La recaudación por IVA tuvo en marzo la caída más fuerte desde 2009
Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, este “mal desempeño se explica, en parte, por el impacto del COVID-19”. El impuesto a los combustibles, también ligado a la actividad, registró un descenso del 24% en relación al año pasado. A nivel global, los ingresos tributarios retrocedieron un 8% en términos reales.
A pocos días de cumplirse un mes de cuarentena, los números del país ya muestran el impacto de algunas medidas tomadas en el marco de la pandemia de coronavirus. Por ejemplo, según un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), la recaudación por impuestos registró una “desaceleración en marzo, que se asociaría a la retracción del consumo en un contexto muy negativo”.
A nivel global, el relevamiento señala que el Estado percibió el mes pasado $ 443.637 millones en concepto de ingresos tributarios. Y si bien se reconoce que el monto “implicó un aumento del 35,5%” en términos nominales sobre marzo del año pasado, también se remarca que ese incremento fue “el menor desde noviembre de 2018”. Es más, si se mide el desempeño en términos reales (es decir, tomando en cuenta la inflación), puede observarse que “la recaudación tuvo un retroceso del 8,3%”, concluye la Oficina parlamentaria.
Estos números, según los técnicos, se explican “en parte por los efectos del COVID-19 en la economía” (ver Coronavirus y algo más).
Es que ya a mediados de mes, incluso antes de que se decretara la cuarentena, “varios sectores productivos comenzaron a restringir” sus operaciones, y en consecuencia, algunos de los impuestos “vinculados fuertemente al nivel de actividad mostraron en marzo un crecimiento muy por debajo de la inflación”.
Por ejemplo, para la OPC “el principal factor de la desaceleración fue el desempeño del IVA DGI”, que tuvo un “crecimiento nominal de solo el 21,1% sobre marzo de 2019”.
¿Por qué ‘solo’? Porque, por un lado, se trata del incremento “más bajo desde octubre de 2016” y, por el otro, porque “en términos reales el IVA DGI se contrajo 17,9%”.
A esto habría que sumar (o restar) las pérdidas generadas por “un aumento del 800% -interanual- de las compensaciones hechas desde el IVA DGI hacia otros tributos”, explica el informe. En números, se pasó de $ 700 millones a $ 6.300 millones que no fueron recaudados.
Coronavirus y algo más
Como ya se dijo, la caída de la recaudación puede ser explicada “en parte” por los efectos de la pandemia. Es que, siempre según la OPC, “las transacciones económicas impactan con cierto rezago” sobre los números públicos. Por ejemplo, las percepciones de la primera quincena de un mes ingresan al fisco a fines de ese mismo mes (valga la redundancia), mientras que los ingresos de la segunda quincena, se registran recién a principios del mes siguiente.
Y si a esto se suma que la cuarentena fue decretada el 20 de marzo, la Oficina parlamentaria concluye que el desempeño del fisco “se vio afectado solo parcialmente por la disrupción económica causada por el COVID-19”, y que, de hecho, hubo “otros factores que ya venían impactando sobre la recaudación, como la recesión económica y el deterioro del mercado de trabajo, (que) siguieron condicionando los ingresos tributarios”.
A punto tal, que la ya mencionada caída de marzo -del 8,3% en términos reales- fue la tercera retracción consecutiva o, dicho de otra manera, todo el primer trimestre de 2020 cerró con resultados negativos en materia de recaudación.
Al analizar la performance particular de algunos impuestos, el informe detalla que “los ingresos en concepto de IVA tuvieron en marzo una merma de 14,9% (sobre el mismo mes de 2019), la más pronunciada desde enero de 2009”.
Otro “mal desempeño” se observó en el caso de los Impuestos sobre los Combustibles, cuya recaudación “cayó en marzo 24,2% -interanual-, la baja más pronunciada desde julio del año pasado”.
En este caso, al efecto coronavirus, cristalizado en una merma en las ventas por las limitaciones a la circulación, deben añadirse “cambios normativos y el contexto macroeconómico”, dice la OPC, en referencia a medidas como el “congelamiento de las sumas fijas (del tributo) aplicables a las naftas y el gasoil”, dispuesta por el Gobierno nacional.
La contracara aparece en el Impuesto sobre Créditos y Débitos en Cuentas Corrientes que, incluso con una merma del 2% sobre marzo de 2019, tuvo “un mejor desempeño que en el primer bimestre del año”. Para la Oficina de Presupuesto del Congreso, esta “mejora relativa, en un contexto de aceleración de la caída del IVA DGI, sugiere un aumento de la bancarización de las transacciones, algo consistente con las medidas adoptadas por el Gobierno y el sector privado para contener la pandemia del COVID-19”.
“En términos reales casi todos los impuestos mostraron en marzo un resultado peor que el del primer bimestre del año en la comparación interanual”, afirma la investigación, y contrapone que “la excepción más notable es la de Derechos de Exportación que, tras la retracción observada en febrero, retomó en marzo la senda expansiva, de la mano del ingreso en vigor de los cambios dispuestos en la Ley 27.541 de Solidaridad Social y Reactivación Productiva. Esta ley, junto con el Decreto 37/2019, incrementó los derechos aplicados a la mayor parte de los bienes exportados”.
Para completar, el informe destaca los números de impuestos relacionados al mundo del trabajo, como Ganancias, “cuyo desempeño en marzo estuvo en línea con el de los primeros dos meses del año”, es decir, el combo de suba nominal y caída real.
Y algo parecido ocurrió con los Aportes y Contribuciones a la Seguridad Social, que “cayeron a un ritmo similar al de febrero, ya que los ingresos por esos conceptos se relacionan con el empleo y los salarios del segundo mes del año, cuando el COVID-19 aún no había impactado de manera muy significativa en el nivel de actividad económica”.