Costa Rica: el modelo de infraestructura educativa no cumple con las normas
Una auditoria de la Contraloría General arrojó ausencia e implementación parcial para gestionar la gobernanza, estrategia, estructura, procesos e información. Estas fallas limitan cumplir con los propósitos planteados en Educación.
La Contraloría General de la República de Costa Rica realizó un informe de auditoría sobre el modelo de infraestructura educativa del Ministerio de Educación Pública (MEP) y detectó que no cumple con el marco regulatorio y prácticas aplicables.
La infraestructura educativa, según la política vigente en esta materia, se refiere a los bienes muebles e inmuebles destinados a la educación que constituyen el espacio físico en el cual se implementan los planes y programas oficiales de estudios y actividades extracurriculares, así como los servicios e instalaciones necesarios para su operación.
La auditoría determinó que el modelo de infraestructura del Ministerio de Educación Pública no cumple con la normativa y prácticas aplicables, debido a la ausencia e implementación parcial de elementos indispensables para gestionar la gobernanza, estrategia, estructura, procesos e información en la materia, lo cual limita el alcance de los propósitos esperados.
Gobernanza
Sobre gobernanza se concluyó que dicha gestión se ejecuta fragmentada y sin una visión estratégica, lo cual hace que las actividades que se ejecutan no respondan a una planificación que considere las necesidades actuales y futuras de la comunidad educativa. Además falta claridad respecto a los roles y responsabilidades de las partes involucradas, lo que dificulta la coordinación y el direccionamiento estratégico que le corresponde ejercer al Ministerio de Educación Pública.
En lo que respecta a la estrategia y estructura, la gestión de la infraestructura educativa carece de una visión sistémica y anticipatoria debido a que el Ministerio no cuenta con una estrategia de infraestructura educativa. Asimismo, el Ministerio elabora Planes Anuales de Inversión, sin embargo, estos no se encuentran vinculados al ciclo presupuestario y presentan bajos niveles de cumplimiento; en 2020 y 2021, en promedio solo el 5% de los centros educativos incorporados efectivamente recibieron recursos.
En cuanto a procesos, se determinó que son complejos, desarticulados y no integrados. Tampoco se dispone de un proceso que permita articular la participación y aportes económicos de otros actores en la gestión de la infraestructura educativa, tal es el caso de los Gobiernos Locales.
Por último, el Ministerio carece de información sistemática, confiable y oportuna para la toma de decisiones sobre la gestión de infraestructura educativa ya que se carece de un proceso formal para recopilar, procesar y actualizar la información de manera sistemática y simplificada.