Héroes anónimos
“La satisfacción es la silenciosa tarea cumplida”. Antonio Sette trabaja en el Cuartel 2 Vuelta de Rocha, de La Boca. En charla con El Auditor habló sobre su vocación, el trabajo junto a su hijo durante la tragedia de Cromañón, las peores noches, lo reconfortante del oficio y los roles dentro de cada equipo.
El 2 de junio se conmemora y celebra en todo el país, el Día Nacional del Bombero Voluntario. La fecha elegida hace honor a la fundación del primer cuerpo de bomberos voluntarios de La Boca. Ese día del año 1884, un vecino del barrio organizó una cadena humana para apagar las llamas de un incendio que amenazaba con devorarse varias construcciones. El hecho fue el paso a la creación del primer cuerpo de bomberos.
Antonio Sette es bombero voluntario del Cuartel Vuelta de Rocha desde 1971 y actual Secretario General de la Federación de Bomberos Voluntarios de la Ciudad de Buenos Aires y de la Fundación Argentina de Bomberos Voluntarios. En una charla con El Auditor.info compartió sus temores y recompensas del trabajo de salvar vidas.
- ¿Desde cuándo sos bombero voluntario?
Desde 1971 y luego pasé a la parte directiva. Primero como vocal suplente y a partir de 1987 fui presidente ininterrumpidamente, con mandatos renovables cada cuatro años. Este año me voy, cambian las autoridades. Ya hay una estructura que funciona, yo sigo ahí, pero no me encargo del día a día.
- ¿Cómo es un día en un cuartel de bomberos?
Son guardias programadas con un encargado, que es el oficial. Cinco personas por turno en total, divididos en tres turnos por día. Todo se arma de acuerdo a las posibilidades de cada bombero y bombera: si trabajan, estudian, si son madres, que en ese caso pueden llevar a sus hijos al cuartel. Si hay una salida, uno se queda a cargo de los chicos, en un lugar específico para ellos.
- ¿Hay división de tareas?
Lo operativo está compuesto por áreas: contra incendio y salvamento, rescate vehicular, rescate en altura y la unidad de rescate canino, que tiene seis perros de rescate, dos de ellos certificados a nivel nacional e internacional. La división va por especialidad. No todos los bomberos están capacitados para todas las acciones. Hay bomberos que la altura los complica y otros que no pueden manejar un cuerpo que no está en buenas condiciones. Cada uno se va especializando, lo mío siempre fue logística.
- ¿Cómo tomó tu familia tu carrera como bombero voluntario?
Mi hijo es bombero voluntario y actualmente vicepresidente ejecutivo de la Federación. Ingresó a la escuela infantil a los nueve años. Me lo pidió de chico y luego un amigo le dijo que se sumara a la Superintendencia Federal de Bomberos, que son los profesionales, pero él agradeció y a los 18 años decidió ser voluntario.
- ¿Por qué creés que quiso ser bombero?
Creo que un poco lo vivió como si fuéramos héroes y luego lo sacudió la vocación de salir corriendo porque alguien necesita ayuda. Para mí eso lo marcó, porque siempre fue una persona solidaria.
- ¿Cuál es la diferencia entre un bombero voluntario y uno profesional?
El voluntario va en los tiempos libres y acomoda su forma de vida a un ámbito que tiene que ver con la solidaridad: se dedica al vecino que tiene una urgencia y da respuesta en el momento. Primero se estudia un año y luego hay dos años de práctica sobre los distintos eventos siniestrales. El profesional tiene una formación parecida a la nuestra, pero es un trabajo. Están asalariados y hay muchos que incluso cuando terminan su turno van a un cuartel a cumplir como voluntarios. Es una profesión dura y pesada la del bombero.
- ¿Cuáles fueron los momentos más duros que te tocaron como voluntario?
Vuelta de Rocha es un caso especial porque tuvo cuatro fallecidos en cumplimiento de tareas. Dos por el incendio de una gomería en la calle Quinquela Martín y dos en Iron Mountain. La gomería, Iron Mountain y Cromañón fueron las noches más duras.
- ¿Qué recordás de esas tragedias?
El incendio de la gomería en La Boca no tuvo tanto conocimiento público porque los únicos dos fallecidos fueron bomberos. Además no tuvo el contexto sociopolítico ni la gravedad de Iron Mountain y Cromañón, que fueron muy grandes. Justo cuando estábamos saliendo del caso de la gomería, con mucho trabajo psicológico que nos llevó por lo menos dos años, pasó lo de Iron Mountain y nos caímos. Se provocó un gran recambio de personal, fue muy duro. De Cromañón charlamos con mi hijo y nos acordamos de que él entraba a rescatar gente y también hacía el traslado de chicos supuestamente fallecidos en ambulancia. De repente alguno se empezaba a mover y saltaba en los brazos de mi hijo. Chicos que habían sido puestos entre los fallecidos.
- ¿También hay una parte linda de ser bombero?
La felicidad la tenés con la tarea cumplida. Los momentos de alegría son cuando se regresa bien al cuartel, cuando se auxilió y se salvó, que es lo que no se sabe y eso es diario. La satisfacción es esa pequeña tarea silenciosa que no se ve, no se cuenta y no se contabiliza. Lo que satisface es eso: la tarea cumplida.
En Argentina los bomberos y las bomberas voluntarias brindan servicio de primera emergencia durante las 24 horas de cada uno de los 365 días del año. Es una tarea donde sobresale la abnegación, la empatía y el compromiso. Los más de 1.000 cuarteles que hay en el país forman parte del Sistema Nacional de Bomberos Voluntarios (SNBV), dependiente del Ministerio de Seguridad. El SNBV cuenta con más de 65 000 efectivos y se divide en 26 federaciones.