevas tecnologías para ponerlas al servicio de la mejora continua de nuestras tareas? ¿Estábamos preparados o salimos a buscar -con cierta desesperación- poner en marcha mecanismos que estaban disponibles pero sin ser explotados en toda su potencialidad? ¿Salimos a buscar, cual efecto góndola, qué había disponible o nos centramos en las verdaderas necesidades para utilizar los recursos tecnológicos? ¿La interoperabilidad del dato estuvo presente en nuestra agenda institucional? ¿Y la ciberseguridad?
Estos y otros interrogantes nos permiten comprender la dimensión del desafío que tienen los organismos de control y la necesidad de comprender el fenómeno del control gubernamental a partir de la rendición de cuentas de su propia actividad ante la ciudadanía, como un verdadero desafío para responder ¿quién controla al que controla?
Sin desconocer lo compleja que pueda resultar la comprensión de la especificidad de la tarea del órgano de control, es importante desarrollar una serie de estrategias que permitan un acercamiento a la ciudadanía a partir del cual puedan rendir cuentas de su transparencia, integridad y relevancia en la contribución de más y mejor ciudadanía.