Quienes tienen contacto habitual con informes de los organismos de control suelen toparse con un elemento común a todas las investigaciones: un apartado en el que se describe la estructura organizativa del ente auditado, comúnmente conocida como organigrama

Se trata del relato de cómo están divididas las áreas, las tareas y las responsabilidades que, en rigor, no constituye un elemento de análisis en sí mismo. Ejemplo de esto es que, ante cada cambio de administración, las modificaciones de los organigramas -tanto si se achican como si se expanden- no necesariamente impactan de forma directa en el logro de gestiones más eficientes.

Con la intención de ampliar la mirada del control y lograr un rol de mayor colaboración con las administraciones, la magíster Susana Castagna, de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA), presentó una tesis en la que propone una metodología para examinar cómo están conformadas las oficinas del Estado.

El trabajo, titulado Mejores Prácticas de Auditoría de Estructuras y Sistemas de Organización del Sector Público, plantea que “los equipos interdisciplinarios -que llevan adelante las fiscalizaciones- cuenten con profesionales que tengan conocimientos en técnicas de organización y métodos, conducción e investigación operativa”, es decir, que no solo sepan sobre el ente que van a examinar

Además, Castagna sostiene que la metodología “debe ir desde los aspectos generales de la estructura formal e informal de una organización, conformada por sus aspectos objetivos y subjetivos, hasta el examen particular de ‘qué’ y ‘cómo’ realiza sus actividades, plasmados en sus procedimientos y circuitos”.

Para la autora, el trabajo del profesional del control debe actuar como un agente de cambio.

En esta instancia aparece como una buena práctica el análisis de cómo funciona el control interno en el organismo auditado. Es decir, “poner atención a aspectos tales como la definición y el cumplimiento de objetivos de control, la correcta documentación de las acciones y hechos, el registro oportuno y la autorización de las transacciones y hechos, y la división de las tareas”, enumera la autora, y añade que estas características están en conformidad con las directrices publicadas por la INTOSAI

Por otra parte, la tesis apunta que las organizaciones “no deben ser entendidas como algo racional con referencia a sus objetivos prefijados, sino que es mucho más exacto comprender y expresar que son complejas y ambiguas”.

Para Castagna, esta certeza exhorta al auditor a "incorporar a su mirada global sobre la organización el aspecto informal” que, junto con lo formal, también “constituye la estructura” del ente analizado.       

No obstante, Castagna no pierde de vista otro elemento: “Los profesionales de control debemos comprender que, a medida que el mundo, las sociedades y las necesidades cambian, el modo de ver el control también debe cambiar (incorporando) una tendencia más prescriptiva o de prevención (en lugar del) hecho de marcar errores en la gestión”.

“Hay que ser ‘flexibles’ al momento de analizar las estructuras organizacionales”, concluye la autora y amplía que su metodología “requiere que examinemos variados componentes y lleguemos a una recomendación de alternativas, mirando la forma en que ellos encajen, antes que intentar forzar a que coincidan con una esquematización dada, como ocurre en el análisis de la estructura organizacional convencional que viene haciendo la AGCBA”.

Para completar, Castagna apunta que la auditoría, a partir de la labor del profesional del control, “debe actuar como agente de cambio, ejerciendo docencia sobre el valor de la colaboración con la gestión, la innovación y la vocación de servir a los intereses públicos”.