Chapadmalal: cómo se encuentra hoy el complejo ícono del turismo social
La SIGEN advirtió, hace unos años, sobre el deterioro de los edificios de los hoteles y bungalows. Se hicieron obras y reabrieron espacios para su uso en temporada. Cuáles fueron los avances.
Sobre la Costa Atlántica, entre Mar del Plata y Miramar se encuentra el Complejo Chapadmalal. Inaugurado en 1955 por la Fundación Eva Perón es, junto a la Unidad Turística Embalse (UTE) de Villa Calamuchita, Córdoba, un ícono del turismo social. En sus hoteles, una noche de alojamiento en temporada de verano 2023 oscila entre $1.500 y $2.000.
El complejo está bajo la órbita del Ministerio de Turismo de la Nación. Tiene nueve hoteles y bungalows, además de la residencia presidencial. En julio, y luego de 15 años cerrado, reabrió el Hotel 6 de la Unidad Turística, tras una inversión de $185 millones. Se suma al ya reinaugurado Hotel 5 y reciente reestreno del Hotel 7.
El complejo tiene nueve hoteles y bungalows. Allí también se encuentra la residencia presidencial para uso del primer mandatario de la Nación.
Inés Albergucci, subsecretaria de Calidad, Accesibilidad, y Sustentabilidad del Turismo Nacional, señala que una de las principales metas planteadas fue la de fortalecer el turismo social al entender que es una forma de “democratizar el bienestar” y permitir que muchos sectores puedan acceder al derecho de disfrutar días de descanso junto al mar o en la montaña.
“El turismo es una actividad económica esencial que genera empleo, dinamiza economías regionales, valora la identidad, la cultura o el patrimonio de un lugar. Y es también un derecho, es el derecho al descanso y bienestar”, destaca Albergucci.
El uso en los hoteles es abierto y requiere inscripción previa. Se puede reservar alojamiento en el sitio oficial de Turismo de Nación. También son la sede de iniciativas realizadas en el marco de programas estatales de PAMI, de áreas de género de organismos nacionales, provinciales o locales, de discapacidad, o instituciones sociales con anclaje territorial en barrios más postergados.
Años de olvido y abandono
En febrero de 2018, la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) finalizó una auditoría sobre el estado del Complejo Turístico de Chapadmalal. En el informe registró que presentaba un alto grado de deterioro edilicio, fallas en materia de seguridad y falta de transparencia en compras y contrataciones, entre otras cuestiones. Un año después, no se habían observado avances en las unidades hoteleras, pero sí en la Villa Presidencial.
El análisis realizado por el organismo abarcó el período de noviembre de 2016 a junio de 2017. En esa auditoría, la SIGEN recomendó la realización de un plan de acción que repare los daños y contemple en detalle las actividades a realizar en distintas etapas, los plazos previstos, acorde con los objetivos fijados. También la obligación de llevar un inventario unificado.
El equipo de la SIGEN encontró techos rotos, grietas en los cimientos, nidos de aves en cañerías y desagües, filtraciones y todo tipo alimañas en las habitaciones. También fallas en la instalación eléctrica, calderas rotas y baños inutilizables. Además los espacios no estaban adaptados adecuadamente para personas con movilidad reducida. En el periodo en el que se realizó la auditoría sólo estaba habilitado para el alojamiento el Hotel 2.
El abandono y deterioro del complejo llevaba años. Ya en 2010, la Auditoría General de la Nación había advertido sobre falencias tanto en la administración como en el estado edilicio del Complejo Chapadmalal.
Plan de recuperación
El Programa de Obras en las Unidades Turísticas de Chapadmalal y Embalse permitió ampliar la oferta de alojamiento. Según detalló Albergucci, “el plan consiste en la puesta en valor de los hoteles 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9 de Chapadmalal; y los hoteles 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7 de Embalse, junto con 36 bungalows. Para ello se invirtieron en total de $7.400 millones”.
Además de poder anotarse cualquier ciudadano para alojarse, el Complejo es utilizado para propuestas de organismos como Desarrollo Social, PAMI, áreas de género o educación estatales, de discapacidad, instituciones sociales con anclaje territorial en barrios más postergados.
“Este complejo significó para miles de familias trabajadoras, muchas veces por primera vez, el acceso a las vacaciones, momento de descanso y disfrute. Se trató de un elemento fundamental de las políticas sociales del primer peronismo”, afirma Albergucci.