Una encuesta de la Oficina Nacional de Empleo Público reveló que, en medio de la “adaptación forzada” al home office por la cuarentena, el 79% de los trabajadores estatales consultados pusieron equipos y hasta “medios económicos propios para sostener la actividad”. Lo que, según el informe, “se traduce en una generosa disposición de la fuerza laboral y un alto nivel de compromiso con el servicio”. 

El relevamiento se hizo entre el 21 de abril y el 15 de mayo y fue recientemente publicado. Abarcó a casi 18 mil empleados, de los cuales 15.702 realizaron home office durante el período en cuestión. De esa muestra, el 28% tiene a cargo equipos de trabajo y el 72% restante integran esos grupos. 

La adaptación

Uno de los puntos de partida del análisis fue proponer al personal que compare su situación actual con la manera en que desempeñaba sus tareas antes del aislamiento

En ese sentido, el informe observó que, de los más de 11 mil encuestados que integran equipos de trabajo, el 46% no notó cambios, mientras que un 36% “venía desarrollando sus actividades con adaptaciones”. 

“Es decir que solamente un 16% requirió de un mayor esfuerzo de adaptación”, concluyó la investigación.

El aprendizaje

Por otra parte, la Oficina observó que “más de la mitad de quienes tienen equipos de trabajo a cargo coinciden en la importancia de fortalecer las competencias asociadas al dominio de las tecnologías de información y comunicación”. 

En tanto que los integrantes de equipos de trabajo fueron más específicos a la hora de pedir capacitación. Es que, pese a sus “respuestas muy atomizadas”, estos empleados solicitaron reforzar sus conocimientos en “herramientas informáticas para reuniones virtuales”, como Zoom, y en la “gestión de la información en la nube”, por ejemplo el Google Drive.

La supervisión

En cuanto al seguimiento de las tareas, uno de cada tres jefes de grupo reconoció que “no pudo adecuarse a la modalidad remota” y, sobre la calidad de las supervisiones, “el 56% señaló que los controles se vieron afectados o muy afectados por no tener interacción presencial con sus equipos”. 

Puertas adentro

Adicionalmente, la Oficina quiso conocer la “percepción individual” de los empleados sobre el peso de factores familiares y sociales en el ejercicio del home office. Es decir, qué impacto produce esa “interacción forzada” entre trabajo y hogar “por fuera de las condiciones asociadas estrictamente a la tecnología y las comunicaciones”.

Según el texto, “la incidencia de estos factores familiares y sociales, así como la experiencia en la práctica de trabajo remoto, no es percibida mayoritariamente como ‘grave’ o ‘determinante’ para el grupo de encuestados que tiene equipos a cargo”. 

No obstante, hay un elemento que llamó la atención de los investigadores: “ Las valoraciones en esas categorías resultan proporcionalmente más marcadas en las respuestas de las empleadas mujeres”, dice el informe y adelanta que “esta dimensión será estudiada en profundidad más adelante”.

Por el lado de los integrantes de equipos de trabajo, dos de cada tres consultados “dan cuenta de haber podido armonizar de manera ‘perfecta’ las actividades remotas con el resto de sus (funciones) particulares”, completó el relevamiento.

¿En qué situación se da esa armonización? El informe enumera que, de su muestra, el servicio de internet utilizado es compartido familiarmente casi en el 68% de los casos; el 57,5% desarrolla otras actividades remotas (capacitaciones, formación recreativa, asistencia a procesos formativos de los hijos) durante la jornada de trabajo; el 48% comparte el espacio físico con algún familiar mientras trabaja; y el 41% tiene que compartir la computadora.    

Lo llamativo

Una perla. La Oficina Nacional de Empleo Público detectó 159 jefes de grupo que dijeron que sus equipos “no se encontraban haciendo trabajo remoto”: “Es posible que (esos empleados) puedan verse afectados a prestaciones en su oficina habitual”, concede el texto, pero observa que “resulta igualmente llamativo que el responsable declare estar realizando trabajo remoto, aunque sea de manera alternada” con la modalidad presencial. 

Conclusión y recomendaciones

Para completar, la dependencia señaló que, “pese a la falta de preparación y de las limitaciones ambientales, la modalidad de trabajo remoto se viene manifestando de manera intensa y sostenida”, y destaca que las tareas “no se detuvieron más que por situaciones insalvables”, como un corte de internet.

No obstante, el informe remarca que sostener el teletrabajo implicará una “redefinición de las características de las herramientas de trabajo que el empleador pone a disposición de los empleados” porque, según los investigadores, “la proporción de uso de equipos propios (así como el consumo de recursos sin compensación alguna) solamente puede sostenerse en la situación de emergencia” provocada por la pandemia.

Y, por último, se recomienda al Estado, como empleador, que “dirija un esfuerzo considerable” a identificar qué puestos pueden cambiar a modalidad remota, cuáles lo permiten de forma limitada, como para apuntalar esa transición, y quiénes “no se pueden adaptar pero que, concurrentemente, están más expuestos a desaparecer”

Sobre este grupo, el texto sostiene que “va a resultar necesario dotarlos de saberes y habilidades que no han necesitado desarrollar hasta ahora”.