Una y otra vez, un año más: Ni Una Menos
En un nuevo año del convocante Ni una menos, los femicidios ya suman 97 sólo en 2024, y los reclamos siguen vigentes. Qué dicen las estadísticas que demuestran las falencias en las políticas públicas.
En el año 2015 las noticias de femicidios y transfemicidios se amontonaban en los canales de televisión, en las redes sociales y en las conversaciones cotidianas.
Claro que no eran llamados así, sino muertes y asesinatos, y había quienes aún utilizaban la expresión “crimen pasional”.
Mientras que algunos periodistas preguntaban qué llevaba puesto, a qué hora “andaba sola”, o cuál era su “estilo de vida”, los movimientos feministas comenzaban a organizarse para levantar la voz una vez más y explicar que no depende de la víctima sino del asesino, y para remarcar lo escalofriante de que el 85% de las asesinadas conoce a su agresor, y el 63% de los casos sucede en su propio hogar.
El 11 de mayo de aquel año, la confirmación del crimen en manos de su novio de Chiara Páez sería el dolor desencadenante del enojo organizado. Sólo en Santa Fe, donde ocurrió el femicidio, fue el décimo en 5 meses. Para fines de diciembre se habrían contabilizado 286 en todo el país.
Desde las redes sociales comenzó la convocatoria de marcha, la respuesta fue automática y colectiva. Se eligió la fecha, y surgió la consigna: Ni Una Menos. El reclamo era, y es, elemental, “Vivas nos queremos”.
El 3 de junio, desde entonces, se convirtió en una nueva fecha de lucha y organización, pero 9 años después se sigue pidiendo que no nos maten.
Detrás de los números, hay personas
Según el informe del Observatorio de las Violencias de Género “Ahora que sí nos ven”, en estos 9 años se cometió un femicidio cada 31 horas. El 42% de estas mujeres fue asesinada por su pareja. Hasta abril, 21 de las víctimas de este año habían acudido previamente a la justicia por ayuda. Además, al menos 73 niñxs perdieron a su mamá detrás de estas estadísticas.
Hace solo un mes, un hombre lesboodiante le quitó la vida a 3 mujeres, y una más se recupera, aún hospitalizada. No son casos aislados, ni personas “fuera del sistema”. Su agresor vivía en el mismo hotel que ellas y las asediaba continuamente. Ya había sido señalado por ser homoodiante, el desenlace no fue más que el cumplimiento de su promesa explícita de un día quitarles la vida.
La ausencia o falencia del Estado es el denominador común de todas estas muertes. La implementación de políticas públicas y campañas de concientización debería ser constante y sostenida, transversal a los gobiernos, presente.
La falta de efectividad de las acciones generadas desde el sistema judicial también alimenta las estadísticas, que llegaron a contabilizar 308 mujeres asesinadas en 2023. Si bien aumentaron las denuncias y el asesoramiento para pedir medidas restrictivas, el 27% de las víctimas en lo que va del 2024 ya había tomado alguna medida judicial en contra de su asesino.
A la ecuación se suman también, entre múltiples factores, la feminización de la pobreza, la emergencia habitacional y, por ende, las dificultades para acceder a una vivienda digna. La desregulación de la ley de alquileres genera una falta de marco legal a la hora de buscar un lugar donde vivir, dificultando, cuando es necesario, encontrar un nuevo hogar donde protegerse. Más del 60% de los asesinatos fueron en la casa de la víctima, en la de su agresor, o en donde convivían.
¿El Estado dónde está?
El cambio de gobierno trajo aparejado el cierre del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, además de discursos de odio y negación de las violencias, así como de las problemáticas ya comprobadas como reales.
En febrero se anunció en el Boletín Oficial la creación de la Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género, dentro del área del Ministerio de Capital Humano, pero su página oficial se encuentra aún inactiva.
Frente a casos de violencia aún se puede llamar a las líneas 144 o 137, o acercarse a los Centros de Acceso a la Justicia (CAJ), a los Centros de Atención para Mujeres y LGBTI+, o a cualquier hospital, en caso de estar herida o haber sufrido una violación.
Pedir ayuda y tener acceso a las herramientas para hacerlo, cuando funcionan, es un factor clave para lograr salir del peligro. Desde el inicio de este año aumentaron los intentos de femicidio, es decir que, además de los 97 asesinatos cometidos, hay 72 femicidas que intentaron matar a mujeres por motivos de género.
Los reclamos son múltiples, pero no se puede ejercer plenamente el resto de los derechos si el principal pedido sigue siendo que no nos maten. Es elemental pedir por un Estado presente y, como cada 3 de junio, seguir exigiendo Ni Una Menos.