Cada 15 de junio se conmemora el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. En Argentina se estima que más del 15% de la población forma parte de esta franja etaria. Con la llegada del coronavirus, se convirtieron en grupo de riesgo y muchos sufren el encierro ¿Cómo viven hoy los adultos mayores en la Argentina?

Para la Defensoría de la Tercera Edad, "hay dos grandes formas de maltrato: el explícito, la agresión física; y el otro modo es socavando, en el tiempo, las condiciones más elementales de la persona, es más estructural. Todas ellas son históricas”, comentó Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires.

Con la pandemia las violencias se profundizaron. “En cuanto a lo estructural, existe una gran hipocresía de las autoridades para con los adultos mayores, que son los más se mueren por Covid-19 y los que menos salieron. El Estado les pide que se queden adentro, pero no hay testeos permanentes en geriátricos, la jubilación no les alcanza, hay residencias funcionando de manera clandestina, no se les facilita el pago a servicios y para cobrar tienen que ir al banco, como vimos en las primeras semanas de la cuarentena”, denunció Semino.

Según Semino, "para vivir en una Ciudad un adulto mayor necesita alrededor de $ 45 mil mensuales"

En lo que a la economía respecta, el Defensor aseguró que la jubilación “no suele alcanzar, la mínima es de $ 16 mil y la media de $ 26 mil, cuando nosotros calculamos que para vivir en una Ciudad un adulto mayor necesita alrededor de $ 45 mil mensuales. Los funcionarios se resguardan en el argumento de que los medicamentos son gratis, tenés que enfermarte para gozar de ese derecho. Es un disparate”.

Pero no es solo la jubilación, sino la gestión de los recursos: “Los familiares suelen privarlos del manejo de su propia economía, de elegir sus consumos, sus gastos, de hacer sus compras, lo que les genera mucha angustia”, expresó Christian Acosta, enfermero, quien desde hace siete años trabaja en una residencia de PAMI, donde indicó que se cumplen los protocolos por coronavirus y se mantiene contacto permanente con las familias.

Para la sociedad no son sujetos con deseos y es totalmente errado, un adulto mayor tiene sueños, anhelos y vida sexual hasta el último día”, confirmó Semino. Esta forma de concebir y tratar a los mal llamados “viejos” es violencia psicológica. “No dejarlos expresar o pensar que no están facultados para tomar decisiones, es maltrato. Muchas veces ingresan a las instituciones sin consentimiento y con demasiadas limitaciones sin sentido, porque tienen capacidades pero con tantas restricciones terminan siendo discapacitados obligados”, aseveró Acosta.

“No dejarlos expresar o pensar que no están facultados para tomar decisiones es maltrato", afirmó Acosta

En Argentina hay cerca de 3800 geriátricos y residencias registradas según datos de la Defensoría de la Tercera Edad. En la Ciudad de Buenos Aires son alrededor de 500 según la Agencia Gubernamental de Control. “El problema son los clandestinos, que aparecen a la luz cuando estallan, se incendian o hay que aislar y evacuar por coronavirus”, informó Semino. “Muchos no están en condiciones de funcionar, no están habilitados, no cuentan con la infraestructura correspondiente ni la cantidad de personal necesario. Yo vi lo que hacen con los adultos mayores: prolongación de uso de los pañales y alimentación de mala calidad”, agregó Acosta.

En 2015 la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires presentó un informe donde confirmaba los malos tratos y los problemas de infraestructura que aún persiste en la Capital Federal.

Según informaron de la Agencia Gubernamental de Control, “se realizan las inspecciones correspondientes de manera regular”. Desde El Auditor.info dialogamos con algunas instituciones dedicadas a la tercera edad que confirmaron que las inspecciones eran regulares y permanentes “desde que empezó el Covid”. Entre los consultados, los geriátricos se zona sur fueron inspeccionados con menor frecuencia: la mayoría aseguró que desde el mes pasado no los visita ningún inspector.

Otra de las grandes problemáticas agravadas por la pandemia es el personal. “Termina sobrecargado, muchas veces un trabajador pasa la noche con 50 adultos mayores. Muchos no son enfermeros profesionales y no cuentan con las capacitaciones correspondientes. Además, por los bajos sueldos suelen tener varios trabajos exponiendo a los pacientes aun más al Covid”, resaltó Acosta.

En la misma línea, Semino confirmó que los trabajadores están sobrecargados y esto afecta la calidad de su atención. “El mínimo indispensable a partir de la cuarentena obligatoria mermó porque tuvieron que licenciar a embarazadas y mayores de 60. Se aisló a los residentes y no pudieron entrar más los familiares, que muchas veces son una ayuda sobre todo en la ingesta que lleva mucho tiempo. Por lo cual el personal está sobrecargado. Si aparece un sospechoso, hay que aislar y licenciar a los trabajadores por 14 días. Las plantas internas se achicaron y la atención baja de calidad”.

Lucía vive en Caballito y tiene a su madre de 84 en el geriátrico San Lucas, en Parque Avellaneda. Gracias una enfermera que se contactó con ella, se enteró que su madre tenía coronavirus. “No fuimos notificados de manera oficial hasta que salió en las noticias, pero después tampoco se comunicaron para contarnos como estaban con la internación. A mi mamá ya le dieron el alta, pero fue un momento de mucha bronca y desinformación. Una confía en estas instituciones, en que están bien cuidados, pero cuando pasan estas cosas te replanteas todo. El año pasado el lugar se incendió y falleció una abuela", manifestó.

La otra cara 

Hay muchas maneras de transitar esta etapa de la vida. Hay adultos mayores que necesitan de más cuidados y otros que son autoválidos y viven solos. Graciela tiene 73 años y vive en Belgrano, desde que empezó la cuarentena está encerrada y extraña a sus amigas, jugar al tenis, ver a sus nietos y bailar tango. “En noviembre me operaron del pie y me dieron el alta el 6 de marzo. Ese mismo día me compré zapatos nuevos para bailar que estoy esperando poder estrenar”, comentó entusiasmada. Ella trabaja y, adaptándose a los tiempos que corren, ahora lo hace sin problemas de manera online.

Graciela tiene 73 años, extraña ver a sus amigas, a sus nietos, bailar tango yuga

“Yo dejé mi empleo a los 80 porque me lo pidió mi esposa. Sino seguiría trabajando”, expresó Ricardo de 93 años. Fue pulidor de mármol, trabajó en una fábrica textil y por último en la industria plástica donde se jubiló, hoy vive en Boulogne Sur Mer. Está en cuarentena desde comienzos de marzo “mi hijo me hace las compras o mi nuera. No salgo. Tengo el patio donde tomó sol. Pero yo en mi casa estoy bárbaro, lo único que extraño es hacer los mandados y salir a caminar un poco”, aseveró.

Una encuesta realizada a 812 personas de la tercera edad, por la Cátedra de Psicología de la Tercera Edad y Vejez de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), develó que en cuarentena no aumentaron sus horas de sueño, ni pasan más tiempo en la cama. Son pocos los que sienten miedo a la muerte, y casi ninguno se sintió irritable en este contexto. Además muchos lograron adquirir conocimientos en el uso de tecnologías. Ricardo Iacub, profesor de la cátedra y especialista en gerontología, observó: "nos demuestran que tienen mas recursos psicológicos, a pesar de que tienen más dificultades en muchos niveles, sus niveles de bienestar subjetivos son muy altos. Incluso en un contexto tan negativo, responden de manera positiva".