"La demanda de poder trabajar y estudiar mientras estás criando es muy complicada". Mariel es artista plástica y madre soltera de dos hijos. La acompañan en la crianza sus padres, quienes participan activamente en el cuidado y la organización semanal de los niños. Asegura que de otra manera sería “imposible” y que ha resignado muchos proyectos por quedar sola a cargo de los niños.

Como Mariel, muchas otras mujeres son las únicas que se ocupan de la crianza de los chicos. La Unidad de Género y Economía (UGE), del Ministerio de Economía de la provincia de Buenos Aires, elaboró un informe que visibiliza la desigualdad en las familias bonaerenses: el 10% de los hogares son monoparentales y, dentro de ese universo, el 84,3% están encabezados por mujeres. Estos datos reafirman el papel predominante que tienen las madres como cuidadoras principales de sus hijos.

Hay 1,6 millones de mujeres que crían solas a más de 3 millones de niños y niñas en el país.

Los hogares monoparentales son aquellos donde una madre o un padre, sin su cónyuge, tiene la responsabilidad de las tareas de cuidado cotidiano de los hijos o hijas menores de 18 años y de los gastos de la familia. La crianza insume un costo que implica tiempo y dinero. En los hogares monoparentales, la responsabilidad del cuidado recae principalmente en la madre y esto repercute directamente en su participación en el mercado laboral y en las condiciones económicas de estos hogares.  

El documento “Madres que cuidan solas en la provincia de Buenos Aires” revela que si bien los hogares nucleares siguen siendo los predominantes, 1 de cada 10 hogares es monoparental. Sobre la composición familiar, la mitad de esos hogares tienen un hijo, mientras que el 31,9% tienen dos y el 17,9% tienen tres o más. Esta estructura difiere ligeramente de los hogares nucleares, donde hay una mayor proporción de familias con dos o más hijos.

En estos hogares se enfrentan desafíos particulares en términos de conciliación entre el trabajo remunerado y las tareas de cuidado. El crecimiento de los hogares monomarentales plantea interrogantes sobre cómo se resuelve la crianza en estas familias y quiénes cargan con esta responsabilidad. 

Este fenómeno se enmarca en cambios sociales más amplios, como la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral, la caída en las tasas de fecundidad, y cambios en los patrones de matrimonio y convivencia. El informe sugiere la implementación de políticas públicas que aborden las necesidades específicas de estos hogares, considerando su creciente importancia en la estructura social de la provincia.

Brecha salarial e informalidad

Acerca de la brecha salarial, el documento especifica que las mujeres perciben un 20% menos de ingresos que las jefas de hogares nucleares y un 21,9% menos que quienes no tienen hijos. El 61,4% de las familias monoparentales dependen de un único aporte económico que generalmente lo hace la madre.

Uno de los datos que resalta el informe es que el 39,8% de las madres asalariadas trabaja en la informalidad con jornadas laborales más reducidas y tendencia al pluriempleo. Además, las jefas de hogares monomarentales tienen jornadas laborales más reducidas que el resto y exhiben una alta tasa de pluriempleo, lo que indica que tienen más de un trabajo para cubrir las necesidades económicas. 

La UGE analizó datos de la Encuesta Permanente de Hogares de 2023, la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares de 2017 y 2018, y la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del Indec 2021 para realizar el informe. Vale destacar que en 2022 el Ministerio de Economía de la Nación especificó que en Argentina hay alrededor de 1,6 millones de mujeres que crían solas a más de 3 millones de niños y niñas.

En primera persona

Contar con una red que acompañe y diseñar una planificación detallada de horarios. Estos son los pilares sobre los que Mariel se apoya para llevar adelante su hogar. Ella es una artista plástica que distribuye sus jornadas como docente en un colegio, además de dar talleres para niños en un espacio autogestionado por ella misma. Durante las noches, finaliza sus estudios en la Escuela Municipal de Bellas Artes de Quilmes y también desarrolla proyectos independientes como la elaboración de jabones artesanales y la confección de remeras con diseños propios estampados en serigrafía.

