Publicado: 28-03-2010
 
Alperovich se puso el traje de mandamás, pero en su entorno se preguntan qué hará en 2011. Mientras tanto, hasta su esposa parece estar jugando su propia interna.

Tucumán.- Lo del hotel en Tafí del Valle es típicamente suyo. Hay una ordenanza que fija un límite de altura y compele a las construcciones a no tener más de dos plantas. La obra civil, sin embargo, se eleva tres pisos. Pero no importa. El ya dio la orden: se hace. Y él no lo llamó al intendente: el jefe municipal se comunicó con él, como corresponde. Y el Concejo Deliberante tendrá que corregir las normas que sean necesarias. Y listo.

Ese papel le encanta. El de gobernador, pero también intendente, y hasta edil, incluso. Acaso sea su intento de identificarse -muy a su manera, claro está- con el primer Juan Domingo Perón, que durante la presidencia de facto de Edelmiro Farrel era vicepresidente de la Nación, pero también ministro de Guerra, y hasta secretario de Trabajo, incluso.

Al jefe del Ejecutivo le gusta dar esa imagen de que Tucumán anda porque él está andando. Por eso, como ya se dijo, apenas retomó sus funciones (las de gobernador, vale aclarar) le dio las gracias a ministros y legisladores porque la provincia no se detuvo. Debe haberse sorprendido: él no estaba, y sin embargo se mueve.

Pero durante la semana que pasó, ese papel de mandamás pareció, como nunca, un intento casi desesperado por mostrar a todos (a los de afuera y, especialmente, a los de adentro) que él tiene el poder. Y si dio esa impresión no fue porque le fallara la voz o la postura (bastante bien se lo vio) sino porque, a espaldas del gobernador, todos hablan de qué va a pasar con la sucesión del sillón de Lucas Córdoba, en 2011. Y faltan sólo 66 semanas hasta finales del otro junio, cuando hay que anotar los candidatos para la elección de agosto.

Los amigos ya no vienen

¿Alperovich va a ir por la recontra-reelección? El anota: no sabe / no contesta. Pero algo es seguro: desde que volvió de su licencia médica, necesita -como pocas veces antes- convencer a propios y extraños de que nada impedirá que siga, porque hay un hervidero de elucubraciones gubernamentales acerca de qué hacer si él no se presenta.

El gobernador siempre ha dicho que ya va a ver si tiene ganas de un tercer mandato, dando por descontado que la Corte no hará lugar a la objeción judicial del radical Ariel García (hace 15 días, en Córdoba, consiguió que la UCR nacional, se manifestara oficialmente contra la re-reelección alperovichista). Parece que empezaron a creerle al mandatario, porque hay hasta hombres que comparten su mesa de poder que sostienen que, en verdad, no se sabe si él querrá proseguir.

Por supuesto, también brotan las justificaciones políticas. La excusa mejor elaborada hasta hoy consiste en que si Alperovich se queda por un tercer mandato, después de gobernar 12 años tendrá que despedirse para siempre del cargo; en cambio, si se va en 2011 puede volver en 2015 por ocho años más. Es curioso: ya casi no se habla de sus aspiraciones nacionales. Ese globo sigue desinflándose, ahora con ayuda de Aníbal Fernández. El jefe de Gabinete, que supo venir a Tucumán para afirmar que su "amigo José" era legítimo aspirante a la Presidencia, dijo el viernes que la continuidad del kirchnerismo estará, sí o sí, en manos de Cristina o de Néstor.

La movida de la dama

La que parece no estar jugando es la senadora Beatriz Rojkés. Eso sí, la primera respuesta del propio Alperovich es que ella no será candidata a gobernadora. Contestación, por cierto, calcada de otras del pasado reciente, como "Betty no va a ser candidata a diputada nacional", en 2005; y "Betty no va a ser candidata a presidenta del PJ", en 2007.

Sin embargo, una jugada de la dama que sacudió el tablero alperovichista y dejó en jaque a uno de los mencionados como eventuales sucesores de su marido. Ella, sin más, votó en la Cámara Alta en favor de que el radical José Cano sea el presidente de la comisión de Salud del Senado. Esa es la comisión que debe controlar nada menos que la tarea de Juan Manzur como ministro de Salud de la Nación. Y, para ponerlo en contexto, Cano y Manzur nunca tuvieron una buena relación. Más bien podría decirse que se llevaron a las patadas en la escena provincial, luego de que el radical lo denunciara de haber adulterado las estadísticas de la mortalidad infantil en Tucumán.

Rojkés, por cierto, dio su voto por Cano de manera absolutamente voluntaria, por cuanto lo apoyó en la sesión preparatoria del Senado: no estaba obligada a permanecer en su banca en ese momento, ni mucho menos a sufragar en favor del opositor. 

Las hipótesis sobre esa movida no son muchas. La primera es que ella resolvió que hay que darle espacios de poder a la oposición, porque se arrepintió del "vamos por todo". La segunda es que está jugando su propia interna por la gobernación, con uñas y con dientes, y que no tendrá miramientos ni siquiera con el actual vicegobernador, en uso de una licencia de nunca acabar. La tercera es que Rojkés votó así aun con acuerdo de su esposo, con todos los mensajes para Manzur que ello implica.

De paso, el último compañero de fórmula del gobernador ya no oculta sus desesperadas ganas de volver a la Legislatura, pero cada le vez le corren más lejos la línea de retorno. Cuentan los que tienen buen oído que le dijeron que no vuelva a preguntar por el tema hasta setiembre. Y que le recordaron que no se puede dar ni una sola señal de alejamiento de la pingüinera, así que tampoco se haga muchas ilusiones. 

Aquí, dicho sea de paso, antes que los brazos abiertos de la Cámara lo espera un expediente en el Tribunal de Cuentas. La causa Funsal es una brasa caliente que nadie quiere agarrar. Como si tocarlo contagiara dengue, dos fiscales y tres jueces se hicieron a un lado cuando les llegó el expediente. En 40 días no se ha ordenado ninguna medida: pareciera que el caso fue puesto en cuarentena. Y eso que refiere a un curso de 2009 que, en rigor, no llegó a pagarse. ¿Qué pasaría si se tratara de cursos de 2008 que sí se pagaron? Es cierto que a la firma en el polémico convenio por $ 800.000 la estampó el ministro de Salud, Pablo Yedlín (hombre acostumbrado a arrepentirse de lo que refrenda, porque los autoconvocados ya lo hicieron dar marcha atrás con la persecutoria resolución 06 del Siprosa). Pero a las vinculaciones con la Fundación Salud (teléfonos incluidos) las forjó el actual funcionario nacional.

Ahora bien, Rojkés y Manzur protagonizan la interna del "recontra alperovichismo". El tercero en discordia es tanto o más gravitante que la esposa del mandatario y que el emisario del gobernador en el kirchnerismo. Se trata del intendente de la capital. Domingo Amaya es un hombre que no puede quedar fuera del armado, y en la Casa de Gobierno lo saben. Por eso -y como se adelantó en este Enfoque-, en los esfuerzos oficiales por reinstalar a Alperovich como el caudillo que se va a quedar en el Gobierno todo lo que quiera, se menciona al jefe municipal como posible compañero de fórmula. 

El mensaje es que lo quieren "adentro" del proyecto, en ese cargo o en el que él elija: por ejemplo, otra vez como intendente, ya que Amaya atraviesa su primer mandato como representante electo por el pueblo (entre 2003 y 2007 desempeñó el cargo designado por el Concejo Deliberante). En tanto, hay procesiones de dirigentes de todos los partidos e ideologías pidiéndole al "Colorado" que si "José no se presenta", él salga a darle pelea a cualquier caballo de comisario.

Y mientras se disputa el torneo por la primera división del poder político tucumano, a la par se juega la liga del ascenso a la vicegobernación. La tabla de posiciones del mentidero del palacio gubernamental dice que los que tienen chances, antes de Semana Santa, son el senador nacional, Sergio Mansilla; el ministro del Interior, Osvaldo Jaldo; el propio Manzur; y el ministro de Gobierno, Edmundo Jiménez.

Alperovich, mientras tanto, se esfuerza en lucir enigmático, pero sabe que el reloj lo aprieta. Se lo recuerda, para el caso, la proximidad de su cumpleaños, en escasos 15 días. El tiempo compite con los planes del mandatario. Si no se apura en deshojar la margarita, el otoño, que pareciera haber comenzado antes de lo previsto, lo hará por él.