Publicado en el suplemento 

Acciones para la Participación Ciudadana, en Diario Perfil

Leonardo Nalda tiene 52 años y una gran pasión: la pesca. Podría haberse enamorado de otra actividad, pero todo indica que había una predestinación. Tal es así que estuvo a punto de nacer en una isla de la zona Norte del Gran Buenos Aires cuando su padre pescaba y su mamá, embarazada de ocho meses, lo acompañaba.
Finalmente, el parto esperó y su nacimiento se dio en el partido bonaerense de San Martín. En la actualidad, vive en Ituzaingó junto a uno de sus hijos y su esposa y trabaja en una importadora de artículos de pesca y camping, aún cuando su intención era que la pasión y el empleo no se cruzaran. 

- ¿Cómo se puede definir a la pesca deportiva? 
Hasta hace no mucho tiempo, pescar era un método por el cual la gente procuraba proteínas. Implicaba ir a un lugar y capturar un par de peces que iban a ser comidos. Mi primer contacto con la pesca, junto a mi padre, fue eso: íbamos a un arroyo que había en Jeppener, donde vivíamos, sacábamos una tararira o un bagre y nos volvía- mos. La duración de la jornada estaba marcada por el tiempo que nos llevara pescar. Mi papá jamás mató a un pez que no fuera para comer. Con los años, pudimos racionalizar el deporte. Hay mucha conciencia de tratar de matar menos peces porque aumentó la cantidad de pescadores y si cada uno de nosotros matara uno, dos o tres, el impacto sería muy grande para el ecosistema. Podemos ir, capturar una especie deportiva, disfrutar de la pesca y luego devolver el pez vivo al agua. 
- ¿Cuándo y cómo nació la práctica de la pesca con devolución? 
Nació con la conciencia de que los pescadores que hacemos una actividad recreativa que nos divierte y gusta, estábamos provocando un daño. Esto no es algo que pase en un momento específico de nuestras vidas. Podemos haber crecido pescando con nuestros padres, pero evolucionar y decidir que no queremos matar más peces. Tiene mucho que ver con el entorno de cada uno. Si uno se rodea de clubes que promueven la pesca deportiva, por ejemplo, el click va a ser más rápido en la evolución como pescador. A la larga o a la corta, cada pescador empieza a devolver los peces al agua. 
- ¿Cómo se hace para pescar y devolver el pez al agua sin dañarlo con el anzuelo? 
El tema de la construcción de materiales y elementos de pesca mejoró al punto de que hoy existen anzuelos específicos para lastimar lo menos posible a los peces. Por ejemplo, anzue- los sin rebarba, que no tienen la traba típica, lo que hace que sea más fácil desanzuelar al pez para devolverlo sin casi tocarlo. Eso contribuyó mucho. Otro tipo de anzuelo que se construyó, el cir- cular, tiene un origen más antiguo. Fue desarrollado en Japón para pescar atunes con espineles. Tiene un formato muy especial que logra que se clave solo en el borde de la boca del pez. Aunque trague la carnada, el anzuelo no se engancha en las vísceras. Originalmente era muy eficiente para pescar, pero se demostró que también lo es si está el deseo de devolver los peces al agua. Entonces, lo adoptaron los pescadores deportivos. Hay lugares del mundo donde solo se practica pesca y devolución. Allí, el único anzuelo permitido es el circular. 
- De todas formas, se lastima la boca del pez. 
Los peces marinos, pero muchos de ríos también, se alimentan, por ejemplo, de crustáceos y rompen los caparazones con su boca. Tienen la boca preparada para no tener la sensibilidad que nosotros imaginamos. Cuando se pesca a fondo con lombriz, la caña tira porque el pez comió, mordió el anzuelo y siguió nadando porque no sintió nada. La boca es una herramienta para los peces, pueden morder cosas duras, incluso piedras. 
- ¿Qué es lo que más disfrutás de ir a pescar? 
Desde el punto de vista racional, es difícil explicar que me guste la pesca porque hago miles de kilómetros para capturar peces que no voy a consumir. Muchas veces, ni siquiera les saco fotos para no dañarlos. La actitud para con la pesca se puede entender desde el llamado ancestral de procurarnos el alimento.