“Los números mandan” es la frase hecha y repetida, sin embargo parece que los que gobiernan no son los números sino aquellos que manejan los números.

Sin lugar a dudas los que han sido malos alumnos en matemáticas cuando eran escolares "han sido los candidatos de izquierda” sostiene un amigo, casi un álter ego.

Esta teoría incomprobable la sustenta diciendo que, producto de cálculos equivocados y alianzas erróneas, los postulantes de izquierda terminan derrochando votos que podrían otorgarles más bancas en las diversas legislaturas.

“No es un problema ideológico –afirma mi amigo– sino que es una dificultad para el aprendizaje numérico que tuvo su origen allá, por sus años de primaria y secundaria. Por el contrario, los políticos de derecha han tenido mejor comprensión para la aritmética y sus derivados, ya que ellos, con poco, obtienen mucho en términos de resultados electorales, tal vez tuvieron ayuda particular”.

Dice también que en la medida que te vas acercando al centro ideológico tus capacidades de cálculo mejoran o empeoran según provengas del extremo izquierdo o derecho, respectivamente. Un progre sabe menos de matemática que un liberal moderado.

“Los números mandan” es la frase hecha y repetida, sin embargo parece que los que gobiernan no son los números sino aquellos que manejan los números.

En el país real, virtual o paralelo, nos agrade o no, somos número.

En el país real somos una cifra que puede estar dentro del 30% de pobres o ser un miembro de las cien familias que concentran el 10% de toda la riqueza argentina.

En el país paralelo tal vez seamos uno/a de los 500 mil indocumentados nacidos aquí o uno/a de los 4 millones de trabajadores en negro.

En el país virtual estaremos, quizás, en las filas del 79% que tiene internet o aspira a vivir 77 años.

En el país real o clandestino la mortalidad infantil puede alcanzar a uno de cada diez bebés, las posibilidades de que haya coimas serán incalculables, y si sos mujer corrés el riesgo, cada 31 horas, de que te maten o, sin distinción de sexo, cada 25 horas te puede apuntar un arma mortal de gatillo fácil.

Si participaste de una marcha eras uno de los 100 mil. Si no concurriste “había 20 mil personas”, según convenga.

En el país virtual o digital con cada aplicación del celular que utilizamos, con cada búsqueda que realizamos en la red, del “otro lado” alguien nos comprime, nos redondea y nos asigna un número, somos una serie de datos que “concluye” en un algoritmo en el que alguien (muy pocos) predice lo que vamos a hacer, con quién, a qué edad y con cuántos kilos de peso. 
Nos han asignado una cifra, el número que somos, con ese algoritmo intentarán influenciar nuestro voto, pretenderán que compremos algo que no necesitamos o que vayamos de viaje a donde nos sugieren.

En este barco gobernado por numerólogos, iniciemos con perseverancia una rebeldía pacífica, mintamos en las encuestas, abramos aplicaciones que no nos interesan, digamos que nuestro salario es más bajo (si es posible), ignoremos a los trolls, vayamos al encuentro, corazón a corazón, con el otro.

Entre tanto navegar por las redes sociales propongamos un naufragio. Entre tanta agua revuelta de datos seamos náufragos que se aferran a lo imprevisible del ser humano, ésa es nuestra tabla de salvación, las otras, las tablas del 2, del 3 y más dejémoslas para el colegio.

*Presidente de Fundación Eforo y secretario adjunto de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC).