Se esfuman los límites. Se invierten los polos. Las corrientes ya no van, ni regresan. Los rayos llegan al sol. La noche ilumina, el día se apaga.

La izquierda se desorienta, se hace derecha y viceversa. La gravedad eleva, el viento sostiene. Siempre que llueve no para. No hay brújulas fiables, ni astros que guíen, ni relojes, ni mareas.

Una vez menos no hay coordenadas, ni meridianos, ni paralelos. Estamos en manos del instinto, de la razón y el corazón. No estamos perdidos.