En sus dos últimas entregas, El Auditor.info había dado cuenta de las distintas velocidades de crecimiento que experimentaron la recaudación y los gastos del Estado nacional durante el período 2003-2013. 

Con sendos textos, quedó expresado que en la última década los desembolsos que hizo la Nación por todo concepto habían crecido el 1.222%, pasando de $ 56.805 millones en 2003 a ejecutar $ 750.804 millones el año pasado. 

Asimismo, un comportamiento similar –aunque en menor medida- mostraron los Recursos Totales del Estado, es decir, el dinero que entró por recaudación de distintos ítems. Es que en 2003, habían ingresado $ 57.705 millones, mientras que en 2013 se percibieron $ 665.784 millones, es decir, un 1.054% más.

También quedó señalado que la brecha entre recursos y gastos, que venía pareja entre 2003 y 2007 (ambos rubros crecieron unas 2,5 veces), comenzó a ampliarse a partir de ese último año, por factores que aceleraron la performance de los ítems que integran los desembolsos estatales, y disminuyeron la velocidad de recaudación del erario público.

En pocas líneas, vale decir que desde 2007 hasta el año pasado, los Gastos Totales se incrementaron por el aumento de los subsidios al transporte y la energía (Ver informe de El Auditor.info), y la pérdida del autoabastecimiento energético que derivó en un aumento de las importaciones de combustibles. 

Y, por el lado de los Recursos Totales, su evolución mostró una merma en el peso relativo de su componente más importante, los ingresos tributarios, y al mismo tiempo un aumento de la importancia de las contribuciones que, sin embargo, no alcanzaron a cubrir aquélla disminución. 

En ese sentido, una de las formas que encontró la Administración Nacional para cubrir la mencionada brecha fue apelar a la emisión monetaria, para no desacelerar el ritmo ascendente de los Gastos Totales. Como consecuencia inmediata apareció en escena un nuevo factor, al comienzo de forma incipiente, y más pronunciado en los últimos años: el incremento del nivel generalizado de precios, más comúnmente conocido como inflación.
 
Otra de las maneras con las que se intentó paliar la diferencia entre ingresos y gastos fue el creciente uso de las reservas internacionales adquiridas durante la primera parte de la década analizada (2003-2007), para solventar los pagos de los servicios de deuda pública en la segunda parte del período, es decir, desde 2007 hasta el año pasado. 

Sobre ese tema, vale recordar que a partir de 2010, cuando fue puesto en marcha el Fondo de Desendeudamiento Argentino (FDA), se decidió utilizar las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA), para financiar los Gastos por Intereses y de Amortización de Capital de Títulos en moneda extranjera y de los Organismos Multilaterales, todos compromisos asumidos por la Nación.

Por esas operaciones, el BCRA recibió a cambio Letras Intransferibles hasta finales de 2013 por un valor total de U$S 42.907 millones, a un promedio de U$S 8.600 millones por año.
 
El 78% de aquel monto total son títulos que vencen entre 2020 y 2023. Sin embargo, el 22% restante tendrá que afrontarlo la próxima Administración, al poco tiempo de ejercer su mandato –en 2016-, que corresponden a aquellos U$S 9.530 millones que recibió el BCRA a cambio de los dólares con los que se canceló la deuda en 2006 con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Pero eso no es todo. Al tiempo, que se le anexarán otros U$S 17.000 millones por los pagos del FDA durante 2014 y 2015. El Banco Central por entonces tendrá acreencias (es decir, crédito a favor) con el Tesoro Nacional, solamente en concepto de Letras Intransferibles, por un valor aproximado a los U$S 60.000 millones.