Cómo se controla el aire en Buenos Aires
La Auditoría porteña puso la lupa sobre la gestión de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad. Se detectaron falencias en el cumplimiento de las mediciones y en la correcta rendición de los reportes.
Hace unos años se popularizó el uso del término “smog”. Acompañado de fotos de grandes ciudades en las que se veía una notoria nube gris sobre los edificios, este término proveniente del inglés, que combina las palabras “smoke”, humo, y “fog”, niebla, invadió noticias, portales y todo tipo de rankings y estudios ambientales.
Si buscamos su definición fuera de lo obvio de la combinación de las palabras, encontramos que es un tipo de contaminación en el aire compuesta, principalmente, por óxido de nitrógeno, monóxido de carbono y gas metano.
Ya unos años después de la “moda” de este término ambiental, y con discursos que ponen en duda el real impacto de nuestro paso por el planeta, la contaminación sigue flotando, creciendo, y afectando nuestro organismo y nuestro ecosistema.
El Estado debe procurar el control de las emisiones contaminantes, así como los niveles ya existentes de estos gases nocivos en el ambiente.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Agencia de Protección Ambiental es un organismo gubernamental que, desde 2008, trabaja buscando prevenir los impactos ambientales, respetar la equidad social y promover el crecimiento económico sostenible.
Una de las tareas que lleva adelante es el programa “Redes Ambientales”, que tiene como objetivo principal efectuar el monitoreo permanente, continuo y sistemático de contaminantes atmosféricos.
La finalidad de dicho monitoreo es la elaboración de un diagnóstico acabado y certero respecto de la calidad del aire que respiran las y los habitantes de la ciudad porteña.
Para controlar la ejecución de dicho proyecto, junto con normativas y procesos transversales de la agencia, la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) revisó la gestión del año 2022, relevando la normativa de creación, organigrama, manuales de organización y de procedimientos. También se buscó identificar debilidades, fortalezas y áreas críticas.
Falencias técnicas
El informe, realizado durante el 2023, expone, en principio, distintas falencias desde lo técnico.
Según la documentación que sostiene las tareas y objetivos del programa “Redes Ambientales”, la agencia debe realizar un monitoreo confiable de la calidad del aire en toda la Ciudad, haciendo que los datos estén disponibles públicamente pero, durante el período auditado, la información de la calidad de aire que monitorea la Dirección General de Control Ambiental (DGCON) en los límites de la Cuenca Matanza-Riachuelo (CMR) fue parcial.
Las mediciones de concentración de contaminantes atmosféricos solo fueron obtenidas del punto fijo de medición Estación “La Boca”, ya que se mantuvo desafectada del servicio a la Estación “CIFA”.
Complementariamente, se realizaron mediciones con estaciones manuales en algunos puntos sobre el margen aguas abajo del Riachuelo.
Luego, durante el segundo período del último trimestre de monitoreo, en enero del 2023, el ente auditado no realizó los seguimientos correspondientes, por encontrarse las estaciones ya nombradas “desafectadas temporalmente por desperfectos técnicos”.
Es decir, en una primera instancia las mediciones fueron parciales, para luego ser completamente suspendidas.
Por último, el equipamiento utilizado para la realización de estos monitoreos de calidad del aire en el territorio de la Cuenca Matanza-Riachuelo es ineficiente para detectar, registrar y medir, de acuerdo a la normativa vigente, la cantidad de contaminantes o parámetros atmosféricos que se necesita.
Ausencia de reportes
La AGCBA destaca también que no solo las mediciones fueron realizadas con deficiencias, sino también la acción de reportar la información de las mismas.
Según la descripción del programa “Redes Ambientales”, con el fin de realizar un seguimiento del cumplimiento de los objetivos, la agencia debe rendir la información obtenida al Programa de Cambio Climático, pero esto se cumplió parcialmente, y no se incluye tampoco la descripción del Monitoreo Manual que, según el ente auditado, es administrado como complementario al Monitoreo de los Puntos Fijos de Medición.
No se pudo constatar la existencia de los reportes que deben suministrarse al Sistema de Vigilancia Epidemiológica.
Además, en relación a los artículos de la Ley 1356, el ente auditado debe suministrar al Sistema de Vigilancia Epidemiológica (del Ministerio de Salud) la información referida a los monitoreos de las fuentes fijas y móviles continuas e intermitentes de emisiones a la atmósfera, en particular lo relacionado con la CMR, pero estos reportes no fueron presentados a la Auditoría.
Por último, no hay constancia de que la Agencia de Protección Ambiental tenga conocimiento de los reportes semestrales elaborados por los generadores de emisiones de contaminación que le deben ser presentados.
Control interno
Desde lo administrativo y relacionado con el control interno, el informe resalta que los informes internos cuyo objeto, objetivo y contenido se refieren a aspectos técnicos no responden al formato de “Informe Técnico”. No constan Manuales de Procedimiento y Circuitos Administrativos aprobados por autoridad competente, y se encontró una diferencia entre las estaciones registradas y las que efectivamente se encuentran en funcionamiento.
En la descripción del programa figuran tres Estaciones de Monitoreo, cuando en la página web del GCABA y en los informes trimestrales elaborados por la Dirección General de Control Ambiental figuran cuatro.
En la descripción del programa figuran tres estaciones de monitoreo, cuando en realidad hay cuatro en funcionamiento.
Esta última, como responsable del control de la calidad del aire en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, debería tener conocimiento e información sobre la ponderación técnica-científica de los riesgos sanitarios que elabora el Consejo Asesor Permanente con los datos que ella misma le provee, pero no hay constancias de esto en el período auditado.
Para finalizar, la AGCBA concluye que “La Agencia de Protección Ambiental adecuó la normativa respecto a los contaminantes atmosféricos en la Ciudad de Buenos Aires, en cumplimiento de compromisos internacionales y por los objetivos, a nivel nacional y local, para mejorar paulatinamente la calidad del aire; pero no adecuó, en términos de cantidad, calidad y especificaciones técnicas, los recursos técnicos de la Red de Monitoreo sistemático, constante y permanente para alcanzar en la práctica dichos compromisos y objetivos firmados y dispuestos oportunamente”.