Con una fiesta multitudinaria concluyó por esta temporada la actividad del Sindicato Capricorniano. El singular gremio fue creado en 2015 por su secretario general, el dibujante y humorista El Niño Rodríguez, para todos los nacidos entre el 22 de diciembre y el 20 de enero, a fin de luchar por mejores condiciones de cumpleaños para los capricornianos.

Este año, la demanda de sus afiliados ha sido “el derecho a una torta y dos regalos”. Hartos de simulacros de torta a las apuradas, vacaciones y  festividades mediante y, hastiados de recibir un solo regalo (con suerte) que unifica cumple, Navidad y Reyes, los capricornianos hemos decidido (me sumo) pelear por un cumpleaños digno. La convocatoria, a través de las redes sociales, es un éxito que crece año tras año, nucleando a los que no se resignan ante la discriminación caprichosa del calendario.

Salvando las distancias, los sindicatos como este y, con más razón, los de los trabajadores surgen en virtud de injusticias repetidas. Los gremios son una reacción ante los abusos patronales y tienen como fin mejorar las condiciones laborales, salariales, sociales y de trato de los trabajadores.

Hoy, en Argentina se va instalando una rara batalla entre el Gobierno y los sindicalistas, en la cual tanto el Ejecutivo como algunos secretarios generales esconden segundas intenciones detrás del trabajador.

Por un lado hay dirigentes gremiales que usaron sus sindicatos para el sostenimiento de actividades probablemente delictivas. Por otro, el Ejecutivo ataca a los sindicalistas al voleo, para debilitar a los gremios incidiendo, en definitiva, en las condiciones y derechos de los trabajadores.

Balcedo, el Caballo Suárez o el Pata Medina son algunos ejemplos de lo primero, pero la ley de reforma jubilatoria, el techo a las paritarias, el megadecreto de necesidad y urgencia que toca a la Anses (las jubilaciones), la posibilidad de embargar salarios o perdonar a empleadores que contratan en negro son ejemplos de lo segundo.

Cada parte va desplegando armas de dudosa legitimidad. Unos con la amenaza golpista de los gobiernos que no terminan sus mandatos, mientras los otros esgrimen un arsenal de decretos, auditorías, intervenciones y la complacencia de algunos medios que empujan, publicidad mediante.

En el medio de esta disputa o, mejor dicho, afuera, hay un 30% de pobres y un tercio de los trabajadores activos en condiciones precarias. Todos deberíamos ocuparnos de algunas realidades: que los sindicatos no son monarquías que se transmiten de padres a hijos, que tienen personalidad jurídica privada y la ley de ética pública no los alcanza o que la reelección indefinida facilita la impunidad.

El Convenio 87 de la OIT, que fue ratificado por ley en Argentina, establece: “Las organizaciones de trabajadores y de empleadores tienen derecho de redactar sus estatutos y reglamentos administrativos. El de organizar su administración. Las autoridades públicas deberán abstenerse de toda intervención que tienda a limitar este derecho o a entorpecer su ejercicio legal”.

Asimismo, el art. 6 de la Ley de Asociaciones Sindicales dice: “Los poderes públicos y en especial la autoridad administrativa del trabajo, los empleadores y sus asociaciones deberán abstenerse de limitar la autonomía de las asociaciones sindicales”.

Todo esto no impide que los dirigentes gremiales y los afiliados discutamos nuestros estatutos y limitemos reelecciones indefinidas, fomentemos la paridad y presentemos balances públicamente

Necesitamos sindicatos fuertes, no sindicalistas poderosos. Un sindicato débil implica riesgo de condiciones precarias para el trabajador. Un gremio fuerte debe tener recursos intelectuales y económicos pero debe, primordialmente, contar con el respaldo de los trabajadores promoviendo la generación de más y mejor empleo.

Quedan consideraciones para el futuro, simplemente señalarle al Niño Rodríguez que los afiliados del Sindicato Capricorniano estamos atentos a sus pasos como secretario general y que compartimos la lucha, más allá de amenazas de auditorías, presiones, decretos y advertencias.

Defender nuestro sindicato es la única forma de llegar algún día a una torta y dos regalos, es la mejor herramienta colectiva para cuidar nuestros derechos.


*Secretario general de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC) y secretario general de la Organización de Trabajadores Radicales (OTR Capital).