La ciencia ciudadana implica el involucramiento de los ciudadanos en el proceso de investigación. En muchos casos con acompañamiento científico, una metodología y un proceso de análisis, estos proyectos traen beneficios a la calidad de vida de las personas, soluciones a problemáticas sociales y ayudan a mejorar el diseño de las políticas públicas. 

En Argentina, según relevó el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación junto al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), hay más de 30 proyectos de ciencia ciudadana y participativa abocados a la temática ambiental. La variedad de propuestas es grande: desde iniciativas vinculadas a la medición de la calidad de aire, monitoreo de ecosistemas acuáticos, proyectos sobre dengue, residuos, océanos, insectos, fauna argentina, ríos, hasta playas sostenibles. 

“Este mapeo sigue abierto para quienes quieran y puedan participar anotando su proyecto relacionado al ambiente o a otras cuestiones que también son importantes para la gente”, indicó Humberto Cisale, subsecretario de Evaluación Institucional del Ministerio, en diálogo con El Auditor.info. El trabajo se realizó durante 2021 de forma federal. En la página del Ministerio se puede acceder al relevamiento y mirar las fichas de cada uno de los proyectos que se encuentran tanto en español como en inglés.

Institucional Ciencia Ciudadana

En el relevamiento hay iniciativas contributivas, donde la gente recoge datos y los vuelca en un sistema que después permite el análisis. Hay otras que son colaborativas, donde se involucran y son parte del análisis de esos datos. Y por último, están las co-creativas, donde no solo sucede todo lo anterior sino que además la ciudadanía está involucrada en parte del proceso investigación en sí.  

Alrededor de 15 mil personas participan de estos más de 30 proyectos. Para Cisale, el involucramiento ciudadano en la ciencia es clave. “Así la ciencia no es de unos pocos sino que está al alcance de muchos. No necesitás ningún título más que tener ganas de colaborar, trabajar y curiosidad. Además, la cantidad de datos que se pueden recolectar es superior cuando hay participación ciudadana. Muchas veces de esta forma se despiertan vocaciones que terminan formalizándose con estudios, eso es fundamental”, indicó.

Otro de los beneficios de la ciencia ciudadana es que “se puede hacer en cualquier parte, no requiere de laboratorios. Sólo se necesita la idea original del proyecto, la estructura para obtener los datos y para desarrollar el análisis. Puede ser en cualquier parte de la geografía donde exista una problemática y esa solución puede ser luego utilizada en otros lugares con problemáticas similares”, agregó Cisale.

Medir el aire andando en bicicleta

Matías Acosta, ingeniero en materiales y doctor en ciencias materiales, es el responsable de traer a Argentina el proyecto Open Seneca, que se dedica a armar sensores para medir la calidad del aire los cuales son dispuestos en bicicletas y al andar por las ciudades van tomando datos. La iniciativa nace en la Universidad de Cambridge de un grupo de estudiantes de doctorado. “Los sensores miden el material particulado, uno de los grandes contaminantes del aire que tiene efectos nocivos para la salud”, detalló Acosta. 

Luego de ganar un premio junto a un grupo de jóvenes científicos, decidieron invertir el dinero en trasladar la iniciativa a nuestro país. Junto con el Ministerio de Ambiente de la Nación y la Embajada del Reino Unido, organizaron la entrega de los sensores a voluntarios que habían aplicado para que mientras anden en bicicleta pudieran medir la calidad de aire en la Ciudad de Buenos Aires. "Esos datos se subían a una plataforma de Open Seneca donde se visualiza la contaminación del material matriculado”, manifestó Acosta.

Durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, en 2020, volvieron a medir el aire. “Hicimos un estudio comparativo entre los distintos datos y a partir de ese momento el proyecto empezó a tomar más tracción sobre todo desde el lado del Ministerio de Ambiente de la Nación que empezó a distribuir alguno de estos sensores en distintas provincias como Córdoba, Mendoza y Tucumán. Siguió con el componente de ciencia con participación ciudadana”. Open Seneca tiene que realizar estos monitoreos en otras ciudades del mundo.

“La ciencia ciudadana conecta al sector académico con la sociedad civil. Eso ayuda a contribuir a que cualquier trabajo académico pueda tener una conexión con la sociedad y por ende un posible impacto social. Desmitifica a los científicos que no dejan de ser personas, nos ayuda a conectar y sacarnos del laboratorio para tener más contacto con el resto de la sociedad. Por otro lado, hace que le dé magnitud a ciertos proyectos, que puedan alimentar a la política pública, como es el caso del proyecto de aire", reflexionó Acosta, quien forma parte de otro proyecto Shaping Horizons, desde donde organizan programas de innovación social para jóvenes.

Siguiendo al especialista, de esta forma se pueden evidenciar problemáticas o situaciones que por ahí no están siendo investigadas por el sector académico ni consideradas por las políticas públicas. “El hecho de que se junte información de manera participativa y siguiendo una metodología, con científicos involucrados, puede dar lugar a que se generen soluciones. Además de que es una manera distinta de generar evidencia para políticas públicas o generar educación en la ciudadanía. Por todo esto es una disciplina que está en auge a nivel mundial”, finalizó.