“Tenes que resignar un montón de cosas, a pesar de que te amoldás a organizar todo para molestar al resto lo menos posible".

El hecho de criar sola a sus hijos a Mariel le resulta “bastante insostenible”. El año pasado, el progenitor se radicó en una ciudad a más de 400 kilómetros de donde ellos viven y, por eso, no hay nada que lo pueda obligar a tener un régimen de tiempo compartido. Si bien para los cumpleaños de los niños, el padre les envía un regalo y abona la cuota escolar mensual, “su participación en la crianza se basa en una llamada de WhatsApp cada tanto”. Antes de mudarse se dividían los días; de igual manera, no llegaba a cumplimentar correctamente con ese trato y le avisaba que no podía cuidarlos en el mismo día.

La logística diaria es compleja: sus hijos asisten a la escuela en horarios diferentes, por lo que ella se encarga de llevar a uno mientras su madre recoge al otro. Ocasionalmente, la abuela paterna también colabora con la dinámica familiar. Sin embargo, la ausencia del padre ha generado un desequilibrio en las responsabilidades parentales, recayendo sobre Mariel la totalidad de la crianza de sus hijos. “Tenes que resignar un montón de cosas, a pesar de que te amoldás a organizar todo para molestar al resto lo menos posible. Un ejemplo es que de ocho, nueve o diez materias anuales, me puedo anotar solamente en tres y, así, mi trayectoria universitaria se prolonga”, explicó.

A pesar de los obstáculos, Mariel persevera en su búsqueda de equilibrio entre la maternidad, el arte y la educación, ejemplificando la resistencia de las madres solteras en un sistema que a menudo las desafía.

Impacto de la maternidad en el mundo del trabajo

La maternidad juega un papel muy importante en la aparición de las brechas salariales en el mercado laboral, no solo entre varones y mujeres, sino también entre las mujeres, dependiendo de si son o no madres. Esto implica menores tasas de participación laboral, interrupciones en las trayectorias profesionales y salarios más bajos.

Fundación Éforo elaboró un informe que describe las dificultades que enfrentan las mujeres para poder continuar su carrera laboral después de ser madres y las brechas salariales a las que deben enfrentarse: por cada $100 que gana un varón, la mujer percibe $73. No es novedad que existe una brecha salarial entre mujeres y varones: en los últimos 20 años, el salario de las mujeres se ubicó 27 puntos porcentuales por debajo de los ingresos medios de los hombres. 

En números, la inactividad de las madres (37%) casi duplica a la de las mujeres sin hijos/as (21%). Pero es en el sector informal donde más se intensifica la brecha: el salario promedio de las mujeres ocupadas en trabajos informales representa la mitad de un salario formal, situación que se agrava más para las madres. 

La mayor penalización salarial por maternidad recae en las mujeres jóvenes (entre 18 y 29 años) que no conviven en pareja. Ellas son las que tienen los salarios más bajos del mercado laboral. Asimismo, las mayores responsabilidades económicas que enfrentan los hogares con jefatura femenina pueden llevar a que busquen oportunidades de empleo rápido e informal.

Tal como lo explica la Fundación, el hecho de ser o no madre condiciona el acceso a un empleo formal, pero también impacta en las trayectorias laborales porque se evidencia una mayor concentración de trabajos a jornada parcial en madres con hijos o hijas menores de 18 años.

Índice de Crianza

Por otro lado, existe una herramienta que fue creada para obtener un valor referencial sobre el monto de dinero que las familias destinan al cuidado de sus hijos. La medición se estipula a través del INDEC en función del valor de la canasta básica total.

La valorización del índice de crianza se realiza para cuatro tramos de edad, agrupados según los niveles de escolarización de infantes, niñas, niños y adolescentes.

El valor mensual de la canasta de crianza, para cada uno de los tramos de edad, correspondiente a mayo de 2024 es de $327,350 para los menores de un año, de $388,422 para los niños y niñas de 1 a 3 años, de $323,527 para los de 4 a 5 años y de $407,062 para los de 6 a 12 años.