Juan Marcelo Calabria forma parte de la Fiscalía de Estado de la Provincia de Mendoza. Es historiador, docente en la Universidad Nacional de Cuyo y, además, afiliado de APOC. Recientemente publicó “Los nuevos y necesarios liderazgos públicos en la era de la Cuarta Revolución Industrial”, en donde reflexionó sobre nuevos liderazgos en la era digital, ética y transparencia.

- ¿A qué se refiere el término “cuarta revolución industrial”?

Hemos tenido en las revoluciones anteriores grandes cambios para la humanidad. Hace un tiempo algunos pensadores hablaron de la cuarta revolución industrial, la era exponencial que está asignada por dos irrupciones: la inteligencia artificial, que ya llegó y está en nuestras vidas, y la robótica, que todavía nos cuesta más verla de manera más palpable, pero que está en muchos países. “Inteligencia artificial”, “dominio de los algoritmos” o “gobierno de los algoritmos”. Hay muchos términos, pero inteligencia artificial, es la mejor definición. Sin dudas, ha comenzado a cambiar nuestra vida pública y privada. Me preocupa cómo impacta en la vida pública de la ciudadanía y en el Estado.

Esta cuarta revolución industrial, era exponencial, está asignada por grandes elementos disruptivos. Básicamente la inteligencia artificial y la robótica están cambiando y marcando no sólo la vida de los ciudadanos, las relaciones sociales y en el ámbito de la cuestión pública están transversalmente afectando al Estado, como la máxima entidad que tenemos los seres humanos en todos los países. Y esto tiene un final abierto.

– ¿Esta revolución está en vías de desarrollo?

Sí, estamos en el principio de la ola y todavía no llegamos a la cresta. Comenzamos a vislumbrar que algunos historiadores como Yuval Harari, han mostrado algunos ejemplos concretos de cómo está impactando la inteligencia artificial en las decisiones que toman los líderes mundiales, las corporaciones, las multinacionales y los Estados. Entonces son más preguntas que respuestas. Yo tendría que sumarme más al entrevistador para hacer preguntas, a ver cómo se va a desarrollar que a las respuestas que podamos dar los que estamos profundizando en este tema.

– ¿Los nuevos liderazgos tienen relación directa con esta nueva revolución industrial?

Hay países que, por medio de sus líderes, ya comenzaron a legislar o a regular de alguna manera los impactos de la inteligencia artificial. Estos son positivos, es decir, nos modifican en general para mejor, pero hay partes que regular porque si no las decisiones esenciales de grandes masas de ciudadanos, de sociedades o grandes núcleos poblacionales, van a quedar en juicio de algún algoritmo. La irrupción de estos movimientos tecnológicos no debe transformarse en un determinismo tecnológico, que no sea la tecnología la que nos gobierne, si no que seamos nosotros los que la gobernemos. La realidad es que los líderes se tienen que preparar. Cuando uno analiza los liderazgos y las discusiones en las que están enfrascados los líderes actuales de algunos países, sin ir más lejos en el nuestro, vemos que no están contemplando las discusiones de hacia dónde va el mundo. Con la nueva ola de inteligencia artificial y robótica necesitamos líderes mucho más preparados para lo que se viene, para gobernar las nuevas tecnologías, resolver las necesidades sociales y los problemas públicos.

La ciudadanía del mundo ha salido a las calles a reclamar grandes cambios. Está en las redes sociales, exigiendo mejores estilos de vida, confort, bienes y servicios. Los líderes, actuales y futuros, tienen que prepararse porque los desafíos son más amplios. Hay un dinamismo enorme, los cambios que antes se daban en el mundo en 50 años hoy se dan semana a semana. Esto nos ha llevado a la irrupción de todas las nuevas tecnologías. Entonces creo que los líderes tienen que prepararse para esto. En todos los niveles, no sólo los políticos, también empresariales, religiosos y sindicales.

– ¿Cuánto influyó la pandemia en los nuevos líderes?

La pandemia ha sido un desafío mundial enorme. Mostró una gran disyuntiva para los líderes, si los iba a volver más colaboracionistas e iban a abrirse más el mundo. Si se iban a volver más solidarios, si los países iban a colaborar entre sí o se iban a cerrar y concentrarse en nacionalismos autóctonos, dándose una autarquía nacionalista muy fuerte. Cada Estado comenzó a manejar como podía la situación de pandemia también porque ni los líderes, ni el resto de la humanidad, estaban preparados para esto. La pandemia fue un buen ejemplo de que los Estados tuvieron que salir a responder ante estas grandes necesidades, para que la gente pueda subsistir la parálisis económica. No sólo en nuestro país sino en el mundo.

– ¿Qué rol cumplen los organismos de control en estas nuevas corrientes de pensamiento?

Desde el punto de vista de los Estados republicanos, sabemos que los organismos de control son una parte central. Argentina tiene un amplio y firme sistema de control. Quizá lo que le falta es modernizarse como muchas otras áreas. Son actores centrales, encargados de avizorar qué puede pasar en todas las dimensiones del Estado, nacional, provincial y el municipal, su nivel más pequeño. Hoy se está dando que los municipios son el primer contacto con la ciudadanía, son los que tienen que resolver la demanda ciudadana. El Estado, en cualquiera de sus dimensiones, necesita de los organismos de control para que ayuden a repensar los procedimientos no sólo del control tradicional sino los del bienestar de la ciudadanía, de la construcción de políticas públicas y de una mejor puesta en práctica de estas políticas.

Asimismo tienen un rol central como guía, como controladores, corrigen las desviaciones entre una política pública y lo que se logra finalmente, además de controlar que el uso de los recursos sea eficiente, la ética y la integridad pública. Hay que profesionalizar y actualizar aún más la función de las servidoras y servidores públicos de los organismos de control, que tienen un alto grado de empleados con nivel profesional de desarrollo. Hay que actualizarlos, darles herramientas y recursos, porque si no es una pelea desigual para luchar con la enfermedad que tiene hoy el mundo, la corrupción. Esta tiene un fuerte impacto en la vida política y pública de la ciudadanía y de los Estados.

– ¿Qué relación tiene el trabajo remoto en los nuevos líderes?

La normativa ya fue regulada en el ámbito privado. Se hizo un intento y el proyecto se estancó para seguir discutiéndolo. Cito al secretario general de nuestra seccional de APOC, “nosotros pusimos desde nuestras casas los recursos para que el Estado siga funcionando”, porque los organismos de control permiten que el Estado siga funcionando. Los servidores públicos pusimos todos los recursos a disposición. Qué decir de los servidores de la salud que no estuvieron de teletrabajo, estuvieron presentes y sobreexigidos en muchas más zonas. Los docentes que hicieron que cada casa se transforme en un salón de clase, en un aula, el esfuerzo fue enorme. No estábamos preparados para la docencia virtual, digital y, sin embargo, se salió adelante. Si bien hubo muchas carencias, siguió funcionando. El teletrabajo necesita no sólo de líderes sino también todo un staff de administración pública preparado para ello aunque también hay muchas discusiones por delante. Hay cosas que parecen pequeñas pero que se fueron dando en este trabajo impulsivo que hubo que hacer de la noche a la mañana.